La recta final del Plan de Desarrollo

Martes, 5 de febrero de 2019

La hoja de ruta de Colombia hasta 2022 se traza en el Plan de Desarrollo, pero lo más importante es saberlo construir, socializar y medirlo

EditorialLR

Es un hecho que todo lo que no se mide no progresa y esa no debe ser la excepción para el Plan Nacional de Desarrollo que debe ejecutar este Gobierno Nacional. Han pasado seis meses de haberse iniciado una nueva administración central y poco a poco se van dando las pinceladas de lo que será su hoja de ruta para los años venideros, por ahora lo se ve en la distancia es la poca o nula concertación de lo que será ese instrumento con demás ministerios e instituciones del Estado.

Da la impresión de ser un manojo de ideas sin mucha cohesión o un hilo conductor entre los responsables de ejecutarlo; en las intervenciones ministeriales no se ven los pilares fundamentales del “plan de planes” para el próximo cuatrienio; no hay una vocería ambiciosa por divulgar las ideas rectoras. El Departamento Nacional de Planeación -además de planear la Nación a largo plazo- debe ser muy efectivo en su manejo discursivo para persuadir y convencer que esa hoja de ruta, para los años venideros, es la mejor. Un ejemplo de ello es que más que decir que hay que bajar la pobreza (que es el qué), lo más importante es comunicar (el cómo), que es la tarea de los ministerios.

Es atractivo plantear que las regiones recibirán recursos por más de $780 billones en el próximo cuatrienio, pero lo importante es explicar cómo se van repartir esos millonarios recursos. Por ahora se conoce que la repartición por regiones se hará así: $218 billones para la zona centro, que será la región que más recursos recibirá; seguida por el Caribe para donde se destinarán $171 billones. Para el Eje Cafetero y Antioquia irán otros $129 billones; el Pacífico se quedará con $113 billones, los santanderes con $54,6 billones y los Llanos Orientales con otros $52 billones.

Son más que interesantes los montos, pero más socialmente responsable es explicar los planes y la ejecución para que todo no se generen falsas expectativas. No basta con decir que la equidad y programas sociales -por ejemplo- se llevarán 47% de la inversión, sino cómo se va a irrigar eso en todo el territorio, que es tarea de los ministerios, que dicho sea de paso, se deben comprometer más a fondo con el gran plan.

Bajo el rótulo de ‘Pacto por Colombia, pacto por la equidad’, que hubiese sido mejor pacto por el crecimiento, pues sin crecimiento no hay equidad, se han trazado unas metas cuantificables que deben ser permanente monitoreadas y medidas para que el plan de planes no sea un documento de letra muerta. Muchos gobiernos han dejado grandes legados a través de su Plan de Desarrollo; el desarrollo del sector floricultor, la apertura económica y la misma seguridad democrática son grandes herencias.

Es loable bajar la pobreza extrema, bajar de 7,40% a 4,40%, así como la llamada multidimensional que debe pasar de 17% a 11,90%; lo mismo con la tasa de desempleo que de 9,40% deberá estar en 7,90% en 2022. La tasa de formalidad laboral, al mismo tiempo debe bajar de 36,80% a 41,20%. Todas metas muy necesarias de cumplir, pero el foco de discusión el cómo hacerlo, y no hay otra manera distinta a lograr que el sector privado tenga las condiciones para generar nuevos empleos y capacidad para pagar más impuestos. La discusión que arranca mañana debe ser un espacio para que todos los ministerios y los gremios aporten su grano de arena para que este ‘Pacto por Colombia, pacto por la equidad’, llegue a buen puerto.

Fuente: larepublica