Don Salvador Camacho Roldán en su inauguración planteaba descarnadamente que, a excepción del tabaco, habían desaparecido los cultivos comerciales. Se trataba de productos agrícolas que se desarrollaban sin orden alguno, al compás de la evolución de sus precios en los mercados internacionales. En esa época, el comercio exterior y el desarrollo de la agricultura dependían completamente del aprovechamiento de los cortos booms de los precios internacionales de los diferentes productos agrícolas, como el tabaco, el algodón o la quina.