Fuente: El Espectador
Fecha: Agosto 5 de 2020
En el sector agropecuario suele decirse que, en poco más de 100 años que tiene de creado el Ministerio de Agricultura, alrededor de 100 ministros han pasado por el despacho. Prácticamente, un ministro por año; y la administración de Iván Duque no ha sido la excepción al promedio.
El primer designado para la función fue Andrés Valencia, quien venía de desempeñarse como presidente del gremio de avicultores Fenavi. A comienzos de 2020 se conoció que Valencia dejaría el cargo y que, en su reemplazo, llegaría Rodolfo Zea, quien, a su vez, se encontraba en la presidencia de Fiduagraria.
Esto quiere decir que casi toda la gestión de Zea ha estado enmarcada en la crisis a raíz del coronavirus, en la cual la producción, transporte y comercialización de alimentos han sido algunas de las actividades que no se han suspendido en ningún momento. Sin embargo, esto no significa que no haya habido dificultades para los productores.
Durante la crisis sanitaria, ha habido impactos relacionados con el consumo: al principio, un “choque de oferta” ocasionó el incremento de precios de alimentos como el arroz; pero con el pasar de las semanas la crisis económica ha llevado a que los hogares disminuyan sus compras. Eso se ha sumado a los aprietos que desde el principio implicó el cierre de canales de venta de alimentos como los hoteles y restaurantes.
Lo anterior, junto con dificultades logísticas para el transporte terrestre, están entre los factores que algunos productores señalan como adversos durante este tiempo. Alimentos que no encuentran comprador ha sido el caso para muchos. Así, a las necesidades estructurales, se añadieron unas nuevas –quizás más urgentes y no menos importantes–, producto de la coyuntura.
Para Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), entre los puntos por destacar de los últimos dos años está “la ofensiva exportadora”, es decir, los mercados que se han abierto para productos agropecuarios como el aguacate hass en países que se consideraban de difícil —casi imposible— acceso como Japón o Estados Unidos.
Asimismo, resaltó casos exitosos de ordenamiento de la producción, como en el cultivo de arroz, que venía de una crisis ocasionada por un exceso de oferta. Para resolver esta crisis también se acudió a instrumentos como el incentivo al almacenamiento otorgado por el Ministerio de Agricultura.
Sobre los retos, Bedoya destacó la necesidad de impulsar las vías terciarias (actualmente solo 10 % están en buen estado), que resolverían mucho problemas de conectividad para el campo y generarían empleo. A propósito de esto último, también cree que para el gobierno y los legisladores debe ser prioridad combatir la informalidad laboral superior al 80 % que hay en el campo, elaborando un régimen laboral que atienda las particularidades rurales (las diferencias en las jornadas de trabajo, en la relación con los empleadores, entre otras).
Asimismo, resaltó la urgencia de apoyar los emprendimientos de las mujeres rurales, lo cual, dice, debería apoyarse con presupuesto. Sobre esto, hizo el llamado a tener en cuenta durante la discusión del Presupuesto General de la Nación 2021 las deudas históricas que el país tiene con el sector agropecuario. Este, concluyó Bedoya, siempre le ha cumplido al país y particularmente en la coyuntura de pandemia por la que atraviesa Colombia.
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