Fuente: El Colombiano
Fecha: Mayo 1 de 2020
La pandemia, en términos de desempleo, se traduce en el peor marzo de la década: 2,9 millones de desocupados están en la tasa de desempleo. El hecho de que en el tercer mes de 2020 287.000 ciudadanos se sumaran al conjunto de quienes perdieron su trabajo pero querían seguir laborando, preocupa, y todavía más si se tiene en cuenta que, según Juan Daniel Oviedo, director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), los efectos en el mediano plazo pueden ser más complejos.
“El Dane no puede hacer proyecciones, pero entendiendo el desarrollo del aislamiento, y las semanas que estuvieron apagados algunos de los sectores más importantes de la economía nacional, sumado a las declaraciones del Gobierno y el registro en medios, abril y mayo posiblemente expondrán números más críticos”, explicó Oviedo.
La tasa de desempleo en Colombia, para marzo, llegó al 12,6 % y representó un crecimiento de 1,8 puntos porcentuales si se compara con igual periodo del año pasado. El dato que le preocupa al Dane es “la variación significativa” que se dio en la población inactiva, y que sumó a 1,7 millones de personas. En el país, 16 millones de ciudadanos habilitados para trabajar tienen algún impedimento para buscar empleo, o simplemente encuentran en un arriendo, u otro mecanismo, la opción de generar ingresos.
Sobre este último punto, Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, comentó que le preocupan bastante los resultados sobre todo teniendo en cuenta que los datos más complejos empezarán a conocerse a finales de abril.
“1,5 millones de empleos menos en la tasa de ocupación y una caída del 7,2 %, –la más alta en lo corrido de esta década y de este siglo–, es complejo. La tasa de desempleo en cambio no sube de igual forma, porque en el confinamiento cae la participación (que yo llamaría inactividad involuntaria)”, puntualizó Mejía.
Posibles salidas
Si bien el panorama es complicado, desde ya se empiezan a ver algunos signos de oportunidades para mejorar. Oviedo destacó que aunque en el mediano plazo la desocupación aumenta, con la reactivación de algunos subsectores de la manufactura, así como la puesta en marcha del segmento constructor y edificador, el panorama podría mejorar considerablemente.
Sumado a esto hay algunas actividades, llamadas desde un comienzo a hacer que la crisis no sea tan compleja, que están dando resultados. Según los registros publicados ayer por el Dane, del total de 1,5 millones de nuevos desocupados, 512.000 llegaron por actividades artísticas, de entretenimiento y recreación; 403.000 fueron reportados desde la industria manufacturera y 329.000 desde el comercio y reparación de vehículos. Sin embargo, la tecnología, la ciencia, la salud y el suministro de servicios públicos presentaron números positivos.
Sólo para hacerse a una idea, las actividades relacionadas con el suministro de servicios públicos, además del segmento de la industria científica, técnica y de servicios administrativos aportaron 125.000 al conjunto de nuevos ocupados, para llegar a un total de 20,5 millones de ciudadanos.
Y de allí nace una actividad clave para estimular la reactivación del empleo: el comercio. Muy buena parte de la actividad informal, de los emprendedores y los patronos es la generación de ingresos a través del comercio, pero si no se logra su reapertura en el corto plazo hay que pensar en alternativas para aquellas compañías que no pueden comercializar a través de canales digitales. “Es claro que esto no soluciona el problema, pero sí lo mitiga, previendo que los datos de abril caigan más”, ese fue el análisis que entregó Andrés García, profesor de la Universidad EIA y experto en mercado laboral.
García recordó que hay otro gran camino para ir abriéndole campo a la recuperación, y son trabajos como el de los peluqueros, entre otros, que necesitan de nuevas normas de funcionamiento. “Cuando se miran los microdatos y cómo cambió la composición del empleo queda claro que en las grandes ciudades el segmento de servicios personales sufrió mucho. Sobre estas actividades, que necesitan de interacción, habría que mirar opciones salvaguardando las medidas sanitarias que impongan cada uno de los gobiernos locales”, explicó.
Sin embargo, soportar una reactivación económica y de generación de empleo apalancados en estos sectores podría demorar más de lo pensado, entendiendo que la tradición del país se centra, entre otros, en la manufactura y construcción, sobre los cuales ya se permitió una reactivación gradual.
“Dar el primer paso en esas actividades debe seguirse de una línea coherente, esto es: promover los sectores que se encadenan con estas industrias, la construcción ya en todos sus niveles, los proveedores tipo ferreterías y depósitos en general, por ejemplo”, complementó Mauricio López, coordinador del Grupo de Macroeconomía Aplicada de la Universidad de Antioquia, quien además declaró que no se puede dejar de ver que “la recuperación de la economía se encuentra supeditada al buen comportamiento que presente el país en términos de contagio”.
García, López y Oviedo concuerdan en que lo que se haga en materia de empleabilidad urbana será importantísimo, pues las 13 ciudades principales estaban siendo, hasta febrero, motor de reactivación laboral en Colombia.
Para la medición de marzo, la tasa de desempleo urbana llegó al 13,4 %, con un crecimiento de 1,4 puntos porcentuales en comparación con marzo de 2019; mientras que para el caso de los centros poblados y el rural disperso, fue de 7,7 %, 1,3 puntos porcentuales más que el año pasado.
Los otros resultados
Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), le dijo a EL COLOMBIANO el pasado 27 de abril que estos resultados del mercado laboral iban a ser especialmente importantes no sólo por lo que representaba el impacto del covid-19 sino porque pondrían de manifiesto la importancia de crear planes de empleabilidad y mejoras de condiciones de trabajo para el campo.
Y es que la caída en empleabilidad en las zonas rurales se ha amortiguado, en parte, porque la demanda de alimentos se mantiene, aunque con el peligro de que los productores no cuenten con ingresos suficientes para comprar los insumos que se necesitan en algunas cosechas (ver Radiografía).
Mientras eso ocurre en la ruralidad, las ciudades principales no se salvan del coletazo. Quibdó volvió a ser la de mayor tasa de desempleo en el trimestre enero-marzo: 22,5 %, casi 10 puntos porcentuales respecto al promedio de las 13 ciudades; mientras que Barranquilla, con el 9,1 %, fue la de menor.
Medellín, en cambio, tuvo una tasa de desempleo del 12,9 %, la séptima más baja de las 23 regiones más importantes de Colombia. Aunque desde Fenalco Antioquia se hizo un llamado para que se encuentren facilidades para los comerciantes locales, pues ese indicador, para el departamento al cerrar el año se situaría en 15 %, el dato subiría hasta el 16 % en Medellín.
“El costo que deja la cuarentena en el comercio antioqueño es de pérdidas diarias de 45.000 millones de pesos. Esto repercutirá enormemente en la economía general, teniendo en cuenta que este sector le aporta al PIB de la región el 16 %”, explicó Carlos Pineda, director ejecutivo de Fenalco en Antioquia.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), al igual que Fenalco y tanques de pensamiento, ve un panorama complicado en el corto plazo, y le entrega la responsabilidad a gobiernos y sistemas financieros de pintar un mediano plazo esperanzador, con políticas para aliviar las deudas de todo tipo de empresas, pues las proyecciones con el escenario actual no son las mejores: 300 millones de personas están en peligro de perder su empleo, según la organización internacional .