Revista Nacional de Agricultura
Edición 1054 – Diciembre 2024

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Uno de los temas que ocupa la agenda del agro y que hace parte de los retos que hoy tiene el sector agropecuario es la implementación de practicas sostenibles. En Colombia existe una empresa que se ha dedicado a investigar e innovar en este tipo de prácticas, pensando en restablecer el equilibrio biológico que se ha perdido por el uso de químicos en el agro. Esa empresa es Biocultivos, y para hablar del trabajo que vienen realizando conversamos con su fundador, Gonzalo Sarmiento.  
 

Revista Nacional de Agricultura: Gonzalo, empecemos por contarle a los lectores ¿Qué es Biocultivos?

Gonzalo Sarmiento: Biocultivos es una empresa, una spin-off de ciencia y tecnología aplicada al sector agropecuario, dedicada a restablecer el equilibrio biológico que hemos roto debido a las malas prácticas agrícolas y al abuso de los químicos. Desde Biocultivos, tenemos claro que no se trata de no usar químicos, sabemos que son necesarios; lo que debemos evitar es el abuso de su uso, ya que su exceso ha degradado suelos, dañando la flora del suelo y la biota, rompiendo así el equilibrio biológico.

El trabajo de Biocultivos consiste es encontrar los microorganismos apropiados para restablecer el equilibrio biológico, recuperar los suelos y regresar a la esencia de la vida que existía en los años 60s, cuando comenzó la famosa revolución verde, es decir, la introducción de los químicos en la agricultura.  

R.N.A.: Gonzalo hay algo que en lo personal me pareció maravilloso cuando empecé a buscar información sobre el trabajo de Biocultivos, y es su historia ¿cómo surge la idea de fundar Biocultivos?

G.S.: Mi profesión es agricultor, soy un campesino a mucho honor, esa es mi profesión, y soy la tercera generación de campesinos de mi familia. Cuando llegó la famosa revolución verde, yo era muy niño, y recuerdo que en alguna oportunidad escuché una conversación de mis padres y mis abuelos que decían que la agricultura se iba acabar, que acabaríamos con la tierra, y todo por culpa de los químicos. Eso me dejó muy impactado. Con el tiempo, me fui dando cuenta que lo que decían mis abuelos era cierto. No pasó en 10 años como ellos lo pronosticaron, pero en estos 50 o 60 años  he sido testigo de cómo hemos degradando la tierra.

Cuando comencé a sembrar arroz, eso fue en la década de los 70s inicios de los 80s, yo usaba tres o cuatro bultos de fertilizantes. Llegué a usar hasta 20 bultos, y de fungicidas e insecticidas hacía una o ninguna aplicación. Sin embargo, y con el tiempo llegué hacer dos, tres y hasta cuatro aplicaciones en algunas épocas de alta incidencia de enfermedades. No solo siembro arroz, también siembro algodón, maíz, soya e incluso, en alguna época,  sembré ajonjolí.

Hace algunos años, con un grupo de agricultores comenzamos a observar cómo íbamos degradando el suelo. Con el paso de los años, nos dimos cuenta que necesitábamos cada vez más fertilizantes. Cada 10 años, estábamos doblando el consumo de esto químicos, lo que generaba daños al medio ambiente y al bolsillo, ya que los precio de estos insumos crecía tres veces por encima de la inflación.  Por eso, decidimos buscar nuevas alternativas, buscar países que tuvieran el conocimiento en el manejo de biológicos y esos fueron los cubanos.  

Con la caída de la Unión Soviética, los cubanos quedaron bloqueados, pero desde el inicio de su revolución, ya habían previsto que eso podría suceder. Así que, lograron desarrollar una tecnología biológica que les permitió, en los años 91-92, hacer agricultura con cero químicos, solo con biológicos. Si bien la productividad bajó al 40%, no dejaron que su pueblo muriera de hambre. Cuando les volvieron abrir, comenzaron a combinar el uso de biológicos y químicos, lo que es normal,  y que es justamente lo que nosotros pretendemos hacer con estas tecnologías, que es racionalizar el uso del químicos.

R.N.A.: ¿Cuánto tiempo podría tardar restablecer ese equilibrio biológico que nos encargamos de destruir durante tantos años?

G.S.: Llevamos 70 años destruyendo el equilibrio biológico, y para lograr un restablecimiento total, tendrán que pasar unos 10 o 12 años, claro, haciendo aplicaciones constantes. Sin embargo, es importante dejar claro que los productos muestran un efecto desde el primer instante.

En Biocultivos, nos dedicamos a dos temas puntuales: la bio-fertilización y el control fitosanitario biológico. Pero, ¿por qué esos dos temas nos parecieron prioritarios?  Porque cualquier semilla que se haya desarrollado, sea  arroz, maíz, algodón, tiene un trabajo genético importante que lleva años. Por ejemplo, Fedearroz realiza trabajos genéticos para el mejoramiento de semillas, lo cual toma 10 años para lograr desarrollar una semilla con un gran potencial genético. Sin embargo, si a ese potencial genético no se le da un buen balance nutricional y un adecuado manejo fitosanitario, no se expresará su máximo potencial.

¿Y qué es un buen balance nutricional? Es el uso combinado de lo químico, lo orgánico y lo biológico. Hoy en la agricultura tradicional solo utilizamos lo químico.

Y, ¿qué es un manejo fitosanitario biológico? es vacunar la planta para evitar que se enferme. En la agricultura actual, lo que se hace es esperar a que la planta muestre signos de la enfermedad para luego intervenir con químicos, que sin duda son muy eficientes. Sin embargo, lo negativo de este proceso es que primero debemos esperar a que se presente la enfermedad, lo que ya ha generado un daño en la planta.

¿Qué hace Biocultivos? usamos biológicos para prevenir que la enfermedad aparezca en primer lugar, evitando que cause daño a la planta. De esta forma, la planta se mantiene saludable y puede expresar su máximo potencial genético, sin que ninguna enfermedad interfiera en su desarrollo.

R.N.A.: Y hablando de cada uno de los productos que hoy hacen parte del catálogo de Biocultivos, hablemos del tiempo que tardan en desarrollar cada uno de estos productos.

G.S.: Todo comienza con la búsqueda de la cepa apropiada. Sin embargo, nosotros tuvimos que realizar otros procesos, como el escalamiento industrial, porque, incluso hoy en día, existen biofábricas que desarrollan productos similares, pero sin contar con una tecnología adecuada, ni control de calidad. Esas son fabricas improvisadas, donde hacen los productos con un palo y una caneca al aire libre, y no plantas con la tecnología de vanguardia con la que cuenta Biocultivos. En nuestra planta, todo está controlado, es como si fuera una sala de cuidados intensivos; debemos evitar que se produzca una contaminación cruzada.

Desde que aislamos la cepa hasta llevar un producto al mercado el proceso puede tardar entre 8 y 12 años, más o menos. Desde que se aísla la cepa hasta convertirla en un producto comercial, pueden pasar alrededor de 7 años, y al menos uno o dos años más estabilizando el producto para asegurar que tenga viabilidad a lo largo del tiempo y que los microorganismos no mueran en el empaque.

Por ejemplo, el desarrollo del empaque también ha sido un proceso de innovación. Al principio, lo hacíamos en empaques similares a los de los productos químicos, en frascos, pero no fue la mejor opción. Así que hoy lo hacemos en vejigas especializadas, utilizando maquinaria especializada que hemos importado de Brasil.

Este es un tema de nunca acabar en investigación. Es vida, es trabajar con seres vivos, por lo que siempre debemos seguir investigando. Actualmente, contamos con tres biofertilizantes y dos biocontroladores: uno para el control de hongos patógenos y otro para el control de bacterias patógenas en los cultivos.

R.N.A.: ¿Cómo han recibido los productores, a los que ustedes se han acercado, la idea de empezar a producir de una manera distinta, con biológicos? ¿Se han comprometido a solucionar ese problema y ese desequilibrio biológico?

G.S.: Al principio, fue muy difícil; tuvimos que romper un paradigma y un estigma. El paradigma era que solo con químicos se podía hacer agricultura. Frente al mercado y al agricultor, también hubo escepticismo debido al paradigma de que solo con químicos se podía hacer agricultura, y al estigma de que los que hablábamos de biológicos éramos unos “mentirosos”, ya que, lamentablemente, los hay por montones.

Hay quienes desconocen que este proceso no es solo una investigación en un laboratorio; también es el trabajo de campo. Tener un departamento técnico es crucial, porque no todo lo que funciona en el laboratorio funciona en el campo. Es necesario determinar dosis, épocas de aplicación y otros detalles, este es un trabajo que toma entre 7 y 8 años. Mientras tanto, otros simplemente copian y, con una caneca y un palo, hacen un producto que, al final, solo resulta ser un caldo microbiano que venden, por supuesto, a una tercera parte del precio de nuestros productos. El problema vino cuando, al intentar vender nuestros productos, que sí son de calidad y generan los efectos que prometemos, nos encontramos con resistencia. Ese fue un estigma que tuvimos que romper. Pero, hoy en día, la gente sabe que es mejor pagar un poco más y obtener un producto de calidad y certificado.

Hoy, no solo los productores están entendiendo que esta tecnología es viable y necesaria, el consumidor final también está exigiendo un agro más sostenible. El exceso y abuso de los químicos ha producido grandes daños a la salud de los seres humanos. El mundo está exigiendo una agricultura más sostenible, que produzca alimentos menos contaminados, para que afecten menos la salud de las personas.

R.N.A.: La famosa ola verde, que fue la entrada de los químicos a la agricultura, tenía como objetivo aumentar la productividad, lo que finalmente se logró, con la implementación de estos productos biológicos ¿Qué pasaría con los índices de productividad?

G.S.: La producción no solo se mantendría, sino que podría darse un leve aumento. Sin embargo, esa no es la promesa de valor de Biocultivos. No se trata de hacer lo mismo que hicieron los productos químicos, que aumentaron la producción en más de un 30% o 40%. Estas tecnologías pueden que no eleven la producción significativamente, pero sí generarán procesos más sostenibles y, tal vez, un aumento del 10% o 15% en la producción.

En conclusión, las ventajas serían: una disminución en los costos, una posible simbiosis entre los químicos y los biológicos, que bien manejada podría llevar a un leve mejoramiento de la producción, pero más allá de eso, lo crucial es la sostenibilidad del sector. Una agricultura más sostenible nos permitirá seguir cultivando en el futuro, manteniendo la tierra, el agua y el aire. Si seguimos en esta escalada de abuso de químicos y malas prácticas agrícolas, en el futuro no podremos cumplir con la gran responsabilidad que tenemos los campesinos con la sociedad: producir alimentos y garantizar que las personas puedan tener sus comidas del día.

R.N.A.: ¿Cuál considera usted que es el mayor reto que tiene Biocultivos?

G.S.: El mayor reto que tiene Biocutivos es ampliar su portafolio. Actualmente, estamos en la categoría de los biofertilizantes y los biocontroladores, nos falta los bioinsecticidas, tenemos pensado entrar en el sector pecuario con los garrapaticidas de origen biológico, y lo más importante, seguir garantizando la calidad de los biológico y que cuenten con bioseguridad, porque cuando la producción de este tipo de insumos se da en esas biofábricas a cielo abierto el riesgo de tener en esos caldos microbianos patógenos es muy alto y los patógenos son más oportunistas que los biológicos.  

¿Qué hacemos nosotros, los que producimos productos biológicos de calidad? Garantizamos que solo estamos empacando el microorganismo que pretendemos, y no todo lo que hay en el ambiente. Esto se logra en plantas industriales, con las técnicas y la bioseguridad necesaria para evitar una contaminación cruzada.

Además, debemos seguir trabajando para mejorar la vida útil del producto. Estos son seres vivos, y es muy difícil mantenerlos en un frasco sin que se mueran. Hoy en día, podemos lograr que estos microorganismos tengan una vida útil de uno o dos años, un resultado que es producto de arduas investigaciones, pero ese es el reto, no solo de Biocultivos, sino de todas las empresas que trabajan con biológicos.

R.N.A.: ¿Cuál es hoy la mayor competencia o amenaza que tiene Biocultivos?

G.S.: Una de las amenazas que tiene Biocultivos hoy es que las multinacionales van a entrar al negocio con sus grandes capitales, pero esa es una amenaza que, si la sabemos manejar bien, se convierte en una oportunidad, porque ellos nos van a ayudar a masificar el consumo de estos productos.

Nuestra fortaleza es nuestra marca, que tiene el respaldo del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional, y, por supuesto, la calidad.

R.N.A.: La SAC tuvo la oportunidad de visitar la planta de Biocultivos, que está ubicada en Ibagué. Además de conocer el proceso de producción y las instalaciones, conocimos a los colaboradores, quienes son personas jóvenes. ¿Cuál ha sido la estrategia de Biocultivos para retener ese talento joven?

G.S.: Los jóvenes son mucho más entusiastas que nosotros, los mayores. A los jóvenes lo que les gusta son los retos, eso los entusiasma; las cosas nuevas, las novedades. Todos los que trabajan en Biocultivos son personas jóvenes, como lo has mencionado. Incluso, gracias al convenio que tenemos con la Universidad Nacional, hemos trabajado con muchos pasantes, incluso de otras universidades, como la Universidad del Tolima. Por ejemplo, nuestro descomponedor de lignina y celulosa lo desarrolló una doctora que hizo su doctorado en microbiología.

Entonces, por el contrario, yo creo que trabajar con jóvenes ha hecho que esto sea más interesante. Si me preguntaras sobre los activos de Biocultivos, cuál es el más valioso, es el talento humano que tiene la empresa. Ese es el valor más grande que tenemos, junto con el conocimiento que se ha adquirido en estos 20 años de la mano del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional. Esos son los dos activos más valiosos. El resto son máquinas y fierros, cosas que se van deteriorando con el tiempo, que se terminan dañando y se cambian, pero el talento humano y el conocimiento son lo que al final perdura.