Revista Nacional de Agricultura
Edición 1058 – Mayo 2025

Luz Karime Abadía, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana, analiza la alta informalidad laboral en el sector agropecuario y propone soluciones estructurales. 

En entrevista con la Revista Nacional de Agricultura, la economista Luz Karime Abadía explica por qué la informalidad laboral rural supera el 82% y propone cambios estructurales desde la educación, la conectividad y una política pública más pertinente y focalizada, destacando el rol de la universidad en la investigación y la formación.

RNA: Hablemos de informalidad en el trabajo rural que se mantiene por encima del 82%. Desde su experiencia, ¿qué explica esta cifra? ¿a qué se debe?

LUZ KARIME: Hay varios factores, pero quisiera empezar diciendo que infortunadamente Colombia le da la espalda al campo. Las áreas rurales en Colombia están desconectadas, no tienen buenas carreteras, no hay conectividad, no hay oferta de servicios sociales, educación, salud.

La informalidad es muy alta en Colombia, incluso en las áreas urbanas está llegando al 60% y en el campo se da porque en general no está tecnificado, no tiene buena educación, son pequeñas unidades productivas familiares que no pueden asumir costos laborales muy altos. La segunda razón está relacionada con que la legislación colombiana está hecha más para un trabajo urbano y eso que hoy en día también tenemos muchas restricciones. Fijamos salarios mínimos promedio para todo el país que son muy altos respecto al salario promedio que ganan las personas en ciertas ciudades y en el campo. Luego, las pequeñas unidades productivas no tienen cómo costear ese salario y terminan haciendo contrataciones que no son formales.

RNA: ¿Qué necesitamos para romper ese círculo vicioso en el campo colombiano?

LUZ KARIME: Ha habido falta de voluntad política y de coordinación entre diferentes entidades del Estado y entre lo público y lo privado. Necesitamos políticas públicas pertinentes, necesitamos realmente invertir en conectividad. Es que en la medida en que el campo no esté conectado con las ciudades, no haya buenas carreteras, no haya internet, no haya en general formas de poder articularse, sacar los productos rápido, va a ser muy difícil que el campo sea productivo.

A veces se cree que por ser área rural todo es igual y no es así. No es lo mismo un jornalero en el Caribe que un recolector de papa en Boyacá. Son dos contextos y dos regiones muy diferentes que requieren sin duda políticas muy focalizadas. Tienen necesidades diferentes. Y se hacen políticas de subsidios que además de ser asistencialistas no son sostenibles en el tiempo, entonces no se está cambiando realmente lo estructural para que tengamos un campo con personas con buen nivel de vida. Se necesita educación, una educación pertinente y de calidad que no es la misma que se lleva a las áreas urbanas.

La educación, incluso se necesita para adultos. Debe ser flexible, que se adecue a los ciclos de recolección, de cosecha. Y los niños necesitan una educación mucho más técnica, una educación más focalizada a sus necesidades, eso también sirve para el relevo generacional que es tan importante.

RNA: Conversemos ahora sobre la mujer rural, ¿cómo se cruzan esas brechas de género con las brechas de desigualdad en el campo? ¿Qué han identificado ustedes desde la academia?

LUZ KARIME: Las mujeres en la sociedad colombiana enfrentamos muchas barreras y en el mercado laboral hay discriminación, es mucho más difícil para una mujer salir del desempleo o de la informalidad. En el campo es una doble barrera, una doble discriminación por ser mujer y por estar en un área apartada que es el área rural. Muchas de ellas trabajan sin remuneración e incluso, como ocurre en las áreas urbanas, hacen tareas de cuidado. El no reconocer ese trabajo hace que las mujeres estén en un círculo de pobreza, que no tengan independencia o autonomía económica, que tienen más probabilidad de estar sometidas, de sufrir violencia doméstica, tienen menos posibilidad de tener acceso y ser dueñas de la tierra.

RNA: ¿Podríamos detallar más por qué es tan importante que haya educación en el campo y qué es lo que tenemos que hacer diferente?

LUZ KARIME: En general, cuando un individuo se educa es un individuo que tiene herramientas para poder cumplir sus sueños. Las personas que se educan tienen muchas más posibilidades de tener un trabajo formal, de salir más rápido del desempleo, tienen menos posibilidades de estar en la informalidad y sobre todo si son mujeres, mucho mejor porque les da autonomía económica, lo cual las hace libres. Y en el campo necesitamos una educación diferencial, incluso si son adultos necesitamos dar mucha capacitación en términos de herramientas tecnológicas porque hoy en día son muy importantes, bilingüismo, habilidades digitales, necesitamos información o capacitar sobre emprendimiento porque muchas de estas personas tienen un potencial muy grande. Necesitan información técnica relacionada con sus necesidades, saber llenar una contabilidad, saber cómo funcionan los mercados, cómo vender los productos, cómo fijar precios, cómo cubrirse contra riesgos que en el campo hay muchos riesgos asociados, por ejemplo, con los productos agrícola, por cuestiones climáticas, por violencia.

RNA: ¿Y desde las universidades qué se está haciendo? ¿Cómo puede una universidad aportar a resolver estas desigualdades de trabajo en el campo?

LUZ KARIME: Hay al menos dos vías muy directas de parte de las universidades para transformar el campo. Una de ellas es la investigación. Cuando se hace investigación, para mencionar un ejemplo, en esta facultad tenemos el Observatorio Financiero Rural. Es un observatorio que lanzamos el año pasado y se dedica específicamente a monitorear qué está pasando en el campo. Hace poco publicamos un informe muy interesante de cómo a las mujeres en la ruralidad les fijan tasas de interés más altas por un crédito, luego eso perpetúa las desigualdades. Entonces si nosotros, nuestra misión es hacer investigación, investigación de calidad sobre los problemas reales de Colombia y especialmente sobre el campo, podemos dar evidencia, datos, información que ayude a los hacedores de política y al sector privado a tomar mejores decisiones. Hacemos evaluaciones de impacto, podemos decir si una política está bien focalizada, si está dando resultados, si los recursos están invirtiendo bien.

La otra vía es con formación, con educación. La misión que tenemos las universidades, y en eso todavía falta mucho en Colombia, es cómo nos salimos de las ciudades para llevar nuestra oferta, flexible y pertinente hacia las regiones más apartadas de Colombia. Que llegue a mujeres, a adultos mayores y que les permita tener una formación técnica y muy pertinente.

En www.ofr.javeriana.edu.co encuentran todos estos estudios y herramientas, pero tenemos otras iniciativas también: el Laboratorio de Economía de la Educación pública, por ejemplo, información de cómo está la educación en el área rural. O el Observatorio Fiscal con información de cómo son las fuentes de ingreso, pero sobre todo en qué se gastan los gobiernos locales y nacionales los recursos. Y esa es una veeduría muy interesante que sirve, por supuesto, también para el sector rural.