Revista Nacional de Agricultura
Edición 1063 – Octubre 2025
En el marco de la conmemoración de los 63 años de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma, Fedepalma, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) conversó con Nicolás Pérez Marulanda, presidente ejecutivo del gremio, sobre los principales hitos alcanzados, los retos que enfrenta el sector y la visión a largo plazo de la palmicultura colombiana.
Revista Nacional de Agricultura (RNA): Fedepalma llega a los 63 años en un momento crucial para el país y para la agroindustria. ¿Qué balance hace de este recorrido general y de los principales hitos que se han alcanzado?
Nicolás Pérez Marulanda (N.P.M.): Con más de seis décadas de historia, Fedepalma se ha consolidado como uno de los gremios de mayor trayectoria en el sector agropecuario y ha contribuido de manera decisiva al impulso de la agroindustria desde inicios de la década de los sesenta.
El primero de los grandes hitos tiene que ver, precisamente, con el hecho de que, a lo largo del tiempo, una agroindustria que era reducida en número de participantes y que estaba básicamente orientada a atender el mercado nacional de alimentos, fue creciendo y permitiendo la inclusión de productores de pequeña y mediana escala, expandiéndose a distintas regiones del país.
El segundo fue la consolidación de nuestra parafiscalidad agropecuaria en 1994, con la creación del Fondo de Fomento Palmero y, casi simultáneamente, la fundación de nuestro centro de investigación Cenipalma, el más importante de América en materia de palma de aceite.
Esto le ha permitido a la palmicultura colombiana enfrentar los retos propios de nuestra geografía, clima, plagas y enfermedades, además de brindar soporte técnico a todos los palmicultores del país, especialmente a los pequeños.
RNA:¿Qué papel han jugado los pequeños y medianos productores en este proceso de consolidación y en las nuevas apuestas del sector?
N.P.M.: La inclusión progresiva de productores —primero medianos y luego pequeños— se ha dado en los últimos 20 años y coincidió con el nacimiento y consolidación de la industria de los biocombustibles en Colombia, a partir de la ley que creó el Programa Nacional de Biocombustibles.
Esto permitió ampliar progresivamente el área sembrada: pasamos de unas 250 mil hectáreas a comienzos de los 2000 a 610 mil hectáreas al cierre del año pasado, convirtiendo a la palma de aceite en el segundo cultivo más grande del país en extensión, después del café.
Hoy hay cerca de 7.000 productores de pequeña escala en Colombia, que representan el 75 % de los palmicultores. Esto les ha permitido a familias en zonas apartadas —muchas afectadas por la violencia o los cultivos ilícitos— hacer una transición hacia una actividad formal y legal, desarrollar un proyecto de vida de largo plazo y lograr transformaciones extraordinarias en sus territorios. Los pequeños y medianos productores son, sin duda, el corazón del funcionamiento de este sector.
RNA: De cara al futuro, ¿cómo se imagina el rol de la palma colombiana en la economía y en los mercados globales en los próximos años?
N.P.M.: En nuestra pasada conferencia internacional analizábamos cómo la demanda mundial de aceites vegetales ha crecido de forma sostenida, ligada al aumento de la población y a nuevos mercados como los biocombustibles. Esto ha ocurrido en paralelo con las limitaciones para expandir cultivos oleaginosos en muchos países.
Colombia es de los pocos países que todavía tiene tierra dentro de la frontera agrícola sin deforestar que podría destinarse a estos cultivos. Es una oportunidad de oro, pero para aprovecharla debemos superar tres retos principales: seguridad jurídica sobre la tierra, infraestructura básica en zonas apartadas y seguridad física. Sin estos tres elementos será difícil atraer inversión y aprovechar este activo que tenemos.
RNA: Además de los retos mencionados, ¿cuáles considera que deberían ser las prioridades del próximo gobierno para proteger esta agroindustria y promover el empleo?
N.P.M.: El primero es la transformación demográfica profunda que vive Colombia: está cayendo la natalidad y aumentando la migración campo–ciudad, lo que genera un déficit de mano de obra en zonas rurales. Para actividades que no logren mecanizarse rápidamente será difícil crecer. Se requieren políticas públicas ambiciosas para hacer atractivo trabajar en el campo: salud, educación, infraestructura y calidad de vida.
El segundo es entender que cada zona del país tiene realidades distintas. No es lo mismo producir en la Altillanura que en el Valle del Magdalena Medio o en la zona andina. Se necesita una planificación ordenada del uso del suelo, modelos competitivos y una decisión consciente de participar en mercados internacionales volátiles.
Y lo último que quiero resaltar es que el sector privado es el eje fundamental del desarrollo del país y del campo. Colombia tiene una larguísima experiencia en el desarrollo de capacidades en el sector privado, y trabajando con él es como podemos hacer realidad estas oportunidades.
RNA: Finalmente, ¿qué mensaje quiere enviar a los palmicultores, aliados estratégicos y a la sociedad colombiana en estos 63 años de Fedepalma?
N.P.M.: A los palmicultores quiero decirles que esta federación existe gracias al trabajo que ellos y ellas realizan en los más de 165 municipios en los que estamos presentes. Fedepalma no tendría razón de ser sin su esfuerzo incansable y su compromiso por sacar adelante sus cultivos, comunidades y familias.
A los colombianos, muchos de los cuales aún no conocen al sector palmicultor, quiero contarles que esta industria aporta a múltiples aspectos de la vida cotidiana. Cada uno de nosotros consume aceite de palma diariamente, muchas veces sin saberlo. Esta agroindustria ha logrado integrar productores de distintos tamaños, garantizar la cero deforestación y convertirse en un referente mundial de sostenibilidad.


