Revista Nacional de Agricultura
Edición 1056 – Marzo 2025

El sector agropecuario es el segundo generador de empleo del país, superado únicamente por la rama de comercio y reparación de vehículos (con más de cuatro millones de ocupados). De acuerdo con los datos del DANE [1], el año pasado se registró un promedio mensual de 3,28 millones de personas ocupadas en actividades agropecuarias, esto es el 14,2% del total de trabajadores a nivel nacional.
Las personas ocupadas en este sector son principalmente trabajadores por cuenta propia (con el 56,3% del total), trabajadores sin remuneración (28%): el 23% corresponde a trabajadores en empresas o negocios de otros y 5% a trabajadores familiares que no reciben remuneración. Le siguen los obreros o empleados de empresas particulares (con el 13%), los patrones o empleadores (4%) y los jornaleros o peones.
Caracterización de la mano de obra
Los trabajadores del sector agropecuario son mayoritariamente hombres, pues representan el 83% del total de ocupados frente al 17% de las mujeres.
En lo que tiene que ver con la edad, el 43% de los ocupados en el sector tienen 45 años o más. Este porcentaje es mayor para los hombres (con el 44%) y resulta más crítico si se analiza el número de ocupados mayor a 55 años, que concentra el 26% de los trabajadores.
Este panorama refuerza la necesidad lograr un proceso de relevo generacional que dinamice el sector y lo vuelva más atractivo para los jóvenes colombianos. Sólo el 25% de los ocupados en el sector tiene menos 25 años o menos.
A pesar de la concentración en edades avanzadas, los trabajadores agropecuarios no cuentan con una protección para la vejez: el 90,4% no cotiza a ningún fondo de pensiones, el 6,2% de ellos aporta a un fondo privado, sólo el 3,3% hace parte del régimen público y de manera marginal, menos del 1%, participa con un modelo subsidiado. No ocurre lo mismo en lo que tiene que ver con el acceso a salud, en donde la cobertura es mayor al 94%, pero el modelo de protección es fundamentalmente subsidiado (79% de los trabajadores).
Estos datos están alineados con los índices de informalidad laboral en las zonas rurales del país, que se mantienen sobre el 80% de la población ocupada en los centros poblados y rural disperso. Muy por encima de los niveles de informalidad nacional (que llegan al 56[1]%). Estos datos evidencian la complejidad de las dinámicas laborales en el campo, que no necesariamente coinciden con el régimen laboral vigente y tienen efectos sobre el nivel de ingresos de estos trabajadores y, por ende, sobre su calidad de vida.
Según la información del DANE el ingreso promedio de los trabajadores agropecuarios ascendió a $982.463 en 2024[2]. Este monto es inferior para las mujeres ocupadas en el sector, que ganan en promedio un 16% menos que los hombres: el ingreso promedio para los hombres es de un millón de pesos y el de las mujeres asciende a casi $846 mil. El ingreso varía si se considera la posición ocupada de los trabajadores agropecuarios y es más bajo en el caso de los trabajadores por cuenta propia[3] y de los jornaleros, pues ambos registran ingresos promedio considerablemente menores, con $677.688 y $525.000 respectivamente.
A pesar de este escenario, este sector productivo es clave para el dinamismo socioeconómico del país, contribuye a la seguridad alimentaria del país, mediante la producción de más de 70 millones de toneladas de alimentos año y aporta más del 6,2%[4] del PIB nacional.
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[1] Microdatos GEIH 2024 – Cálculos SAC.
[1] DANE (GEIH) – Datos de desempleo. Promedio anual dato informalidad mensual para 2024.
[2] El dato es diferente si se considera la posición ocupada. El ingreso promedio de los empleados de empresa particular y de los patrones o empleadores es mayor a un SMMLV. Por el contrario, el nivel de ingreso más bajo se registra para los jornaleros y los trabajadores por cuenta propia (ambos por debajo de los $700 mil).
[3] Esta categoría representa la mayor proporción de la población ocupada en el sector.
[4] Fuente: DANE- PIB producción. IV trim 2024.