Revista Nacional de Agricultura
Edición 1060 – Julio 2025

La Confederación Colombiana del Algodón (Conalgodón) conmemora 45 años de historia gremial, retos superados y aprendizajes que han marcado al agro colombiano. En conversación con César Pardo, presidente ejecutivo del gremio, se destacan avances como el desarrollo de nuevas siembras en los Llanos Orientales, la certificación ambiental y laboral del algodón. El llamado es a unir esfuerzos; productores, industria textil, gobierno y consumidores, para que el algodón colombiano siga siendo símbolo de trabajo, desarrollo y futuro para muchas regiones del país.

RNA: ¿Qué significan estos 45 años de Conalgodón para usted y para el gremio?

César: Lo primero que tengo que decirles es que esta es una entrevista muy especial, porque el cultivo del algodón atraviesa una situación absolutamente crítica, causada principalmente por la pérdida de rentabilidad debido a los bajos precios internacionales. Sin embargo, contamos con algunos instrumentos que nos permiten confiar en que, superada esta etapa, en los próximos años el algodón podrá posicionarse nuevamente como un cultivo competitivo dentro de los llamados cultivos del siglo corto, ya que este ha sido un producto de gran importancia para el país, en el siglo pasado, fue el segundo renglón de exportaciones agrícolas, después del café.

El algodón llegó a cultivarse en aproximadamente 300.000 hectáreas, generando empleo para muchas personas y contribuyendo al desarrollo de amplias zonas del país. Tradicionalmente, se cultivaba en dos cosechas: una en la región de la costa atlántica durante el segundo semestre del año, y otra en el interior del país. Esto permitió que departamentos como Córdoba, Bolívar, Atlántico y La Guajira se beneficiaran ampliamente de esta actividad productiva, al igual que regiones como Tolima, Cundinamarca, Huila y el Valle del Cauca.

Hoy, tras 25 años sin sembrarse algodón en el departamento del Meta, tenemos una expectativa muy importante, la posibilidad de consolidar el cultivo en los Llanos Orientales. Actualmente, se está sembrando en Piedemonte y en la Altillanura, en zonas como Puerto Gaitán, donde las condiciones son favorables. Creemos que estos cultivos pueden ser rentables y competitivos, y que, si se resuelven retos logísticos como el transporte y la disponibilidad de maquinaria para la recolección, podríamos lograr un desarrollo significativo en esta región, compensando en parte la disminución del cultivo en otras zonas del interior del país.

RNA: Si miramos un poco hacia atrás, ¿cómo ha evolucionado el cultivo de algodón en Colombia, desde la creación del gremio hasta el día de hoy?

César: El gremio fue creado en 1980 y antes de la creación del algodón existía la Federación Colombiana de Algodoneros. Por situaciones políticas y de organización gremial, se decidió crear la Confederación Colombiana del Algodón, que agremia no a agricultores individuales, sino a empresas y gremios productores de algodón.

Nosotros llegamos a producir en el país cerca de 250.000 toneladas de algodón. Sin embargo, por problemas de costos de producción, y sobre todo a finales del siglo pasado por problemas de plagas, llevó a que se acabara el cultivo. Sin embargo, en el año 2005, el gobierno nacional desarrolló un CONPES que le sirvió para aumentar la competitividad y productividad del cultivo de algodón, así como reducir los costos de producción. Dentro de este marco, se implementó un instrumento llamado “precio mínimo de garantía”, el cual fijaba un precio para el algodón independientemente del comportamiento del precio internacional. Si bien este mecanismo llevó a que algunos agricultores no se enfocaran en mejorar su competitividad ni en disminuir sus costos, también permitió aumentar la productividad del cultivo. En 2005 se producían alrededor de 550 kilos de fibra por hectárea, y para 2015, año en que finalizó el CONPES algodonero, la productividad se había incrementado a un promedio de 1.000 kilos por hectárea.

RNA: Actualmente ¿Cuál es la situación que tenemos a nivel nacional?

Hoy, Colombia produce más de una tonelada de fibra por hectárea, superando incluso a países como Estados Unidos en términos de productividad. Sin embargo, aún hay espacio para seguir mejorando, especialmente si se considera que países como Brasil y China ya alcanzan rendimientos superiores a dos toneladas por hectárea.

Con una producción de dos toneladas de fibra por hectárea, la rentabilidad del cultivo de algodón aumenta considerablemente. En este contexto, hemos señalado la necesidad de hacer una pausa en las actividades que venimos desarrollando, con el fin de empezar a implementar algunos instrumentos propuestos por la Confederación de Algodoneros. El objetivo es que el algodón vuelva a ser una actividad rentable en el futuro.

En los últimos dos años los precios internacionales han caído por debajo de los 70 centavos de dólar por libra. El valor del algodón se determina con base en la cotización internacional: el precio de la libra en la Bolsa de Nueva York y la tasa de cambio. Esto ha impactado directamente la rentabilidad, haciendo más urgente la adopción de medidas estructurales para garantizar la sostenibilidad del sector.Actualmente, el valor de la tonelada de algodón ronda los seis millones y medio de pesos, una cifra que no garantiza rentabilidad suficiente para los agricultores.

El algodón se comercializa bajo esquemas de agricultura por contrato, las empresas desmotadoras se comprometen a comprar toda la producción al precio de la semana en que se entregue. El problema es que, con precios internacionales bajos, los ingresos resultan insuficientes. Por eso, se está promoviendo el uso de coberturas o seguros de precio, que permiten a los productores fijar un valor anticipado para su cosecha.

RNA: ¿Cómo ha impactado la importación de hilos asiáticos a la industria algodonera en Colombia?

César: El algodón colombiano no es competitivo frente al hilo importado de países asiáticos como Vietnam y Bangladesh, donde hay subsidios y bajos estándares laborales, lo que permite venderlo un 20 % más barato que el hilo producido en Colombia. Esto ha provocado el cierre de hilanderías; hoy solo quedan tres activas. Como resultado, el consumo nacional de algodón cayó de 80.000 a 16.000 toneladas al año. Aunque actualmente ni siquiera se alcanza esa producción, se espera que con la certificación del algodón y mejores precios, se logren suplir las necesidades de estas hilanderías (unas 60.000 toneladas al año), lo que implicaría sembrar entre 30.000 y 40.000 hectáreas y reactivar el cultivo.

RNA: ¿Qué expectativas tienen ustedes este año frente al comportamiento del mercado y la producción nacional?

César: Creemos que los precios van a mantenerse, ya que se determinan por la oferta y la demanda del algodón. Actualmente, la oferta sigue siendo de aproximadamente 9,5 millones de toneladas, y la demanda está en un nivel similar.

Además, el gremio avanza en un proceso de certificación del algodón en dos ejes fundamentales: el laboral y el ambiental. Ya en 2023 se lograron importantes avances, por lo que para finales de este año los algodones podrían contar con certificación oficial, respaldando prácticas laborales responsables y un menor impacto ambiental.

RNA: ¿Qué mensaje le daría hoy a los productores y aliados del gremio que han hecho posible estos 45 años?

César: Lo primero que debemos hacer es agradecer a las empresas destileras que consumieron el 100 % del algodón producido en el país. Aunque Colombia fue un país exportador de algodón durante el siglo pasado, en este siglo toda la producción se ha destinado al mercado nacional, específicamente a las hilanderías, a través de una empresa comercializadora que garantiza la compra del algodón. En ese sentido, expresamos nuestro respaldo a estas empresas, y hacemos un llamado al Gobierno nacional para evitar la reducción del arancel a los hilos.

Nos preocupa que exista un decreto en estudio en el Ministerio de Comercio que propone reducir este arancel al 5 %. Si esto ocurre, las consecuencias serían graves: se pondría en riesgo la supervivencia de las hilanderías y, con ello, desaparecería el mercado nacional del algodón. Todo el algodón que se produzca tendría que exportarse, con los retos logísticos y comerciales que eso implica.

El segundo mensaje que queremos destacar es de gratitud a los agricultores que, pese a la baja rentabilidad, siguen apostándole al cultivo del algodón. Muchos de ellos hacen rotación con maíz o arroz, lo que ha permitido mantener el cultivo, aunque en una situación estable y no expansiva. Su compromiso es clave para conservar viva esta cadena productiva mientras se crean mejores condiciones que permitan su crecimiento futuro.

El tercer punto es la necesidad de revisar las condiciones de comercialización del algodón. Los productores deben esperar dos o tres meses desde la entrega del algodón hasta recibir el pago, ya que la liquidación depende de su procesamiento completo en la desmotadora y posterior venta a la destilería. Esta espera afecta su liquidez y capacidad de planificación.

Frente al momento actual del algodón colombiano, reafirmamos nuestro compromiso de buscar soluciones que beneficien a todos los eslabones de la cadena y permitan consolidar un cultivo que históricamente ha sido fundamental para el desarrollo agrícola del país.