Revista Nacional de Agricultura
Edición 1063 – Octubre 2025

El sector agropecuario colombiano enfrenta una coyuntura compleja. Los enfrentamientos retóricos entre la Casa Blanca y la Casa de Nariño, que se dieron inicialmente el 26 de enero de 2025 y que se han repetido desde la primera semana de octubre, amenazan el acceso preferencial garantizado por el Tratado de Libre Comercio -TLC poniendo en riesgo más del 40% de las exportaciones agropecuarias colombianas. Esta tensión geopolítica puede comprometer no solo a la diversificación de la canasta agroexportadora sino también la viabilidad económica del sector.

La paradoja es que, mientras la capacidad exportadora depende de las relaciones diplomáticas con el mundo, nuestra seguridad alimentaria interna también depende, en gran parte, del mercado internacional, particularmente de Estados Unidos. En Colombia importamos más de ocho millones de toneladas anuales de insumos importantes (maíz amarillo, torta de soya y frijol de soya) para la alimentación animal destinada a la producción local de proteína: huevo, pollo y cerdo, además de la producción de tilapia que se exporta a Estados Unidos.

Más allá de las divisas, el agro es el principal motor de empleo en el campo con más de 3,3 millones de ocupados en el sector, representando el 14% del total de ocupados nacionales.

Para dimensionar el impacto que podría generar la imposición de cualquier arancel o barrera comercial desde Estados Unidos, es crucial entender el tejido humano que hay detrás de los exportadores agropecuarios.

Entre café, flores, aguacate Hass, panela y azúcar se generan más de un millón de empleos, sin contar a las familias de los trabajadores cuyo sustento depende de su actividad. La generación y mantenimiento de este empleo es crucial para el desarrollo y bienestar en las zonas rurales.

  • La floricultura genera más de 240 mil empleos entre directos e indirectos,todos ellos formales. De estos, el 60% son mujeres la mayoría cabezas de hogar.
  • El aguacate Hass genera 79 mil empleos directos y más de 40 mil indirectos.
  • La caña de azúcar y la panela generan conjuntamente más de 500 mil empleos.
  • El café beneficia más de 543 mil familias.

Diversificación, ¿cuento o realidad?

Es lógico pensar que la creciente tensión política debería acelerar la búsqueda de nuevos mercados. Sin embargo, como desde la SAC y sus afiliados hemos retirado al gobierno desde el 26 de enero, el mercado de los Estados Unidos sigue siendo prioritario para algunos productos agropecuarios. Otros ya cuentan con mercados alternativos consolidados, mientras que un tercer grupo aún requiere una verdadera estrategia y gestión gubernamental que asegure la admisibilidad sanitaria y e inocuidad, además de una promoción efectiva en coordinación con el sector privado.

Aunque Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, los exportadores agropecuarios han logrado llegar a nuevos destinos. Nuestros siguientes socios comerciales se encuentran en la Unión Europea.

El aguacate Hass es un ejemplo para el país: su principal destino es la Unión Europea. En 2024 se exportaron más de 138 mil toneladas comparadas con las más de 30 mil enviadas a Estados Unidos. En ese mismo año, Colombia se consolidó como el cuarto proveedor del mercado europeo seguido de Perú, España e Israel. El esfuerzo de diversificación también ha dado sus frutos en Asia, aunque con volúmenes menores.

La adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, conocida como la “Ruta de la Seda”, generó polémica dada la sensibilidad que genera en nuestra relación estructural con Estados Unidos.

Más allá de la controversia, el mercado chino debe analizarse con prudencia: las dificultades logísticas y regulatorias lo convierten en una alternativa limitada para la diversificación de nuestra oferta exportable.

Además, existe una gran distancia entre la firma de esquemas de cooperación o acuerdos políticos y la admisibilidad sanitaria real de los productos. El caso del aguacate Hass en Estados Unidos, Corea y Japón evidencia estos desafíos que van más allá de los aranceles y la política exterior.

Los tiempos de los procesos de admisibilidad sanitaria representan un alto costo de oportunidad para el sector. Las inspecciones sanitarias y de inocuidad, el intercambio de documentación y la competencia por ser priorizados se suman a los retos internos de capacidad de respuesta del ICA y del INVIMA.

También se requiere un esfuerzo de coordinación y fortalecimiento institucional para fomentar el acceso a nuevos mercados. La llamada “diplomacia sanitaria” de la cual mucho se habla, no se ha logrado consolidar como una estrategia gubernamental que acelere los procesos de admisibilidad.

En medio de esta tormenta diplomática, el agro colombiano se encuentra en el fuego cruzado. La imposición de barreras o aranceles tendría repercusiones sobre el bienestar de los productores y la viabilidad del sector. Aunque aún no hay un desenlace definitivo, la posible suspensión del TLC afectaría, además, a los consumidores colombianos.

El acuerdo vigente permite que varios productos e insumos estadounidenses entren al país con un arancel cero o muy bajo. Su terminación significaría un aumento automático en el precio de materias primas con un efecto catastrófico sobre la producción de ciertos alimentos en el país.

Por ahora, la incertidumbre se mantiene. Nuestras exportaciones al principal mercado de destino enfrentan un arancel del 10%, sin una solución cercana, mientras otros países avanzan en sus negociaciones con la Casa Blanca y la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., – USTR, nuestros productores continuarán explorando nuevos destinos, pero no pueden hacerlo solos, la acción efectiva del Gobierno es indispensable.