Revista Nacional de Agricultura
Edición 1047 – Mayo 2024

Sin empleo, seguridad jurídica y seguridad física no hay crecimiento que aguante.

Por: Jorge Enrique Bedoya, presidente de la SAC

Por supuesto es de destacar la noticia sobre el crecimiento del 5,5% del sector agropecuario en el primer trimestre de este 2024, la cual reafirma la importancia estratégica de nuestro sector para el país y la necesidad de que todo el estado se vuelque a resolver los problemas que hoy le quitan el sueño a nuestros productores.

Sin embargo resulta paradójico que aún con ese crecimiento, tan solo en el mes de marzo, según el DANE, se perdieron más de 200 mil empleos en la ruralidad.  Y a propósito de la pérdida de empleo, es bueno tener presente que la salud de los productores de alimentos de nuestro país depende de la salud de los consumidores o lo que es lo mismo de los trabajadores.

Resulta entonces extremadamente preocupante la caída del PIB del primer trimestre del año en actividades como el comercio y reparación de vehículos, alojamiento y servicios de comida, la industria manufacturera, y el muy pobre desempeño de la construcción. El desempeño negativo de estos sectores, que en su conjunto representan más de 9 millones de empleos, indiscutiblemente le puede también pasar una cuenta de cobro muy alta a los productores de comida de nuestro país.

No es sino recordar lo que ocurrió en el año 2020 cuando llegó la pandemia a nuestro país. Veníamos con una producción anual de más de 70 millones de toneladas de comida lista para abastecer las necesidades del mercado nacional y cuando el COVID nos obligó al aislamiento obligatorio, el empleo se empezó a desmoronar semana a semana y se llevó por delante el consumo de alimentos. Prácticamente durante gran parte de es año, la inflación de alimentos fue negativa y estoy seguro que los lectores recordarán a nuestros productores de papa regalando literalmente su producción en peajes y carreteras. 

Debe ser prioritario para el Gobierno dar señales y tomar acciones concretas para que la reactivación de la economía sea una realidad. Y por supuesto, muy importante también que el Banco de la República continúe y acelere la reducción de las tasas de interés. El alto costo del crédito es una asfixia tanto para productores como para consumidores.

Las señales de política pública y su impacto en la inversión, en el crecimiento y la generación de empleo también son factores determinantes para nuestro sector. Y es innegable que diferentes iniciativas que arrancan o continúan su trámite en el Congreso de la República como la reforma laboral, la jurisdicción agraria, el impuesto predial, la extranjerización de las tierras y muchas otras, generan serias preocupaciones en nuestros productores. Las decisiones de inversión en el campo también dependen de la seguridad jurídica y por esto el llamado tanto al Gobierno como al Congreso para que todas estas y otras iniciativas se evalúen y discutan con mucho juicio, rigor técnico y sin afán. Quienes hoy toman estas decisiones tienen una enorme responsabilidad con los más de 12 millones de habitantes que tiene la ruralidad y con el futuro de la seguridad alimentaria de los colombianos.

Desafortunadamente, como lo hemos mencionado en este espacio en múltiples oportunidades, la seguridad física sigue siendo un dolor de cabeza para el sector. La extorsión no afloja, las crecientes acciones de los grupos terroristas y los continuos bloqueos a las carreteras, pareciera que se vuelven parte de un lamentable paisaje nacional que puede afectar la inversión.  Le corresponde al Gobierno garantizar la seguridad de todos los colombianos y también fortalecer las capacidades de nuestras Fuerza Militares y de Policía para que puedan combatir efectivamente a delincuentes y terroristas. Sin seguridad no son sostenibles en el tiempo ni la inversión ni el crecimiento.

Así las cosas y más allá del crecimiento de un trimestre, son muchas variables las que determinan el bienestar del sector agropecuario y de sus productores, y en la coyuntura, la salud de los consumidores es absolutamente fundamental. Si se continúa deteriorando la economía y el empleo, esto puede afectar seriamente el consumo de alimentos y posteriormente a nuestros productores.De muy poco servirá crecer si quienes representan la razón de ser de nuestros productores atraviesan por un mal momento.