Revista Nacional de Agricultura
Edición 1015 – Junio 2021
Su retiro se producirá en agosto, cuando asuma su remplazo, Nicolás Pérez Marulanda.
Entrevista de María Isabel Díaz Olave.
Revista Nacional de Agricultura: ¿Cómo le fue al gremio palmero en el 2020 y qué medidas implementaron, de una parte, para cumplir con los protocolos de bioseguridad, y de otro, para seguir trabajando y estar del lado de los productores del campo colombiano?
Jens Mesa Dishington: Lo más importante es recordar que la actividad agrícola hay que entenderla como de muy largo plazo, y en la que también hay que prepararse para enfrentar ciclos buenos, regulares y malos. Nosotros, en el sector de la palma de aceite, tuvimos un par de años muy difíciles, previos a la pandemia, y estábamos comenzando una recuperación económica cuando vino esta situación. En el segundo trimestre del 2020 realmente se cerraron muchos mercados, cayó la demanda, colapsó por momentos la comercialización y, de alguna forma, creo que para nuestro sector fue fundamental la organización que hemos venido teniendo a través de muchos años.
Por ejemplo, ante el cierre del mercado de biodiésel en Colombia, que es muy significativo para nuestra producción, además del mercado alimentario, con esa caída en la demanda, consecuencia del cierre que tuvo toda la economía, empezamos a tener grandes volúmenes de producción sin poderlos colocar, lo que desesperó a los productores y nos obligó a buscar clientes en el exterior, a activar una logística complementaria a la de exportación que desarrollamos, a agilizar la operación de barcos que estaban por llegar a Colombia y, en definitiva, pudimos evolucionar bien con eso , y fue algo muy positivo.
Por otra parte, nuestro foco central estaba en cuidar la vida de todos nuestros colaboradores, así como la operación productiva, para lo cual se activaron protocolos desde Fedepalma y Cenipalma, trabajando de la mano con las empresas ancla de los núcleos palmeros, para demorar la llegada de este virus a nuestros trabajadores, cosa que efectivamente se ha podido lograr y por esto tenemos un buen balance de la situación.
R.N.A.: ¿Y cómo les ha ido a Fedepalma y a sus afiliados en lo que va corrido de 2021?
J.M.D.: Los cuatro primeros meses de este año, previo a esta situación de agitación que se ha vivido en Colombia, para el sector palmero colombiano fueron muy interesantes por los buenos precios internacionales. Hemos tenido una reactivación en la demanda local, en el mercado alimentario y en el mercado de biodiésel muy positiva, que a las empresas les ha permitido comenzar a recuperarse de ese golpe que se había recibido en el 2018 y en el 2019, que fueron de precios internacionales históricamente bajos.
Esta situación actual que afrontan las regiones, unas más que otras, donde hay dificultades para la movilidad, para trabajar, para llevar los insumos, entregar los productos de nuestra agroindustria; en fin, para cumplir con nuestros compromisos comerciales, tanto en Colombia como en el exterior, duele muchísimo y realmente afecta a todos los colombianos, especialmente a los más vulnerables.
R.N.A.: Y en esa línea, doctor Mesa, ¿cómo han impactado en el sector palmero esta serie de bloqueos a las carretas, que ya cumplieron más de un mes?
J.M.D.: El balance es muy diverso, porque como nos movemos en una geografía bastante amplia, tenemos zonas donde ha habido alguna tranquilidad y otras totalmente paradas, bloqueadas, y donde no se ha podido trabajar absolutamente nada. El impacto no es homogéneo en el sector, pero realmente por lo que hemos venido cuantificando, estamos hablando ya de pérdidas de ventas y de afectación de los flujos de caja, de alrededor de $150.000 millones, además del perjuicio que esto va a tener en productividad, porque los ciclos de fertilización no se han podido llevar a cabo y, en otros casos, también empezamos a perder fruta que habrá que, una vez se coseche, enterrarla porque ya no estará en condiciones de poderla procesar para extraerle el aceite.
R.N.A.: Hablando de cosas más amables, uno de los temas más destacados para Fedepalma es la sostenibilidad. ¿Cuál es esa apuesta del gremio que Usted preside en cuanto al uso y cuidado de los recursos naturales?
J.M.D.: La agroindustria de la palma de aceite en Colombia se viene desarrollando de forma bastante diferente a algunas otras realidades que a veces por las redes sociales o por algunas notas de prensa se muestran, pero que corresponden a otros escenarios, no al colombiano. El nuestro es un sector bastante empresarial, de inversionistas que están en otras actividades de la economía colombiana y que han visto que sembrar en el campo puede ser también para ellos una alternativa.
Este sector se caracteriza por la adopción de buenas prácticas en los distintos frentes, tanto en lo ambiental como en lo social, y eso en el ámbito internacional ha llamado mucho la atención.
El balance de nuestro país en este sector es muy positivo, reconocido no solo local, sino internacional, lo que nos ha llevado a acuñar un lema que dice “El aceite de palma colombiano, es único y diferenciado”, porque a partir de la construcción de una sostenibilidad ambiental y social, queremos entregarles a nuestros clientes un producto en las mejores condiciones, calificado y con valor agregado.
Cada día más, las empresas y los consumidores están reclamando conocer cuál es la verdad que hay alrededor de cómo se producen los distintos productos que llegan a su mesa. De ahí también el interés de nuestro sector de que haya amplio conocimiento, completa trazabilidad de nuestros productos en toda su cadena de producción, y hemos trabajado muy fuerte en temas ambientales. Entonces, el crecimiento del sector en Colombia no implica deforestación, por lo menos para la agricultura o las economías legales.
R.N.A.: Desde siempre, la mujer rural, la mujer palmicultora, ha sido también uno de los pilares de Fedepalma, y ese es un trabajo, digamos, visionario, porque solo hasta hace muy poco el mundo y Colombia han puesto los ojos en la mujer rural ¿En ese sentido, qué estrategias han implementado y cómo vienen trabajando con la mujer palmera?
J.M.D.: En el caso del sector palmero colombiano hemos sido líderes en los negocios inclusivos con pequeños campesinos, en zonas muy difíciles como María La baja, en el departamento de Bolívar; en el Catatumbo, Norte de Santander, en la zona de Tumaco, en el sur de Bolívar y en el Magdalena Medio, entre otros lugares, y esos modelos inclusivos, que llamamos Alianzas Productivas Estratégicas, les han permitido a muchos pequeños y medianos agricultores incursionar en esta agroindustria de manera organizada y productiva y, por lo tanto, algo que nos sorprendió enormemente es que muchas cabezas de familia eran mujeres, con unas historias de vida realmente muy difíciles, fruto de esa violencia en muchos de los territorios. Por eso organizamos el Programa de Mujer Palmera, para destacar ese esfuerzo y esa labor tan importante que tiene la mujer en muchas de estas comunidades, y que gracias a esa tenacidad, que muchas de ellas han demostrado, han sacado adelante familias completas y han ayudado a tener mejores comunidades y mejores territorios.
R.N.A.: En abril, el país recibió la noticia de que el gobierno nacional aumentó las mezclas obligatorias de alcohol carburante hasta llegar a 10%, y de biodiésel, de 10% a 12%. ¿Esta era una petición en la que Usted había venido insistiendo?
J.M.D.: A comienzos de la primera década de este siglo, Colombia inició un programa de biocombustibles realmente muy ambicioso, importante en términos económicos, ambientales, energéticos, tanto en alcohol carburante a partir de la caña de azúcar, como de biodiésel a partir del aceite de palma. Ambos biocombustibles han contribuido a mejorar la calidad del combustible derivado del petróleo. Desde un inicio, el programa arrancó apuntándole a llegar en el mediano plazo a una mezcla de 20%. Actualmente, llegamos a 12%, gracias a que el gobierno del presidente Duque tomó las decisiones para subir la mezcla.
Creemos que Colombia tiene que seguir esta senda de subir los biocombustibles a 20%, y en el caso de la palma de aceite, estamos seguros de que el país podría apostarle, desde ahora, a un programa de 30%.
R.N.A.: ¿Cómo le va al sector palmero colombiano en el campo internacional?
J.M.D.: Nos ha ido bien. Nuestro mayor mercado es Europa, seguido por Brasil, México y otros de América. La calidad de nuestro producto, la frescura y la oportunidad para el suministro, nos han ido posicionando muy bien en el concierto internacional. Igualmente, la sostenibilidad, que es algo por lo que muchos de nuestros compradores prefieren el aceite de palma colombiano, y de ahí la apuesta que hemos desarrollado desde el sector para que podamos contar con un Sello de Sostenibilidad País, que nos facilite la exportación y la venta a los productores colombianos de manera más sencilla, con más facilidades.
R.N.A.: ¿Y a nivel interno, cómo nos va?
J.M.D.: El aceite de palma es el aceite de los colombianos porque es el único producido localmente. Somos el principal aceite en la canasta de aceites y grasas en Colombia. Participamos en el mercado alimentario, en el segmento de aceites vegetales de cocina y margarina, y somos prácticamente la materia prima de todas las margarinas en Colombia. Nuestro producto está presente en otras grasas especiales, en sustitutos para heladería y chocolatería, e igualmente en el mercado de artículos de aseo, como jabones, detergentes, cosméticos y otros, pero también en los biocombustibles. Entonces, la canasta de productos que utilizan el aceite de palma o sus derivados es muy amplia, cada vez mayor y seguramente seguirá creciendo a futuro, por las tendencias del mercado, que cada día va incorporando más usos y plazas.
R.N.A.: Usted es una de las voces autorizadas del sector agropecuario, luego de treinta y dos años en la Presidencia Ejecutiva de uno de los gremios más importantes y más consolidados del agro en nuestro país. Hace más de tres décadas, cuando Usted llegó a este cargo, ¿cómo estaba el sector palmero y qué retos se planteó para la mejora y transformación del mismo?
J.M.D.: Ha sido un largo pero productivo periodo en Fedepalma, cosa que me alegra, me llena de orgullo, junto con un equipo de personas, tanto de la Federación, como de productores, que han permitido que grandes cosas hayan pasado y estén pasando en esta agroindustria.
Simplemente, como para ilustrar la magnitud de algunos de los cambios, cuando yo llegué a la Presidencia Ejecutiva nuestro sector tenía menos de 100 mil hectáreas cultivadas; hoy en día, estamos en alrededor de 600 mil. La producción era de alrededor de 150 mil toneladas de aceite de palma; hoy, estamos hablando de 1.7 millones toneladas de aceite, todo lo cual se refleja también en el empleo, que ha pasado de 25-30 mil a cerca de 200 mil actualmente, entre directos e indirectos.
A finales de los ochenta, a mi llegada a Fedepalma, el modelo de negocio, desarrollado todo sobre el mercado local, prácticamente se había agotado, bien porque el sector empezó a tener excedentes de producción con los que no sabían qué hacer y porque en Colombia se empezó a anunciar y se formalizó todo el cambio hacia la apertura económica, la implicaba mucha más competencia con el exterior, y en la que sectores como este no estaban suficientemente preparados ni tenían claro cómo iba a ser ese escenario.
Por otra parte, estábamos afectados por una enfermedad que nadie sabía qué era pero que mataba las palmas y había borrado completamente plantaciones en varios países de Latinoamérica, frenando el desarrollo de la palmicultura en distintos lugares.
Para la época, Fedepalma tenía pocas capacidades, era un gremio muy pequeño, pero esos retos que se nos presentaron en el momento, nos obligaron a desarrollar unas capacidades y, por lo tanto, decidimos que había necesidad de hacer mayores inversiones en ciencia, tecnología e innovación, fue así como creamos el Centro de Investigación de Palma de Aceite, Cenipalma, que fue una realidad poco tiempo después y que hoy está posicionado como un centro de talla internacional, posicionado muy bien en Colombia y en los contextos Latinoamericano y mundial de la palmicultura. Gracias a su trabajo, se han ido desarrollando conocimientos, prácticas, tecnologías, que han permitido que los inversionistas tengan la confianza de seguir avanzando. En lo comercial, pasamos de no exportar ni un kilogramo de aceite a exportar cerca de la mitad de la producción que hoy tenemos. Así que, en síntesis, el sector ha construido una historia de éxito, con mucho esfuerzo y afrontando los desafíos.
R.N.A.: Doctor Mesa, Usted es conocido como un hombre de gremio, de asociatividad, de trabajo en equipo. ¿Por qué cree que lo gremial ha sido ese pilar del desarrollo palmero y además del desarrollo agropecuario?
J.M.D.: Nosotros hemos venido desarrollando una visión fundamentada en que para tener éxito se necesita una combinación de factores en varios frentes: a nivel micro, hay necesidad de tener buenos productores y buenos empresarios; a nivel macro, necesitamos un buen gobierno, un buen entorno macroeconómico, legal en todo sentido, para que esas condiciones productivas en las que los empresarios trabajan, acompañen los esfuerzos que se están haciendo. Pero hay un punto, entre ese nivel micro del empresario y el macro del gobierno, que es lo sectorial, en el que estamos los gremios. Ahí también es fundamental que haya una buena tarea, entidades sólidas, organizadas, con capacidades adecuadas para enfrentar los desafíos y hacerse cargo de esas iniciativas que un empresario individualmente no puede realizar, pero que tampoco está en el nivel de los bienes públicos generales en los que trabaja el gobierno.
En la medida en que Fedepalma se ha especializado en eso y se ha orientado a que los empresarios y los productores se dediquen a lo que les toca, llamando la atención y orientando al gobierno para que se focalice en lo que también le toca, pues creo que ha habido una buena amalgama entre esos tres niveles, produciendo los resultados que hoy tenemos.
R.N.A.: Y en ese sentido, este año que la Sociedad de Agricultores de Colombia cumple sus primeros 150 años, ¿cuál es su mensaje con ocasión de este aniversario?
J.M.D.: Yo siempre me he sentido muy orgulloso de la SAC, he estado por más de treinta años en su Junta Directiva, y nos ha tocado vivir momentos buenos y otros realmente muy duros y difíciles. Yo quisiera tener una SAC mucho más fortalecida a la de hoy, y realmente creo que, a futuro, ese debería ser uno de los programas al que todos le apostáramos.
Ustedes hablan de los primeros 150 años de la SAC, y creo que estamos en una sociedad en la que nos acostumbramos a actividades de corto vuelo, en la que rápidamente cualquier cosa que se hace, incluso las buenas, las queremos dejar de lado. Tener un gremio de 150 años como la SAC es un activo para el país, para la agricultura de Colombia y desde luego para todos los afiliados que hacemos parte de ella. Por lo tanto, aprovecho para invitar a todos los miembros de la Sociedad de Agricultores de Colombia y a todos los agricultores a rodearla y a apoyarla.
R.N.A.: Doctor Mesa, como decimos los periodistas, “la chiva” de esta entrevista es que en pocos meses Usted deja la Presidencia Ejecutiva de Fedepalma. ¿Cómo ha sido y será esa transición?
J.M.D.: Creo que las cosas se están haciendo de la forma como corresponde, con la gestión y el nivel de maduración y de fortaleza que hoy tiene Fedepalma. A comienzos del 2020, previo a la pandemia, yo le anuncié a la Junta Directiva que creía que era el momento de comenzar a mirar una sucesión, porque pues este año yo iba a cumplir treinta y dos al frente de los destinos de la organización, y porque al final del 2021 cumpliré sesenta y cinco años, y pensaba que era importante hacer una transición para tener nuevos roles y enfrentar esta nueva etapa también en mi vida y en la vida de Fedepalma, de otra manera.
En eso hemos estado, y el pasado mes de abril, la Junta Directiva designó a Nicolás Pérez Marulanda como nuevo presidente ejecutivo, quien llegará a hacer su proceso de inducción y empalme a partir del 15 de junio. Estaremos en eso en los próximos meses, de tal manera que ya Fedepalma pueda contar con un nuevo presidente ejecutivo y yo comenzar a mirar también otros horizontes. Quiero también darme esa oportunidad porque le he dedicado un tercio de mi vida a esta organización. Me siento muy contento y satisfecho con los resultados obtenidos, pero también la vida tiene su dinámica y hay que enfrentar estas etapas como se debe, y creo que lo estamos haciendo de la mejor forma.