Revista Nacional de Agricultura
Edición 1025 – Mayo 2022
¿Con los licores artesanales, que ahora pueden ser producidos por los paneleros, podría llegar a vivirse un auge, guardadas proporciones, parecido al de las cervezas artesanales en Colombia? La respuesta, del gerente de Fedepanela, es afirmativa, pero condicionada a que haya un buen desarrollo de marcas y productos, un acertado trabajo de mercadeo y un acompañamiento estatal.
El cuento viene a colación porque con la Ley 2005, de diciembre del 2019, se le ha abierto a la industria panelera la oportunidad de entrar de manera formal al negocio de los alcoholes agrícolas, y dentro de este a la producción artesanal de rones, aguardientes y otros licores, como los aperitivos. El asunto va tan en serio, que tan solo dos años después de expedida la citada Ley, ya hay dos experiencias muy interesantes en el campo de los licores.
La Ley 2005 –“Por medio de la cual se generan incentivos a la calidad, promoción del consumo y comercialización de panela, mieles vírgenes y sus derivados, así como la conversión y formalización de los trapiches en Colombia y se dictan otras disposiciones”–, lo que hace es brindarles a los productores de panela nuevas oportunidades de diversificación y, por ende, de mejoramiento del ingreso. En Colombia, 250 mil familias derivan sus ingresos de la actividad panelera.
“Como ahora los paneleros pueden producir alcoholes agrícolas, el país tiene la posibilidad de reducir su elevada dependencia de las importaciones de esta materia prima, fundamental para la industria licorera nacional”, dice Carlos Fernando Mayorga, gerente de Fedepanela. La mayor parte del alcohol para la producción de licores proviene de Bolivia y Ecuador, y en Colombia, la Industria de Licores del Valle produce para su autoconsumo y atender a otras licoreras departamentales, agrega.
Según el dirigente gremial, se pueden construir, por ejemplo, alianzas estratégicas con las empresas licoreras para suministrarles alcohol, iniciativa que demandaría la participación de cooperativas y otras formas asociativas para hacer más viable el negocio. Pero no se compromete por ahora con una cifra que ilustre la oferta de alcohol por parte de la industria panelera.
Al hablar específicamente de los licores agrícolas, Carlos Fernando Mayorga, comenta que en Colombia son muchas las experiencias –especialmente en zonas afro e indígenas–, aunque todas son de tipo informal. “Pero, a raíz de la expedición de la Ley 2005, ya se han materializado dos esfuerzos empresariales en Cundinamarca y Cauca, y otros tres se encuentran en proceso de estructuración en Antioquia, Norte de Santander y Cundinamarca, lo que demuestra el interés que se ha despertado por este nuevo tipo de negocio que se le abre al sector panelero colombiano, y que parece que no tiene antecedentes en otros países productores de panela”, dice.
Sobre las primeras dos experiencias enmarcadas en la citada Ley, se refiere a Licores Artesanales, cuya destilería se encuentra localizada en el municipio cundinamarqués de San Francisco –donde ya se está produciendo un aguardiente de gran calidad (Desquite) y pronto saldrá al mercado un ron–, y a la construcción de la planta de producción de licores artesanales en Santander de Quilichao, Cauca.
Licores Artesanales, destilería en cuya inauguración estuvieron, entre otros, el presidente de la República y el ministro de Agricultura, Iván Duque y Rodolfo Zea, respectivamente, cuenta con un cultivo de caña orgánico, un trapiche y un alambique tradicional de cobre. Se trata de un proyecto sostenible, cuya miel de caña es producida por la propia empresa y por campesinos de la región del Gualivá.
Por su parte, la planta de Santander de Quilichao es el resultado de un convenio suscrito entre la oficina del Consejero para la Estabilización, la alcaldía municipal y Fedepanela, que tiene como propósito la producción de un aguardiente y un ron artesanales. Es un esfuerzo de tipo asociativo, en el que participan dos organizaciones de productores de panela: Asopanela Quilichao y Asproemcauca, integradas por campesinos y afrodescendientes de esa parte del norte del Cauca.
En la planta de Santander de Quilichao, cuya inauguración está prevista para junio, ya se terminó el área de fermentación, y se avanza en la construcción de la infraestructura para la destilación. La inversión total de esta obra asciende a $1.030 millones, que se distribuyen de la siguiente manera: oficina del consejero: $781 millones; alcaldía municipal, $200 millones, y Fedepanela, $47 millones.
Se estima que en la primera etapa la producción alcance las 30-50 mil botellas al año, en función de grado del alcohol que se defina con los aliados comerciales. El producto se comercializará bajo la marca regional.
Esta iniciativa, fue bien recibida por Marussia Beverages B.A., multinacional europea dedicada a la producción y distribución de vinos y licores, que, a través de la Casa Pedro Domecq, ha manifestado su interés en promover la comercialización internacional de ron artesanal de Colombia y convertirse en aliados de este proyecto.
¿Pero con la Ley 2005 es suficiente para que la producción de licores artesanales se convierta en una real oportunidad de diversificación de la industria panelera nacional? El gerente de Fedepanela responde que debe haber un fuerte acompañamiento institucional porque la incursión formal en este negocio exige el cumplimiento de una estricta normativa sanitaria, tributaria y ambiental, así como un gran esfuerzo en los campos de la comercialización y el mercadeo.
“En cuanto corresponde a Fedepanela, y pese a que contamos con unos recursos limitados”, afirma, “en materia de acompañamiento, hemos venido haciendo, entre otras cosas, grandes esfuerzos por mantener un equipo especializado para apoyar este tipo de iniciativas, pero se necesita que el gobierno nacional también participe. Nuestro equipo de ingenieros, por ejemplo, ha hecho algunos ejercicios con equipos importados, y viene trabajando en el desarrollo de unos fabricados en Colombia, con miras a bajar los costos de estos activos”.
Desquite, la prueba de que sí se podía
Con la aparición del primer aguardiente artesanal elaborado en el sector panelero, queda demostrado que hay nuevas oportunidades de diversificación para este.
Licores Artesanales es una empresa que nació muy rápido, a raíz de las condiciones creadas por la Ley 2005, expedida en diciembre del 2019, y que desde noviembre del año pasado ya tiene en el mercado el primer aguardiente artesanal de Colombia elaborado a partir de caña panelera: Desquite. Tan bien aceptado ha sido este producto, que acaba de recibir la medalla de plata en el más importante concurso mundial de bebidas espirituosas. Y ya tienen listo un ron, también artesanal.
Somos productores de caña desde hace más de cien años, pero también les compramos a cultivadores de la región porque creemos que es importante ayudar a construir un desarrollo local, garantizándoles precios justos y permanencia en la lista de nuestros proveedores; incluso, trabajamos con la figura de Agricultura por Contrato, cuenta Julio Molano, gerente de la citada empresa, que tiene sus cultivos, trapiche y destilería en el municipio cundinamarqués de San Francisco. Con él dialogamos:
P.: ¿Por qué pudieron aprovechar tan “rápidamente” los beneficios de la Ley 2005 del 2019?
R.: Pues sí fue rápido, pero significó mucho trabajo en el trámite de permisos, en la adecuación de nuestros cultivos de caña y nuestro trapiche, y en la instalación de los equipos, para poder desarrollar el negocio.
P.: ¿Antes de dicha Ley, ustedes ya habían pensado producir licores artesanales, o simplemente vieron una oportunidad de negocio a partir de su expedición?
R.: Con la Ley vimos la oportunidad, pues en Colombia, la producción de alcohol destilado había sido desde siempre monopolio del Estado, de los departamentos, lo cual impidió el desarrollo de licores, contrario a lo que ha sucedido en otros países de la región, como Venezuela, Jamaica, República Dominicana, Guatemala, México, etc., que producen muy buenos rones.
Colombia tiene un potencial mucho más grande que cualquiera de los mencionados países, por una razón: somos los mayores productores por hectárea de caña panelera, de la cual contamos con una de las superficies cultivadas más grandes del mundo. Además, tenemos una cultura panelera, con 250 mil familias que dependen de este producto. Ese potencial es lo que la Ley 2005 pretende desarrollar y explotar, al permitir que los paneleros puedan entrar al negocio de los licores artesanales.
P.: ¿Qué ha sido lo más complicado que se les ha presentado en la corta existencia de la empresa?
R.: Más allá de la producción, del desarrollo del producto, lo más complejo ha sido la obtención de permisos, porque no hay claridad en la legislación, hay zonas grises y no pocas autoridades locales desconocen la Ley. Claro, que después de doscientos años, la aparición repentina de una excepción al mencionado monopolio rentístico, que viene a favorecer a los trapiches de economía campesina, pues altera todo el orden institucional existente en el campo de los licores. Entonces, ha sido muy difícil prácticamente hacer pedagogía para que el Invima, las gobernaciones y las licoreras, entiendan que nosotros podemos producir licores legalmente.
P.: ¿Hay celos entre las empresas de licores departamentales?
R.: Creo que, por el contrario, ellas tienen que entender que podemos ser unos aliados importantes, porque Colombia, paradójicamente, importa el alcohol destilado que consumen las licoreras. Mire, Cundinamarca, que tiene la mayor área sembrada de caña panelera del país (en la región de Gualivá), podría proveerle alcohol suficiente a la empresa de licores del departamento, como también podrían hacerlo Boyacá, Antioquia y otros departamentos a sus respectivas licoreras.
Durante muchos años se ha importado alcohol de Ecuador, Bolivia, Panamá, Venezuela, Jamaica, etc.
P.: ¿Pero por qué el país importa alcohol?
R.: Es que aquí no destilamos, porque toda la caña se va para la producción de azúcar, panela y alcoholes carburantes. Esto se debe, en parte, a que los particulares no podían elaborar este tipo de alcohol.
P.: Tengo entendido que una de las cosas acertadas de la Ley 2005 es que hace una distinción entre la pequeña licorera y la gran empresa.
R.: Sí, la Ley les da la facultad de producir alcohol a los trapiches paneleros de economía campesina, que son aquellos cuya capacidad de molienda es inferior a las 3 toneladas por hora. Esto quiere decir que un trapiche grande no puede producir alcohol.
P.: Pero la Ley no es suficiente para que Colombia consiga construir una industria de licores artesanales como la existente en otros países.
R.: Exactamente. Pero sí es un paso muy importante. ¿Qué hace falta? Decretos reglamentarios que llenen los vacíos existentes, las zonas grises; mayor pedagogía para que todas las instituciones del Estado que regulan la producción de alcohol tengan claridad sobre los alcances de la Ley; que vean esto como una oportunidad y no como una amenaza.
Fíjese lo que pasó en México con los mezcales artesanales, una industria que se desarrolló porque se les permitió a los pequeños entrar al negocio, y hoy mueve miles de millones de dólares y atrae turismo.
P.: Las ventas de Desquite, el primer aguardiente artesanal producido a partir de la caña panelera, se iniciaron en noviembre del año pasado. ¿Cómo les ha ido?
R.: Bien. Arrancamos vendiendo por internet, y desde el mes pasado logramos la codificación en Carulla. También estamos en algunos de los principales restaurantes bogotanos, sobre todo en aquellos que valoran lo orgánico y lo nativo. Gracias a nuestra calidad, el mes pasado obtuvimos una medalla de plata en el San Francisco World Spirits Competition, uno de los eventos más importantes de su género en el mundo.
P.: Y viene un ron, el Amuleto. ¿Cuándo estará en el mercado
R.: Esperamos sacarlo a mitad de año. Es un ron joven, de excepcionales características porque nuestro añejamiento es en altura, utilizamos barriles de roble americano en los cuales se añejó bourbon (whisky americano), así como barriles nuevos.
P.: ¿Cuáles son las posibilidades de los licores artesanales en los mercados internacionales?
R.: Todas. Estados y Europa son grandes consumidores de esta categoría, especialmente de ron y tequila. Colombia no puede quedarse atrás.