Revista Nacional de Agricultura
Edición 1006 – Agosto 2020
En el país ya hay setenta empresas que han aceptado que las variables financieras, sociales y ambientales tienen igual nivel de importancia. Nueve de ellas son del agro.
Hace seis años llegó a Colombia el denominado Sistema B, que busca atraer empresas con ánimo de lucro hacia un modelo en el que la rentabilidad financiera no es lo más importante. Diálogo con Camilo Ramírez Peña, director ejecutivo de Sistema Colombia B.
Revista Nacional de Agricultura: ¿Qué es el Sistema B y por qué surge?
Camilo Ramírez Peña: El Sistema B es una organización internacional que busca redefinir lo que se entiende como el éxito en las empresas. En vista de que venimos de un paradigma según el cual el éxito empresarial se mide por la rentabilidad financiera, nuestra propuesta es que esa visión sea más amplia, no solo financiera, sino también social y ambiental. En otras palabras, que las empresas no solo vean los indicadores financieros tradicionales –el ebitda, el crecimiento en ventas, etc.–, sino los indicadores sociales y ambientales, y que estas tres variables tengan el mismo nivel de importancia.
R.N.A.: ¿De dónde surge este modelo empresarial?
C.R.P.: Nació en Estados Unidos hace unos diez años, cuando distintos empresarios se dan cuenta de que hacía falta entender el éxito de una manera distinta. Así, se constituye una organización que se llama B Lab, presente en todo el mundo. En América Latina se denomina Sistema B, porque nuestro enfoque es sistémico, es decir, no se trata solo de un asunto de certificación, sino de academia, de política pública, de inversionistas de impacto y de movimiento ciudadano, en la búsqueda de una mayor responsabilidad del sector privado en la solución de los problemas sociales y ambientales.
R.N.A.: ¿Cómo ha evolucionado el Sistema B en esa década?
C.R.P.: La verdad, ha sido un éxito. Hoy, tenemos más de 110 mil empresas que han utilizado nuestras herramientas de medición de impacto. Tenemos 3.500 compañías certificadas, de todo tamaño y sector. En América Latina hay 650 empresas B, de las cuales 70 son colombianas. Hemos promovido la aprobación de distintas leyes alrededor del mundo, y creado puentes con el sector financiero para que el capital llegue a estas compañías.
De las 3.500 compañías certificadas, la mitad más o menos están en Estados Unidos y en Europa, que es donde más se conoce el movimiento B.
R.N.A.: ¿Qué beneficios tangibles obtienen las Empresas B?
C.R.P.: Esa es una buena pregunta porque nosotros no promovemos en sí mismos beneficios para las empresas. Lo que hacemos es invitarlas a colaborar con el movimiento, a ser abonados, a ser activistas de este modelo empresarial. Ahora bien, hemos logrado que los consumidores prefieran a las empresas B, tal como se evidenció en esta crisis originada por el covid-19: los clientes no dejaron de comprarles, justamente porque ellas tienen en su modelo de negocio la solución de problemas sociales y ambientales. También se observa que en las empresas B hay menos rotación de empleados y que más gente quiere trabajar en ellas, incluso, en algunos casos, si los salarios son menores.
Por otra parte, impulsamos distintas leyes. En Colombia, por ejemplo, tenemos la Ley BIC (1901 del 18 de junio del 2018), por medio de la cual se crearon las Sociedades Comerciales de Beneficio e Interés Colectivo (BIC), las cuales ofrecen ciertas ventajas y vienen a sumarse a las S.A.S y las S.A.
R.N.A.: ¿En qué áreas de la actividad económica se concentran principalmente las Empresas B en el mundo?
C.R.P.: En cada país el asunto es distinto. En Chile, la mayoría de Empresas B son del sector de consultoría, mientras que en Brasil, la mayor parte pertenece al agro. En Europa, hacen parte de sector comercio, y en África de la energía solar.
R.N.A.: ¿En el mundo, la mayoría de las empresas B son grandes?
C.R.P.: No. Digamos que 80% de las empresas son pequeñas y medianas, y el resto son muy grandes.
R.N.A.: Entre las barreras de acceso a este modelo empresarial está la modificación de estatutos para incluir como objetivo el buen desempeño social, ambiental y financiero. Eso debe asustar a más de uno.
C.R.P.: Claro que asusta, porque es un paso muy profundo; de hecho, es la barrera más fuerte. El cambio de estatutos implica que los accionistas entienden el éxito de una manera distinta y que estén dispuestos, si es el caso, a sacrificar rentabilidad financiera por impacto social y ambiental (aunque esto no siempre ocurre).
Como la tradición dice que el éxito se mide por la plata, esta propuesta no avanza mucho entre los empresarios de mayor edad. En cambio, los pertenecientes a las nuevas generaciones más fácilmente entienden la empresa como un vehículo de transformación social, que puede utilizar lo mejor que tiene el capitalismo para solucionar problemas sociales y ambientales. Entonces, para las nuevas generaciones, el cambio de estatutos no constituye un problema.
R.N.A.: El Sistema B parece tener semejanzas con la responsabilidad social empresarial y el comercio justo.
C.R.P.: Vemos todos esos movimientos de responsabilidad social empresarial, comercio justo y demás, como nuestros antecesores, pero nuestra propuesta es ir más allá: integrar en el modelo de negocio la solución de problemas ambientales y sociales. Dos tercios del PIB global corresponden a empresas con ánimo de lucro, pero les dejamos la solución de los problemas al tercio restante. La propuesta del Sistema B es que si lo hacemos a través del sector privado es mucho más rápido y más potente.
R.N.A.: ¿Desde cuándo existe en Colombia este modelo?
C.R.P.: Desde hace seis años. En América Latina, Colombia ocupa el cuarto lugar en número de Empresas B, en una lista que encabeza Brasil, con unas doscientas empresas, seguido de Argentina y Chile; después de nosotros están México y Perú. Ahora bien, nosotros lo que queremos es que crezca más la filosofía que el mismo número de Empresas B. Por eso promovimos la citada Ley BIC, que ayudará a que en unos dos años tengamos 10 mil empresas de esa naturaleza y unas cien Empresas B. Las B son las líderes del movimiento, las que inspiran a otras, mientras que las BIC asumen la filosofía de las B, pero tienen menos requisitos y son algo masivo.
R.N.A.: ¿De las setenta empresas, cuántas pertenecen al sector agropecuario?
C.R.P.: Nueve, como Arrocera La Esmeralda, que produce el único arroz orgánico del país; Fruandes, exportadora de fruta deshidratada a más de veinticuatro países y que compra la materia prima en zonas de conflicto; Aguacates La Vega; Cafexport; Caravela Coffee, que ayuda a pequeños cultivadores a exportar al Reino Unidos, y Lohas Beans, exportadora de cafés orgánicos.
R.N.A.: ¿Hay muchas compañías que quieren ser Empresas B?
C.R.P.: Cada mes se presentan unas cien, de las cuales pasa una, porque como le decía, ser Empresa B es difícil. Pero para las que no puedan llegar a ser Empresa B, está la opción de Empresa BIC.
R.N.A.: ¿Qué debe hacer una empresa para ingresar al Sistema B?
C.R.P.: Primero, visitar nuestra página web(www.sistemab.org), donde aparece la información, paso a paso, para convertirse en Empresa B. Lo más importante es completar la Evaluación B, que es una herramienta gratuita para medir los objetivos de desarrollo sostenible (en el mundo), por parte del sector privado. Esta herramienta, además, le saca a la empresa todo su plan de acción, la línea base (cómo está en sostenibilidad), le dice qué hacer y le da ideas de cómo avanzar en el propósito de certificarse.
R.N.A.: ¿Finalmente, qué es Empresas Balientes?
C.R.P.: Empresas Balientes (con b), es una iniciativa que lanzamos en septiembre, la cual pretende construir el Índice de Triple Impacto en Colombia. Se trata de un esfuerzo de medición masiva, que busca tener una base de datos sobre sostenibilidad en todo el país, para lo cual esperamos contar con la ayuda de los gremios y asociaciones. A partir de este trabajo vamos a ofrecer insumos de política pública e información muy útil para muchas organizaciones.