Revista Nacional de Agricultura
Edición 1016 – Julio 2021
En el número correspondiente a enero-febrero de 1919, esta revista reproduce el texto del fuerte pronunciamiento que hiciera la SAC el 16 de diciembre del año anterior contra el gobierno nacional y la clase política, por mantenerse de espaldas a los agricultores. Era el gobierno de Marco Fidel Suárez, elegido para el periodo 1918-1922, que no completó porque dimitió un año antes de culminar el mandato.
En concreto, la SAC les pide a los agricultores castigar en las urnas a quienes los traicionaron una vez resultaron elegidos. El documento lleva las firmas de Cesáreo A. Pardo, presidente de la institución; Enrique González, segundo vicepresidente, y Uldarico Rozo, presidente de la Junta Directiva. Reproducimos algunos apartes del mismo:
- La experiencia dolorosa les ha enseñado (a los agricultores) que la mayor parte de los dirigentes de la llamada cosa pública, sean del color que fueren, cuando ocupan altos puestos de elección popular, se olvidan de las aspiraciones y anhelos de quienes les dieron el triunfo en las urnas electorales, de los que laboran la tierra y dan la mayor suma de contribuciones. Y no solo se olvidan de eso, sino que quieren resolver todos los asuntos económicos, gravando la producción agrícola.
- En las labores parlamentarias no hay un renglón eficiente y decisivo para el progreso de la agricultura, es decir, del país.
- Centenares de miles de pesos salen anualmente del Tesoro Público con fines, si no inútiles, al menos baladíes, comparados con las urgentes necesidades que es preciso remediar. ¿Y en cambio, cuántos centavos han salido, destinados a combatir la anemia tropical, verbigracia, el formidable azote que hace caer en el surco a millones de agricultores?
- En vano ha luchado la Sociedad de Agricultores por mucho tiempo para hacer adoptar conclusiones de buen sentido, sin las cuales el país ha marchado de tumbo en tumbo, en asuntos económicos. Para no ir más lejos, si el actual Congreso hubiera aceptado el proyecto sobre valorización del café, presentado por la Sociedad, el Gobierno hubiera recogido millones de pesos con los cuales se habría puesto a flote.
- Aún existen los caminos coloniales, que no pasan de la categoría de sendas intransitables; día por día aumentan los impuestos que agobian a la población rural; aún no existe el primer banco agrícola que facilite y ensanche la producción de los cultivos que alimentan al pueblo y sostienen la exportación. No hay reservorios de agua destinados a fecundizar la tierra con riegos oportunos. No existe un solo silo público para conservar los granos en buenas condiciones. Todo está por hacer.
- Los legisladores no nos han atendido sino cuando están en cierne, es decir, de simples candidatos. Y eso porque saben que son los agricultores los que hacen surgir del comicio popular la mayor parte de Diputados y Representantes.
- Después de considerar esto, y tras mucho tiempo de sufrir decepciones silenciosamente, hemos resuelto asumir una actitud defensiva, que juzgamos muy conveniente para la Patria.
- En tal virtud, hacemos hoy un llamamiento sincero y formal a todos los agricultores de la República, y muy especialmente a las treinta Sociedades Agrícolas que nos han hecho el honor de secundarnos en anhelos y aspiraciones, para que organicen una campaña definitiva, con el principal objeto de tener buena y sincera representación en Concejos, Asambleas y Congresos.
- “Guerra a la política infecunda y odiosa” debe ser el lema de nuestra bandera. Aquellos que han padecido esa locura inmisericorde, no deberán contar con los votos de los agricultores.
- Por ahora, y para las próximas elecciones, nos limitamos a advertir que la Sociedad de Agricultores solo trabaja en favor de los candidatos que prometen cumplir un programa de acuerdo con nuestros ideales y del cual iremos seleccionando puntos para presentarlos en oportunidad y en relación con el giro que tomen las circunstancias.
- Después entraremos en cuestiones de detalles, respecto al modo de proceder, y diremos qué debe hacerse cuando en las listas acordadas predomine el elemento pernicioso que no busca sino medros personales.