Revista Nacional de Agricultura
Edición 1016 – Julio 2021

Para no depender de la Bolsa de Nueva York, veinte productores fundaron en Manizales una cooperativa especializada en cafés especiales.

La Cooperativa de Cafés Especiales de Colombia, Coopcafees, con sede en Manizales, es una de las pocas organizaciones de esta naturaleza que existen hoy en el país, y que por lo mismo está ayudando a abrirle trocha a este promisorio pero exigente negocio, en el cual la industria del café tiene cifradas muchas esperanzas.

Nació como fruto del esfuerzo de veinte cafeteros, que en el 2018 empezaron a reunirse los últimos viernes de cada mes para montar una cooperativa que les facilitara salirse de lo tradicional –llevar el grano a los puntos de compra los fines de semana–, para comenzar a hacer algo diferente y así mejorar sus ingresos. Sus asociados se encuentran en Caldas (Neira, Chinchiná, Risaralda, Anserma y Manzanares), Risaralda (Pereira y Santa Rosa) y Quindío (Armenia).

Así, luego de un año de capacitación en asociatividad y cooperativismo, fundaron esta institución, cuya génesis se remonta al 2014, cuando Diego Alberto Peláez, reconocido cafetero del municipio de Neira, Caldas, comenzó a hablar de la necesidad de crear una organización especializada en este tipo de cafés, cuenta Felipe Rincón Cárdenas, director general de Coopcafees.

Todos los socios fundadores, entre los cuales figuran cinco mujeres, son de perfiles medio y alto, pues la idea era empezar con personas con quienes se pudieran encarar más expeditamente los altibajos propios de una organización de esta naturaleza. Al momento de nacer la cooperativa, no más de cuatro o cinco de los veinte asociados estaban empezando en el negocio de los café especiales; hoy, dos años y medio luego de fundada, doce de ellos ya los producen y los demás van camino de hacerlo. Incluso, varios miembros han sacado sus propias marcas de café tostado.

En la actualidad, la superficie que destinan los asociados a la producción de cafés especiales alcanza las 240 hectáreas, en las cuales se obtienen 540 mil kilogramos de café pergamino que es entregado a la cooperativa, la cual lo vende verde, bajo una marca “sombrilla” (Coopcafees), a compradores nacionales y del exterior. Al cierre del presente año, la cooperativa habrá comercializado 80 mil kilogramos, de los cuales 50 mil se quedarán en el país, y el resto se destinará a clientes de Estados Unidos, España, Italia, República Checa, Inglaterra y países nórdicos. Se trata de coffee shops que saben de café y pagan un buen precio por el producto.

Felipe Rincón dice que uno de los grandes esfuerzos que hace Coopcafees tiene que ver con el mercadeo y la comercialización. “De hecho, somos la fuerza de venta de los asociados. Salimos a ferias nacionales y extranjeras; contactamos clientes en Estados Unidos, Europa y Asia, y enviamos muestras, para lo cual nos valemos de un convenio con FedEx; usamos redes sociales para promover nuestro café y hacemos giras técnicas y comerciales al exterior”, explica.

Pero sus miembros encuentran otros valiosos servicios en la cooperativa, como la capacitación; el análisis de broca y otras plagas y enfermedades; el estimativo de productividades; el procesamiento de la cereza para quienes carecen de la infraestructura necesaria, que se presta en fincas de asociados; el servicio de catación, que se ofrece en el laboratorio de una de las fincas del municipio de Neira, y agroinsumos a mejores precios, gracias a alianzas suscritas con casas comerciales.

Hoy, de los veinte asociados, cinco acuden a la cooperativa para beneficiar sus cafés especiales, pues los demás tienen la manera de hacerlo, es decir, disponen de gente capacitada en la delicada materia y cuentan con los equipos apropiados, que son costosos.

La capacitación, junto con la innovación y el desarrollo, constituyen pilares básicos del esfuerzo de la cooperativa. Al referirse al primero de ellos, Rincón Cárdenas asegura que la diferenciación del café empieza en el conocimiento que los asociados tengan sobre las variedades, el cultivo, el beneficio y el secado (al sol o industrial), lo que les permite llegar a explotar su potencial de la mejor manera. En el frente de la capacitación, por ejemplo, con profesionales, se hacen cataciones del grano correspondiente a lotes seleccionados por el productor, a partir de las cuales surgen ideas y recomendaciones que apuntan al mejoramiento del producto.

Cuenta Felipe Rincón que otros cafeteros quieren hacer parte de Coopcafees, pero se les dice que para entrar al negocio de los cafés especiales lo deben pensar muy bien, porque exige un cambio de chip, dejar de lado ciertas cosas tradicionales, compartir conocimientos, tener la finca abierta a agrónomos y técnicos (para analizar el sistema que se lleva), y seguir todo el proceso establecido para la obtención del producto que se desea, lo cual no se consigue de la noche a la mañana.

Es que en la caficultura tradicional se recoge el café, se beneficia y se seca, y si se puede, se lleva al final de la misma semana a una de las diferentes cooperativas compradoras, mientras que en los cafés especiales la cosa es totalmente diferente. Por eso le decimos al cafetero que se concientice, que vaya despacio, que separe un porcentaje de la producción para empezar con pequeñas cantidades, acompañado de una asesoría”.

Para sacar un café especial –explica–, no es necesario cambiar la variedad que uno ya tiene en la finca. Se empieza por hacer un cambio en la recolección, consistente en cosechar las cerezas más rojas y descartar las pintona y las verdes, y por introducir cambios en la fermentación, volviendo a la vieja usanza de hace 30-50 años, cuando este proceso duraba 12, 24, 48 horas; después viene el secado al sol (el más recomendado) o industrial (que se debe hacer lentamente). Se trata de un trabajo de ensayo-error y de catación para seleccionar el mejor grano de algunos lotes de la finca, ya que toda esta no siempre se presta para obtener un café especial. Y, por supuesto, el clima, la altitud y la sombra, son factores que también debe considerar todo aquel que quiera entrar al negocio de este tipo de cafés, que es muy interesante, como también los es el del café tradicional en estos momentos.

Es que estamos hablando de que el precio del café tradicional está en US$1.50 la libra americana, más una prima al café suave colombiano de US$0.50 centavos, para un total de US$2.10. Pero el precio, a través de los años ha sido fluctuante, la mayoría de las veces hacia la baja, por la oferta y la demanda mundiales”, según Rincón Cárdenas, quien afirma que Coopcafees surgió justamente para no depender de la Bolsa de Nueva York.

Pero cuando al café colombiano –explica–, le aplicamos las diferentes fermentaciones que se usaban años atrás, obtenemos cafés especiales con alto potencial. Cuando hablamos de especiales tenemos que referirnos a la Norma SCAA (Asociación Americana de Cafés Especiales), mediante la cual se catan los cafés y se les otorga un puntaje. Ya teniendo un producto especial, podemos hablar de un café lavado de US$2.70 la libra, de las variedades Castillo, caturra o Colombia; si utilizamos procesos naturales (no se despulpa y se selecciona la cereza madura, que se pone a secar con mucílago, al sol o en secadores), puede subir a US$3.50. Pero cuando hablamos de variedades, como borbón, típica, geisha y catíope, entre otras, el precio puede llegar a US$5-10.

Hablando del siguiente paso que tiene programado dar Coopcafee en la cadena comercial, su director general revela que se trata de ofrecer cafés tostados, idea que fue acogida desde el momento mismo de su fundación. “En este propósito, ya hemos sostenido algunas reuniones con Procolombia, pues queremos salir al mercado dentro de un año o año y medio con nuestra marca. Pero este es un paso muy delicado, muy técnico, en el que no nos podemos equivocar”, asegura.

También está dentro de los planes de esta organización, vincular a pequeñas asociaciones de productores interesadas en el negocio de los cafés especiales, o simplemente brindarles asesorías para que puedan ser más eficientes en su desempeño. 

Al referirse a la interesante coyuntura de precios que está viviendo la caficultura colombiana, Felipe Rincón dice que este fenómeno está teniendo efectos negativos sobre los cafés lavados. En efecto –explica–, se observa un menor interés entre los cultivadores por este tipo de producto, en vista de que hoy uno puede recibir, en cualquier punto de compra, $150-160 mil por la arroba de café tradicional, algo que no se veía desde hacía dos años y medio. El asunto es que si no se les cumple a los compradores internaciones de cafés especiales, se corre el riesgo de perderlos como clientes. …¿Por qué menor interés en los cafés especiales, si se cotizan mejor que el café tradicional?

Cuando le preguntamos si, en términos generales, los productores de cafés especiales lo están haciendo bien, responde afirmativamente, “aunque les falta apalancamiento financiero”.

Finalmente, se refirió a lo importante que resultan las centrales de beneficio, para aquellos productores de cafés especiales que no pueden o no quieren disponer de esta infraestructura en sus fincas. Estas plantas, que las hay en Antioquia, Huila, Caldas y Cauca, entregan un café de muy buena calidad porque tienen personas que conocen su trabajo, son ambientalmente más respetuosas en cuanto al manejo de las aguas se refiere por su nivel de tecnificación, y evitan que les roben el café a los productores en sus fincas.

Para cerrar, recordemos un par de ejemplos que les hacen agua la boca a quienes están o buscan entrar al negocio de los cafés especiales: 

En una subasta que se llevó a cabo durante Cafés de Colombia Expo 2017 (Bogotá), la libra de café de Diego Samuel Bermúdez, productor de Piendamó, Cauca, se vendió en US$54.10.

En abril del 2019, en la feria de la Asociación de Cafés Especiales de Estados Unidos, SCA (por sus siglas en inglés), la más importante de su tipo, que tuvo lugar en Boston, la Federación Nacional de Cafeteros organizó una subasta con los veintitrés mejores cafés que participaron en el 4° Concurso Nacional de Calidad “Colombia, tierra de diversidad”.

En ella, el café de Wilton Renso Benítez, de Villamaría, Caldas, alcanzó los US$54 la libra. Según lo explicó la Federación de Cafeteros, esos US$54 resultaron ser quince veces más el precio base de la subasta, y casi sesenta veces superior al precio de referencia en la Bolsa de Nueva York al 13 de abril (90.40 centavos de dólar la libra).