Revista Nacional de Agricultura
Edición 1035 – Abril 2023
Una de las causas de la inflación de alimentos en Argentina, además de que el Gobierno hubiese congelado precios de más de 2.000 productos en los supermercados, y que esté controlando precios, es la sequía extrema que vive el país desde el año pasado.
La Revista Nacional de Agricultura habló de la situación climática en Argentina con Leandro B. Díaz, climatólogo, Licenciado y Doctor en Ciencias de la Atmósfera por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, investigador de centros como el CONICET, Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), y estudioso de la variabilidad y atribución del cambio climático sobre Sudamérica y su predicción en escalas inter y multi-anuales.
Revista Nacional de Agricultura: En la región acabamos de experimentar tres fenómenos de La Niña consecutivos, pero desde el año pasado Argentina y su vecino Uruguay están viviendo su temporada más seca en décadas. ¿Qué explica esta sequía en su país?
Leandro B. Díaz: El principal factor responsable de la sequía experimentada en el país en los últimos meses se relaciona con el evento de La Niña, que está asociado a condiciones de sequía en la región, como se vienen experimentando en los últimos 3 años. Acompañada de estas condiciones también otros modos de variabilidad climática, como el Modo Anular del Sur, estuvieron en fases que aportan a reforzar los impactos regionales de La Niña.
Quedan pendientes todavía mayores investigaciones sobre el tema para esclarecer el rol de distintos factores en la situación observada y que explican esta significativa sequía. Por ejemplo, todavía no es muy claro cuál pudo haber sido el rol del calentamiento global en la intensidad de esta sequía.
R.N.A.: ¿Cómo se explica que La Niña en la región provoque menos lluvias en su país?
L.B.D.: El fenómeno de La Niña, que se asocia con anomalías frías de la temperatura de la superficie del Mar en el Pacífico Tropical Este/Central, genera perturbaciones en la circulación atmosférica que se logran propagar a regiones remotas del planeta, lo que se conoce como teleconexiones.
Estas teleconexiones se asocian a la alternancia de centros de bajas y altas presiones. En particular, sobre el sudeste de Sudamérica durante los eventos de la Niña, predominan condiciones anticiclónicas (es decir de altas presiones) que se asocian con la inhibición de lluvias.
R.N.A.: ¿Qué pronóstico hace de la situación para su país este 2023? ¿Va a mejorar la situación?
L.B.D.: La noticia esperanzadora es que La Niña ya se está acabando y estamos ya en una fase neutral. De este modo, van a dejar de predominar anomalías de circulación atmosférica que hacen favorecer la sequía en la región.
Además, la situación actual en el Pacifico Tropical y lo que señalan los pronósticos de los principales centros climáticos que monitorean la evolución de este fenómeno, indican que estamos evolucionando hacia un evento de El Niño, la fase opuesta a La Niña.
El Niño tiene en promedio el impacto opuesto al de La Niña sobre el sudeste de Sudamérica, es decir, lluvias por encima de lo normal. Esto hace pensar que para el segundo semestre del año podamos tener precipitaciones que compensen en parte estos años secos de los que venimos.
R.N.A.: ¿Qué recomendaciones hace usted como experto a las autoridades para hacer frente a los extremos climáticos?
L.B.D.: Los recientes informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) nos indican que los extremos climáticos, como sequías, inundaciones u olas de calor, se están haciendo cada vez más frecuentes producto del cambio climático ocasionado por las actividades humanas. Por eso, urge tomar medidas que contribuyan con la adaptación, es decir, la preparación de la población y los ecosistemas, para enfrentar esas adversidades.
Una de las primeras medidas que hay que mencionar es trabajar en mejores sistemas de alerta temprana que se puedan adaptar a los distintos sectores y actividades, de modo de poder anticiparnos a estos eventos extremos y poder tomar medidas más eficientes.
En segundo lugar, se debe trabajar en estrategias que permitan que los diversos sectores puedan realizar acciones que permitan paliar en parte lo que ocurre producto de estos eventos extremos. Todo esto implica un rol muy activo del Estado y el compromiso de la sociedad civil que debe trabajar de manera mancomunada, sin buscar el beneficio de un sector sobre otro para poder lidiar con este tipo de eventos que, en general, terminan afectando a las poblaciones más vulnerables.