Revista Nacional de Agricultura
Edición 1019 – Octubre 2021
Este político y matemático, nacido en Medellín, fue alcalde de esta ciudad y gobernador de Antioquia, fórmula vicepresidencial de Antanas Mockus para la campaña presidencial del 2010, y aspiró a la Presidencia de Colombia en el 2018.
La educación media, el gran proyecto de país. A la educación rural debemos incorporarle un montón de herramientas tecnológicas que nos permiten llegar a sitios remotos del país, tal como lo pudimos comprobar en esta pandemia. Ahí tenemos una oportunidad gigantesca que no se había visto (aunque se robaron la plata de la conectividad). Para el campo, donde la mitad de la población solo ha cursado la primaria, la educación media sí que se necesita, pero debe ser pertinente al entorno, para convertir el campo en un proyecto productivo del que se beneficien los jóvenes. En Colombia, hay un problema grave de envejecimiento de la población rural, con el agravante de que la mayoría de los padres no quieren que sus hijos (más si son mujeres) se queden en el campo porque lo asocian a pobreza. Entonces, veo la educación media como gran proyecto de país, con grandes actores como el Sena, en primer lugar. Convocaré a la SAC, varios de cuyos gremios afiliados tienen una sofisticación tecnológica, para que aporten en ciencia y tecnología, en favor de los jóvenes.
Cuando fui gobernador, me tocaron cuatro ministros de Agricultura. Ante cosas como esta, aquí no puede pasar nada porque cada uno llega con sus ideas, con una política distinta. Así no hay posibilidad de desarrollar el campo. Y no estoy descalificando a las personas, sino señalando a la estructura del Estado, como un factor de atraso. Si miramos la estructura del Estado colombiano relacionada con el mundo rural, vemos que no sirve para nada. El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural no lidera, no convoca, y tiene una serie de instituciones, sin articulación entre ellas, las cuales han estado en manos de grupos políticos, que trabajan en su beneficio particular. Les aseguro que nosotros sabemos cómo articular esas entidades, para hacer una verdadera transformación en el campo.
De todas formas, soy optimista. Creo que tenemos una gran cantidad de riquezas y oportunidades, que las podemos convertir en colectivas. Si no, no vale la pena dedicarse al mundo de la política y de lo público. Parte de mi optimismo tiene que ver con lo que he visto y con lo que hemos hecho. Nosotros somos una opción de cambio para transformar y construir, no para arrasar. Esto lo debemos tener muy claro, porque en términos políticos lo que hoy se pretende en el país es la polarización, para que desaparezca la posibilidad de cambio. En la medida en que nos mantengamos polarizados, no habrá posibilidad de que el país se transforme. Ahora bien, después de haber vivido tantas experiencias en la política, no voy a repetir tanta promesa que se escucha. Más bien me quiero concentrar en lo que realmente podemos hacer.
Debemos anticiparnos a los procesos de deforestación. Sin duda, el primer problema ambiental de Colombia es la deforestación, pero tenemos las herramientas tecnológicas para ver cómo está evolucionando el problema. Lo que se observa es una inacción del Estado para llegar a los territorios afectados. Frente a esto, debemos hacer que se cumpla la Ley, y también anticiparnos a la deforestación, ya que sabemos cuáles son los territorios más amenazados, trabajo en el cual la participación de las comunidades será decisiva.
Por politización de las instituciones públicas es que estamos como estamos. En Colombia, cada una de las instituciones tiene un dueño político, y cuando se gobierna con un esquema clientelista, se fragmenta el Estado, que es la puerta de entrada a la corrupción. Eso lo vamos a cambiar. Nosotros lo hemos dicho en el contexto de la Coalición de la Esperanza: si queremos cambiar al país, hay que cambiar la forma de la política. Yo fui alcalde y gobernador, no hicimos ningún tipo de coalición para gobernar, sino que convocamos a concejales y diputados a trabajar juntos, a partir de unos retos que nos habíamos propuesto. Lo mismo vamos a hacer desde la Presidencia con el Congreso, para que los territorios puedan beneficiarse, pero sin entregar las instituciones al clientelismo. Eso se puede hacer. Convocaremos a los congresistas a aportar, no a negociar.
Es aconsejable la revisión de los acuerdos de comercio. Los tratados de comercio se negociaron con un periodo de ajuste para algunos sectores, pero no hicimos la tarea. Tenemos que revisar los TLC. El contexto mundial nos da además una oportunidad para revisarlos porque esa visión global ha cambiado, lo que se evidencia con la confrontación Estados Unidos-China. Estados Unidos es el primero en estar en contra de la globalización, primero de la mano de Trump, y ahora Biden no va a obrar de otra manera.
Los municipios no tienen recursos para hacer vías terciarias. Según el orden institucional nuestro, las vías nacionales son responsabilidad del gobierno central; las secundarias, de los departamentos, y las terciarias, de los municipios. Espectacular el diseño, pero imposible de aplicar, porque ningún municipio tiene un peso para hacer vías terciarias. Recordemos que cerca de 90% de los 1.102 municipios, son categorías 5 y 6, es decir, que no tienen ingresos, aparte de que hay mucho clientelismo de por medio. De todas formas, hay que reconocer avances en la materia, especialmente a raíz de la firma del Acuerdo de Paz. Se necesita, entonces, un gran esfuerzo del gobierno central, pero articulado con los municipios.
El bloqueo de vías muestra la incompetencia del Estado colombiano. Cada vez que ocurre un bloqueo, mandan de afán a unos ministros en helicóptero, supuestamente a resolver todas las inquietudes. Firman lo que sea y regresan a Bogotá. El asunto es que los compromisos a los que llegan, no se cumplen, y así no va a haber cambio. Estoy siendo realista, pragmático y crudo. Lo que hay que hacer es dialogar desde el primer día, más tratándose del Cauca y el Valle, pero con la seguridad de que se van a cumplir los compromisos. En el caso de Buenaventura, se firmaron ciento setenta y siete compromisos, de los cuales apenas se han cumplido 15%. Van a volver a bloquear la Panamericana.