Revista Nacional de Agricultura
Edición 1019 – Octubre 2021
Hay que ampliar las obras por impuestos a municipios no PDET
Empresaria y politóloga caleña. Fue directora de Asuntos Internacionales de la Fiscalía General de la Nación, representante a la Cámara por Bogotá, y en el 2018 salió elegida senadora de la República.
Me fascinan las obras por impuestos. ¿Por qué? Porque el pálpito de la realidad social y económica del sector rural lo tienen las organizaciones gremiales, que pueden acompañar el diseño de la política pública, ayudar a tumbar leyes y normas obstructivas y a combatir la burocracia. Entonces, creo que el sector privado, en vez de darle su plata al Estado para que la redistribuya y vaya a manos de los politiqueros, tiene en las obras por impuestos una gran oportunidad de contribuir al desarrollo; tanto, que yo lo subiría de 20% a 40% del impuesto por pagar. Hagamos realidad esto, pero ampliémosla a los municipios que no hacen parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Y no se necesita contratar ningún estudio porque ustedes saben dónde se necesitan esas vías y otras obras.
A empoderar a la mujer. La mujer rural ha sido siempre trabajadora en su hogar y trabajadora en su entorno. Si conectamos el sector rural, estructural y físicamente, y le abrimos ese mercado a la mujer, el país gana. Pero hay que llevarle el Sena, las organizaciones gremiales, con la integración de los pequeños productores, la universidad y más herramientas. Cuando se empodera a esa mujer no se deshace el hogar, sino que se fortalece.
Hay que pensar al país con sentido común. Mientras más arandelas le metan los congresistas a la formalización del trabajo, menos se podrá avanzar porque nadie va a contratar gente cuando sobre el empleador se han puesto una cantidad de obligaciones que pasan por encima de lo racional. Casi 5 millones de personas en el sector rural están en la pobreza, y cerca de 2.4 millones en extrema pobreza. El ingreso monetario rural es muy pequeño, y las necesidades insatisfechas están en un nivel alarmante. ¿Qué tragedia veo en el modelo económico colombiano? Que no vivimos del capitalismo. Si así fuera, estaríamos muy contentos accediendo al capital, pero hoy, 5 millones de personas están en el “gota-gota” o excluidas del crédito; para el agro, el sector financiero tiene tasado por encima de 20% el nivel del riesgo del crédito, y los intereses son altísimos, cuando en México prestan al 7%, en Brasil al 6%, y en Costa Rica y Panamá a 0%. Todo esto se resuelve pensando al país con sentido común.
La revolución de las vías terciarias. Yo estoy proponiendo la revolución de las vías terciarias, cuya fórmula ya la estudiamos y es posible. Como los municipios hacen el recaudo del impuesto predial, proponemos que por cada peso recaudado la Nación ponga $5 del Sistema General de Regalías. Está probado que sí se puede y que llegaríamos a $2.8 billones al año, o sea, que es un incentivo virtuoso. El alcalde que entienda que su municipio va a recaudar más y que va a ser más próspero con vías, entrará a ser parte de la fórmula. Se pueden construir 5 mil kilómetros al año.
Pensemos en un IVA global de 14%. Las reformas tributarias de cada año se deben a que existe un desajuste estructural que hay que corregir. Quién va a venir a este país cuando le van a sacar de impuesto a la renta, $71.2 por cada $100 que se va a ganar. Empecemos por descargar esta excesiva tributación que causa un desestimulo a la inversión. Tengo una propuesta muy interesante: modificar el impuesto a la renta por un impuesto plano (tax flat), como lo han hecho países de Europa del Este (cuyo crecimiento es impresionante), los cuales lo situaron en 27%, y como lo hizo Trump. Cuando uno baja esa carga de renta, se amplía la base tributaria y por consiguiente el país recauda más recursos. Además, ese dinero extra que le queda al empresario, al emprendedor, es reinvertido, lo que se traduce en más empleo. Si se logra bajar el impuesto a la renta, es posible quitar el 4 x 1.000, que es un impuesto regresivo, y se podría pensar en un IVA global de 14%. Y, por último: jamás debe haber IVA para la comida, en un país como Colombia donde todavía hay gente de una sola comida al día.
Los POT, las CAR y la invasión de tierras. En materia de ordenamiento territorial, veo que los alcaldes están muy solos en su diseño, que debería ir de la mano del Departamento Nacional de Planeación. En cuanto a las CAR, tenemos que la discrecionalidad de estas instituciones trae consigo una corrupción enorme y un atraso absoluto. Propongo un ejercicio con los gremios, sobre la reforma a dichas corporaciones, porque como están, van a arruinar al país. Como lo va a arruinar el Invima con permisos que demoran un año. Es que todo lo que toca el Estado lo vuelve un absurdo, porque a nadie le duele. Y sobre la invasión de tierras, yo invito a la gente a que busque los Índices de Libertad Económica, según los cuales los países son más avanzados en la medida en que ofrezcan confianza inversionista, seguridad jurídica (que la tierra que uno compra no la van a venir a reclamar) y seguridad material (que la tierra no la van a invadir). Este país necesita titulación a gritos porque la propiedad y el libre mercado son la base de la sociedad civilizada
Busquemos una reforma monetaria virtuosa.Quiero que en Colombia podamos abrir cuentas en dólares y transar en dólares, porque uno no puede determinar el negocio de acuerdo con la fluctuación de la Tasa Representativa del Mercado (TRM), lo cual está mandado a recoger.
No a la soberanía alimentaria. No creo en las locuras que se inventa la izquierda cuando ahora habla de soberanía alimentaria. Lo que los países deben hacer es cuidar su capacidad productiva para atender a la gente. No estoy de acuerdo con subir nada a la Constitución, porque la izquierda no solo adora a un juez para legalizar la barbaridad, como los fascistas, sino que adora constitucionalizar todo, para agarrarnos del cuello. Hay que entender esa mentalidad, porque en el fondo son doctrinas colectivistas que lo único que han dejado a lo largo de la historia de la Humanidad es miseria y muerte. Millones de muertos, porque fascismo, nazismo y comunismo son hermanos siameses, que no respetan propiedad privada ni libertad de empresa. Entonces, volvamos al sentido común de las cosas. Seamos competitivos en lo que sabemos hacer.
Hay que diseñar una política de seguridad nacional multidimensional. Es lamentable que un país que logró los niveles de inteligencia en la época de Uribe (gracias a lo cual fue posible darle grandes golpes al secretariado de las Farc), se hubiera relajado. En el gobierno de Santos, con su Acuerdo de Paz, prácticamente se prohibieron las investigaciones judiciales a las Farc y al ELN. Y no me gusta que este gobierno haya dejado la cúpula que estuvo en La Habana. Pienso que nos relajamos. Colombia no compró ni siquiera las herramientas cibernéticas para protegernos de las mentiras y las noticias falsas, que cambiaron la percepción de los organismos internacionales de derechos humanos. Veíamos cómo quemaban vivos a policías en un CAI, mientras que la mamertería, conectada nacional e internacionalmente, destruía la dignidad de la Policía. Lo mismo que hicieron durante años con el Ejército. Tocó prepararnos, porque la supervivencia de la Nación depende de la capacidad de defender a sus ciudadanos y a sus bienes estratégicos. Hay que diseñar una política de seguridad nacional multidimensional, porque ya los actores son múltiples (nacionales y extranjeros), pero estableciendo diferencias entre el Catatumbo el Darién, el Cauca y el Valle.
Discutamos los puntos críticos del TLC con Estados Unidos. Por supuesto que hay desajustes en el TLC, sobre todo cuando nos enfrentamos a economías agrícolas subsidiadas. Uno no puede competir con un estadounidense a quien por una vaca le pagan $1.1 millones mensuales. Hagamos un equipo con los gremios, con los ministerios de Comercio, Ambiente y Agricultura, pero sin tecnócratas absurdos, para discutir los puntos más críticos del TLC. Debe haber puntos que permitan una conciliación. Si nuestro principal socio en muchas cosas es Estados Unidos, por qué no puede entender que es abriéndonos su mercado y no imponiéndonos aranceles y barreras sanitarias y fitosanitarias, como Colombia crece. No está bien que nos cierren el mercado y nos den ayudas condicionadas.