Revista Nacional de Agricultura
Edición 1008 – Octubre 2020
En Cundinamarca funciona una singular empresa ovina que busca entrar al club de generadores de divisas.
Carnero Gourmet es la marca registrada de la empresa líder del sector ovino en Colombia: Granja Ovina La Carreta, que cuenta con la única planta de desposte y transformación exclusiva para carne de cordero certificada por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, y que solo está a la espera de que se abra algún frigorífico Tipo 1 para salir a los mercados externos.
Además, esta compañía es considerada como un emprendimiento de alto impacto por sus efectos económicos, sociales y ambientales, lo que quiere decir que la rentabilidad económica no es su razón de ser. Tremenda responsabilidad.
Como criadores están en el mercado desde el 2011, cuando abrieron la granja en Guachetá, Cundinamarca, y como procesadores dieron sus primeros pasos hace cinco años, con la elaboración artesanal de hamburguesas y chorizos, que vendían en un camión de comidas. Fue tal la aceptación de estos productos, que un año más tarde y gracias a la ayuda de unos amigos, ya contaban con la planta (localizada en Zipaquirá, municipio del mismo departamento), la cual hoy apenas utiliza 30% de su capacidad instalada porque en el país todavía es poca la oferta de corderos
Antes de la pandemia sacrificaban 250-300 animales mensuales, pero en los últimos tres meses han subido a 450-500. ¿La razón de semejante incremento? “Parece que la gente se animó a cocinar cosas diferentes en el encierro”, responde Isabel Cristina Cataño, quien tiene a su cargo la comercialización de la línea Carnero Gourmet.
Ella, que dejó la odontología para entregarse de lleno con su esposo a este negocio en el que creyeron desde el principio, atribuye la buena aceptación que siempre han tenido sus productos (hamburguesas, chorizos, costillas ahumadas, cortes especiales), a que los corderos que sacrifican tienen menos de un año y a que son animales 90% de lana. Su esposo, Henry Polanía, muy reconocido en el mundo de los ovinos en Colombia, es el responsable del manejo de la granja.
Carnero Gourmet está en grandes superficies (Jumbo y Carulla), en el canal horeca (hoteles, restaurantes y casinos) y en tiendas especializadas de carne de Bogotá, Ibagué, Armenia, Pereira y Cali, entre otras ciudades.
“También logramos tener presencia en restaurantes españoles que no se atrevían a poner cordero en sus cartas porque nadie les ofrecía la calidad que necesitaban. Gracias a que tenemos toda la cadena, desde la cría hasta la comercialización, ahora ese canal, que es muy exigente, tienen un proveedor de confianza”, dice.
Como la calidad es el distintivo de esta empresa, los corderos que utiliza son de razas similares a las que predominan en Nueva Zelanda, Australia, Uruguay y Argentina (Romney Marsh, Hampshire y Hampshire Down), países de gran tradición ovina. “Tanto es así”, revela Isabel Cristina Cataño, “que hace casi dos años hicimos una importación de corderos de Uruguay (cincuenta y cuatro hembras y cuatro machos Hampshire Down), movidos, no solo por la intención de continuar con nuestro mejoramiento genético, sino de avanzar en el propósito de contribuir a que se mejore el pie de cría en Colombia, donde los productores han sido renuentes a mejorar su genética, que es indispensable para ofrecer una buena carne”.
En efecto, Granja Ovina La Carreta, aparte de vender genética a quien lo necesite, viene comprometida con un naciente programa que comprende la entrega de animales puros, la donación de pajillas y, por ahora en algunos casos, la prestación de asesoría desde cuando se monta el proyecto hasta cuando se venden los animales, a las personas que deseen convertirse en sus proveedores, quienes pagan ese pie de cría con corderos listos para el sacrificio. Gracias a esta iniciativa, la empresa ya tiene trece proveedores en Cundinamarca, Boyacá y Santander.
Y es con este esquema que Granja Ovina La Carreta busca crecer en buena medida, en vista de que su producción no es suficiente para atender la demanda actual y futura, así como para proyectarse hacia los mercados externos. La idea es que más productores se animen a producir cordero de calidad con esta empresa.
“Con dicho modelo de negocio, buscamos, además, contribuir a que la gente se quede en el campo produciendo para la ciudad. Por ello, estamos explorando diferentes opciones para organizar una proveeduría liderada por mujeres y por jóvenes emprendedores”, revela esta empresaria.
El esquema de proveedores les permitirá, por otra parte, ofrecer desde el próximo año, productos premium, es decir, elaborados con carne de animales puros, atendiendo la sugerencia de planteada por parte de algunos criadores.
A propósito de nuevos productos, Isabel Cristina Cataño asegura que su lanzamiento es algo costoso cuando se trata de cumplir con la normatividad que hay para los cárnicos, puesto que la inversión, pasa por la formulación, el Registro Invima, los análisis de bromatología, la pruebas de estabilidad y vida útil, el diseño de tabla nutricional y la etiqueta.
Al referirse a los planes de exportación de la empresa, dice que están listos para comprometerse con clientes de Ecuador, Argentina, Suráfrica y Emiratos Árabes Unidos, que han conocido los productos Cordero Gourmet. “Pero no hemos podido concretar ventas por la inexistencia en el país de un frigorífico Tipo 1 para corderos. Aquí había dos: uno privado, que no sacrificaba para terceros, y el otro, el Manzanares, de Floridablanca, Santander, que fue desmontado porque en ese departamento, número uno en carne de cordero, casi todo el sacrificio es informal. Ante este inconveniente estamos viendo la posibilidad de que frigoríficos autorizados para cordero nacional, hagan la inversión y se certifiquen como Tipo 1”.
Un capítulo interesante de la vida de Granja Ovina La Carreta son los apoyos que ha recibido por parte de distintas organizaciones oficiales y privadas, por lo innovadora de la empresa. Isabel Cristina Cataño menciona a la Fundación Bolívar, a través de su programa Emprende País, con una asesoría y una consultoría permanentes en marketing y finanzas; a Innpulsa Colombia, por conducto de su programa Aldea, con consultorías, ruedas de negocios y visibilización; a la Cámara de Comercio de Bogotá, con ruedas de negocios, consultorías y la cofinanciación de la página web; a la Gobernación de Cundinamarca, a través de la Secretaría de la Competitividad, por convocatorias que se han ganado y porque hacen parte del Programa Bonos de Innovación, de Bogotá-Región e Innpulsa, y a la Secretaría de Desarrollo Económico y Turismo de Zipaquirá.
¿Por qué llegaron a este negocio? “Porque siempre hemos creído él. Porque si en muchos países, entre los que sobresalen Australia, Nueva Zelanda, Argentina y Uruguay, la carne de cordero es la proteína principal, debe ser porque es un buen negocio. Además, porque en el país no había quien hiciera lo que estamos haciendo a nuestro nivel”, responde Isabel Cristina Cataño.
Dice que fue un riesgo meterse en un negocio que no existía, pero que por lo mismo ofrecía una oportunidad inmensa, máxime si se tiene en cuenta que Cundinamarca y Boyacá han sido ovinocultores históricamente y que hay a quién incentivar para tener más materia prima. Además, porque en muchos países hay déficit en esta carne.
“Por todo lo anterior”, afirma”, nos vemos en un futuro cercano con una producción mucho mayor a la actual, como proveedores de un par de países y como empresa motor de desarrollo regional”.