Revista Nacional de Agricultura
Edición 1015 – Junio 2021
En Antioquia, este emprendimiento busca gente «con capacidad de asombro» para que dé el salto a la agricultura orgánica. Próximamente estará en Cundinamarca.
Siembra Viva es una singular empresa concebida con dos fines: facilitarles a sus cultivadores vinculados la transición de la agricultura convencional a la agricultura orgánica, en un contexto de regeneración de la tierra y de certificación, y ofrecerles a consumidores de Medellín la posibilidad de hacer mercado por el novedoso sistema de suscripción, a través de una tienda virtual.
La idea surgió hace ocho años, cuando a raíz del nacimiento de su hija, Diego Benítez Valencia, socio fundador y director general de la compañía, quiso que fuera alimentada con productos que no contuvieran agrotóxicos. Pero se encontró con que la oferta orgánica prácticamente no existía en ese momento en la capital antioqueña.
Así, empezó a crear el concepto de una plataforma tecnológica que pudiera acercar al cultivador de agricultura orgánica a un mercado que iba a ser llamativo, y paulatinamente, pudo entender que con una integración vertical era posible romper las barreras más importantes que les impiden a los pequeños cultivadores pasarse a esta “nueva” forma de producción. Claro que la cosa no fue fácil. “Convencer a los agricultores de las bondades de la agricultura orgánica fue uno de los retos iniciales más importantes para la empresa, porque las malas experiencias que ellos han tenido a lo largo de su vida los ha vuelto muy desconfiados. Ellos prefieren ver para creer”, dice este administrador de negocios.
Para sortear esta desconfianza, Siembra Viva –emprendimiento con ánimo de lucro pero de carácter social–, tiene dos formas de aproximarse a los agricultores reacios. Una, ofreciéndoles un negocio, en el cual se les garantiza la compra de sus productos a precios remunerativos, se les presta una asistencia técnica y se les suministran los insumos requeridos para hacer la transición a la agricultura orgánica. Dos, proponiéndoles que no ocupen toda la finca, sino que arranquen con 2.500 metros cuadrados, superficie a partir de la cual se comparan los rendimientos y la rentabilidad de los cultivos tradicionales con los de tipo orgánico.
Según Benítez Valencia, así, “con burro amarrado”, como ellos dicen, las cosas se han facilitado, y de siete productores con los que arrancaron, trabajan hoy con treinta, aunque han logrado impactar a más de ochenta en los siete años de vida de la empresa. Para el segundo semestre del presente año, otros seis agricultores harán parte de la red de Siembra Viva.
En la actualidad, la superficie total vinculada a este emprendimiento llega a 15 hectáreas, de las cuales ya hay 10 certificadas y 5 van a entrar al proceso de conversión a la agricultura orgánica. Las fincas se encuentran en los municipios de Santa Elena, La Ceja, La Unión y Rionegro.
Siembra Viva maneja más de cuarenta productos que hacen parte de la canasta familiar en este segmento de los alimentos: zanahoria, remolacha, rábano, espinaca, rúgula, lechuga, tomate, fresa, etc. Con este portafolio tan amplio se busca impedir la especialización, para que haya rotación de cultivos, lo cual es ampliamente benéfico en la agricultura regenerativa. En la práctica, cada cultivador maneja entre siete y diez hortalizas diferentes.
En cuanto a los requisitos de ingreso que la empresa les exige a los agricultores que quieran hacer parte de su red, Diego Benítez cuenta que estos deben estar lo más cerca posible a la planta de poscosecha, localizada en el municipio de Santa Elena (donde también se encuentra la Escuela de Sembradío); ofrecer un mínimo de 2.500 metros cuadrados efectivos para los cultivos, y asumir durante los primeros seis meses, un costo de $250 mil mensuales por concepto del acompañamiento, el cual cubre dos visitas mensuales de nuestros equipo técnico, para garantizar la transición de la agricultura convencional a la orgánica, y luego de la primera cosecha, se pasa a una visita al mes. En este acompañamiento está incluida la plataforma tecnológica (en WhatsApp), por medio de la cual los productores se comunican con el equipo técnico y se llevan todos los registros de las actividades propias del cultivo, gracias a lo cual la empresa consigue garantizar la trazabilidad completa de los productos y puede hacer un acompañamiento mucho más efectivo en el proceso de certificación
Este empresario explica que el valor del mencionado acompañamiento le es descontado al productor cuando se le paga la entrega de sus despachos. “A este servicio lo llamamos acompañamiento, porque al agricultor le enseñamos a hacer los bioles o abonos foliares orgánicos y el compostaje, así como a seguir todo el proceso de la trazabilidad. Cuando se cierra el ciclo de un cultivo, nosotros le reportamos al productor el costo y la utilidad obtenida, para que él comprenda su negocio, algo en lo cual falla el pequeño cultivador”, dice.
Por la particularidad del negocio, al comienzo se pensaba que quienes se vincularan a él iban a ser jóvenes, porque supuestamente ofrecen menos resistencia al cambio, pero lo cierto es que Siembra Viva tiene adultos mayores que se han adaptado sin problema al concepto de agricultura orgánica y a la tecnología. Y, claro, en su red de proveedores también hay mujeres, entre otras razones, porque según Benítez Valencia, la idiosincrasia del oriente antioqueño indica que son ellas las responsables de las huertas.
“En todo caso”, explica este empresario, “lo que buscamos es gente interesada en hacer las cosas de manera distinta y que sea receptiva al cambio. Por eso, las deserciones que hemos tenido son de personas que aprenden pero se casan con lo que aprendieron y después no aceptan cosas nuevas, lo cual es una desventaja, puesto que la agricultura orgánica es cambiante en materia de tecnología. En pocas, palabras, lo que buscamos es gente con capacidad de asombro”.
Al referirse al comportamiento de las compras de hortalizas, comenta que en los inicios la empresa tuvo un crecimiento exponencial: doce o trece veces entre el 2014 y el 2016, pero ya en 2016-2018, comenzaron ver una estabilidad en el crecimiento, atribuible a la entrada de más competidores al mercado, algunos de los cuales ofrecen productos que no tienen certificación orgánica pero que se venden como tales.
En la búsqueda de oportunidades en el negocio de los productos saludables y respetuosos de la Naturaleza, el año pasado, nació Mercaviva, empresa que se encarga, no solo de la comercialización de las hortalizas y verduras de Siembra Viva, sino de una amplia canasta de cuarenta y dos productos, entre los cuales aparecen frutas, huevos, alitas de pollo, arepas, hamburguesas artesanales, panes, bizcochos, helados, chocolates, pizas, pastas, harinas, pañales, lavalozas, etc. Mercaviva es una compañía nueva, con socios distintos, que busca ofrecerles a los consumidores del área metropolitana de Medellín unas mayores opciones de compra por internet, pero no bajo el sistema de suscripción, que fue clausurado.
¿Qué hay en los planes futuros de Siembra Viva? Según Benítez Valencia, la empresa le apunta, de un lado, a ofrecer ensaladas prelistas de verduras, lavadas y desinfectadas, para aprovechar la experiencia que tuvo con el montaje de máquinas dispensadoras de este tipo de productos, que no funcionó porque en Colombia aún no existe la cultura de almorzar con una ensalada. De otro, a encontrar nichos de mercado, inicialmente, para congelados de brócoli, fresa y mora, en Europa y Estados Unidos.
Pero ya en el inmediato futuro, esta empresa llegará en julio al mercado de Bogotá, a través de tiendas especializadas de Gastronomy Market, gracias a una alianza con Superfoods.com, y de algunos Carulla, inicialmente con productos cultivados en Antioquia, y a partir del próximo año, con hortalizas y verduras producidas en el municipio cundinamarqués de Subachoque. “Gracias a una alianza que hicimos con la Red de Productores Agroecológicos de Subachoque, vamos a crear allí, en el segundo semestre del presente año, la primera ciudadela donde ayudaremos a cultivadores de la región a hacer la transición a la agricultura orgánica”, revela.
Siembra Viva es un negocio que nació en la incubadora de ideas de Ruta N., en Medellín. En el 2013, obtuvo dos premios de la revista Dinero, uno al mejor proyecto en impacto social, y el otro por su trabajo en el campo de la sostenibilidad. Desde entonces, la empresa ha estado vinculada a inversionistas, tanto de fondos de inversión de impacto como de ángeles de inversionistas, que quieren contribuir a las causas orgánica y social. Siembra Vida es, además, Empresa B desde el 2017.