Revista Nacional de Agricultura
Edición 1016 – Julio 2021
Primera mujer vicepresidenta de Asuntos Corporativos de la SAC
Una trabajadora incansable. Así coinciden en describirla quienes se han cruzado con ella en su vida laboral. Con tres años de gestión en nuestra entidad, ella marcó un hito. Entrevista de María Isabel Díaz.
Tal vez muy pocos en el sector agropecuario puedan decir que no han escuchado hablar de Catalina Sandoval Tristancho, quien luego de tres años decidió tomar otro rumbo laboral. Y es que esta mujer, con tan solo treinta y cuatro años, se ha ganado el reconocimiento de quienes trabajan en los gremios de la producción del campo colombiano. Hablamos con ella para recordar un poco sobre su gestión al frente de la Vicepresidencia de Asuntos Corporativos de la SAC.
Revista Nacional de Agricultura: Sabemos que no fue una decisión fácil renunciar. ¿Cómo ha sido este proceso?
Catalina Sandoval Tristancho: Ha sido una despedida larga y muy emotiva; pero también ha sido muy gratificante porque creo que más allá de la tarea propia y misional de la SAC con los gremios, con las personas que trabajan en la SAC y con muchas personas que están alrededor de todo el ecosistema del sector agropecuario, construí grandes amistades. Entonces, yo siento que me estoy despidiendo un poco de un trabajo que para mí tal vez fue un pare en lo personal, en la vida, y me permitió ver cómo un trabajo se puede volver una familia. Así que esta despedida ha sido casi como si me estuviera despidiendo de mi familia y emprendiendo un viaje, pero siempre voy a estar ahí para mi familia y para todos, y sé que ellos también siempre van a estar para mí. Entonces, no es una despedida, en mi opinión, definitiva, sino es una despedida del rol, pero no de la persona con la que ellos saben que pueden contar para siempre.
R.N.A.: Usted siempre ha hablado de lo difícil que es ser productor del sector agropecuario, y en ese sentido, siempre ha dicho también que desde los gremios, lo mínimo que se puede hacer es estar a la altura de ese trabajo en el campo. ¿Cómo era un día suyo como vicepresidenta de Asuntos Corporativos de la SAC?
C.S.T.: Tenía sus dinámicas. Siempre creí, desde el primer día que llegué a la SAC, que uno no podía hacer menos que quien representaba, y en este caso, son todos los productores y las empresas del sector agropecuario. Mis días eran bastante dinámicos. Creo que la pandemia trajo nuevas dinámicas en la vida de todos, y yo, particularmente, soy bastante madrugadora; entonces, me levantaba muy temprano todos los días, revisaba medios, revisaba toda la información que creía que, al menos dentro de lo que yo siempre llamaba como la geopolítica, teníamos que entender que iba a pasar.
Mi cabeza inmediatamente empezaba a repasar todo lo que había para ese día. Como soy muy de “agendas”, todo lo que creía que los afiliados y los productores tenían que saber ese día, lo enviaba, en la medida de lo posible, a primera hora, y ya después era una agenda más pensada en ejecutar, ejecutar y ejecutar.
Pero, además, no era solo mía: era de todos los gremios, de todo el equipo de trabajo; no solo del área nuestra, sino de la Dirección de Comunicaciones, de lo administrativo, de la otra Vicepresidencia. Pero yo creo que los días, más allá de las tareas propias, eran como levantarse a gozar cada día, porque yo sentía que en conjunto con todo el equipo y con Jorge, lo que estábamos tratando era de aportarle cada día algo, en lo que fuera, al país. Sí, eran días muy dinámicos, pero siempre tratábamos de tener un reto nuevo cada día, o un reto distinto cada día.
R.N.A.: Me gustaría pedirle que hiciéramos un recorrido al pasado y que piense en ese momento en el que Usted llegó a la SAC. ¿Cómo estaba el gremio cuando llegó, cómo lo recuerda?
C.S.T.: Cuando llegué, Jorge Enrique Bedoya, el presidente de la SAC, llevaba un año; me acuerdo que renuncié a mi anterior trabajo y literalmente al otro día comencé en la SAC. Llegué, cogí la lista de los gremios, de las empresas afiliadas, de las universidades, y los comencé a llamar, uno por uno. Y lo que encontré fueron muchas ganas de construir y de hacer país, país agropecuario.
Entonces, había un piso muy importante ya adelantado, ya construido; había una genuina intención de querer ser más activos y aportarle más al país, insisto, agropecuario. Para mí fue bastante impactante ver que más allá de lo laboral uno encontraba grandes seres humanos. Nunca me imaginé encontrar toda esta calidad humana en la SAC y, por supuesto, entre los afiliados, con quienes interactué durante estos tres años.
Encontré una SAC llena de retos, y yo soy de retos, me encantan los retos. Entonces, trabajamos en ver cómo construíamos, pero cómo construíamos juntos. Esta no fue una tarea de una persona: era una tarea de todo un equipo de trabajo que queda en la SAC. Seguramente, falta mucho por hacer, pero logramos dar muchas luces e iniciar unos proyectos que a nosotros mismos nos hicieron replantearnos el rol de la SAC, en beneficio del mismo sector agropecuario.
R.N.A.: A propósito de eso que nos dice, que Usted es una mujer de retos, recién llegada a la SAC, ¿cuáles se planteó para llevar a cabo su gestión?
C.S.T.: Un reto, y lo hablamos mucho con Jorge Enrique en su momento: cómo serle útiles al sector, lo que va muy de la mano con la idea de que, por supuesto, nuestros afiliados son los gremios, pero yo genuinamente creo que uno siempre debe estar a la altura de quien sirve. Entonces, para nadie es un secreto que cuando uno mira estos indicadores macroeconómicos, hay unas cifras que son retos, que siguen siendo retos en asuntos de pobreza, de equidad, de infraestructura. Así, lo que pensamos era cómo podíamos desde la SAC ayudar a que esas brechas se cerraran, entendiendo que no teníamos un alcance tan territorial en la ejecución, lo cual también fue un desafío. Al menos este año, la SAC empezó a ser más territorial en algunas iniciativas, pero en ese momento no lo era.
Pensar también cómo entendíamos esas necesidades territoriales y las traíamos a la discusión de un escritorio en Bogotá. Así, identificamos en qué podíamos incidir, y ahí nos planteamos unas líneas de acción que, principalmente, están centradas en la agenda legislativa. Siento que en conjunto con los afiliados, hemos logrado desarrollar un muy buen mecanismo de análisis y de intervención en el Congreso, de aquellas iniciativas que pueden impactar al sector agropecuario.
Por otro lado, también pensamos en cómo identificar oportunidades para fortalecer la visión, o al menos, al sector agropecuario en la agenda de gobierno. La SAC, en cabeza de su presidente, hace parte de varias instancias, y por eso un reto que nos planteamos en lo laboral, pero que se convirtió en algo personal, era lograr fortalecer la visión agropecuaria en esas instancias.
Con Jorge logramos conformar un muy buen equipo. Había unos roles muy definidos; él es un gran vocero del sector agropecuario, y yo siento que nosotras, tras bambalinas, teníamos la camiseta puesta para ver cómo ayudábamos a que su vocería tuviera un gran componente técnico, porque las discusiones se pueden dar, pero con Jorge compartíamos la idea de nunca dar discusiones que no tuvieran argumentos técnicos. Todo lo que se generaba en la SAC, los productos que sacábamos, eran una construcción colectiva de veintidós gremios de la producción agropecuaria, de empresas, de las universidades, de todos los que hacen parte del gremio; por eso creo que hoy tenemos una SAC que es el conjunto y la suma del conocimiento de todos, un respeto profundo por el productor y por las empresas del sector agropecuario, una visión muy clara respecto a la mujer rural, siempre con argumentos y con una visión muy técnica.
R.N.A.: ¿Cuáles son esas tres cosas que la enorgullecen haber logrado en la SAC?
C.S.T.: Son muchas. Realmente tratamos de hacer muchas cosas en este tiempo, pero, tal vez, insistiría en el rol que ha tenido la SAC con todos los afiliados en relación con el papel que hemos desempeñado en el Congreso. Creo que hemos logrado que muchos actores de dicha institución, tanto senadores como representantes, tengan en su cabeza siempre al sector agropecuario. Y no es un asunto menor que desde Bogotá estén pensando en la ruralidad: es un gran paso y lo logramos con mucha pedagogía, con muchos argumentos, con muchas propuestas, que no salían solo de nosotros, sino de los afiliados y del equipo de la SAC.
La Junta Directiva de la SAC aprobó y apoyó el trabajo con la mujer rural, que nos planteamos con Jorge, y ahí empezamos un camino que hasta el momento ha sido bonito. Queda mucho por hacer, pero hoy, de corazón, la mujer rural es todo un tema para el sector agropecuario. En ese sentido, logramos sacar adelante un proyecto con la CAF, y hoy tenemos más de 3 mil personas capacitándose con Harvard y con Crehana, de las cuales, 51% son mujeres. Eso me llena de satisfacción y se me iluminan los ojos cada vez que hablo de esto. Así mismo, firmamos un convenio con Acdi/Voca, para poder atender, a través de ese mismo mecanismo, a 172 mujeres que están en los municipios con mayor grado de vulnerabilidad en este país.
La SAC, en conjunto con todos sus afiliados, ha demostrado que hay un objetivo y una misión genuina de defender el sector agropecuario en toda su cadena, pero de alguna manera logramos llevar el asunto al territorio. Para mí, esa mezcla de lo territorial y mujer rural, son dos cosas que me planteé sacar adelante, aunque siento que puede ser más grande, más impresionante, pero arrancó y eso me llena el corazón.
Para el trabajo de Mujer Rural firmamos, además, unos pactos con la Vicepresidencia de la República y hemos buscado que cada afiliado tenga una agenda para este tema. Pero, además, en conjunto, hicimos algo muy importante: darnos cuenta de que a las mujeres del campo nunca las habían encuestado para saber cómo estaban, qué necesitaban. Entonces, diseñamos una encuesta y logramos, hasta ese momento, encuestar 1.500 mujeres, lo que nos da la tranquilidad de al menos haber dado ese primer paso, con una muestra muy pequeña, claro, pero que nos permitió preguntarles de manera directa qué querían, trabajo este que seguramente se publicará en los próximos meses, porque me parece que tiene el alcance, incluso, de un bien público. Así, no puede ser solo de la SAC, sino del país, porque la encuesta permitirá diseñar políticas para las mujeres, teniendo en cuenta su voz, su pensamiento y sus necesidades.
Dentro del diseño de esa agenda para mujeres, queremos replicar lo mismo para los jóvenes, porque ellos también son un nicho que hay que entender primero, hay que escucharlos y generar oportunidades para trabajar con ellos.
Creo que el tercer logro es haber construido familia. Uno tiende a ver el trabajo como un asunto muy transaccional de ir, cumplir un horario, hacer unas tareas, recibir un sueldo, mostrar gestión y pare de contar. Pero la SAC y todos sus afiliados van mucho más allá de eso. Son personas, en todos los niveles, que tienen una vocación natural por el campo colombiano, lo que nos ha permitido impulsar temas y sacarlos adelante juntos. Uno de los grandes logros es haber ayudado a fortalecer esa gran familia con la que trabajamos mucho. Esta no es una familia solo de cabezas, o jefes, sino de todas las personas que a todo nivel trabajan por la ruralidad. Eso es algo que no sé qué tan común sea, pero hoy sé que tengo una familia adicional a la mía.
R.N.A.: ¿Y cuáles son esas tres cosas que le quedaron en el tintero?
C.S.T.: Yo creo, y tuvimos un intento en el Congreso de la República (que lamentablemente se cayó), que hay una deuda histórica de este país en crear un régimen laboral que realmente entienda el sector agropecuario. Eso lo hemos impulsado desde la SAC, hemos sido muy vocales en la Misión de Empleo y en las instancias en las que Jorge participa, y dejamos lista la propuesta, pero no ha sucedido más. Así es muy difícil potenciar el sector, porque lo laboral es un asunto estructural para el desarrollo de este y el campo colombiano, que tiene 86% de informalidad laboral, lo que es muchísimo. La deuda que tenemos en ese sentido es garantizarles a los productores calidad de vida en la vejez, y calidad de vida en la salud de todos quienes trabajan en este sector. Creo que el país no se puede dar el lujo, independientemente de los gobiernos, de seguir sin darle la cara y responderle al sector agropecuario en materia laboral.
La otra es la formalización de la propiedad rural, que es un asunto que despierta todas las discusiones y tiene todas las posiciones; pero es igual que el tema laboral: es una discusión que hay que dar, que hay que abordar y que hay que solucionar. Uno no puede seguir posponiendo asuntos que de una u otra manera están impactando el desarrollo del sector agropecuario. El tema de tierras lleva en el tintero muchos años; se dio la Ley 160 del 94 y desde ese momento estamos en discusiones al respecto, pero no pasa nada. Las discusiones de fondo en materia de tierras siguen pendientes. Hubo un intento en el Congreso, pero no pasó.
Y también algo que se convirtió en una especie de obsesión para mí: la conectividad. La pandemia nos ha dejado muchas lecciones, pero la más importante fue la de la conectividad. Nosotros teníamos muchas acciones en materia de vías, en la que hemos tenido algunos logros, pero frente a la conectividad digital no es solo tener internet, sino disponer de internet de calidad. En el campo, pueda que no estén las vías, pero si tiene internet de calidad el productor va a estar conectado con el mundo.
En este asunto, los gobiernos han hecho unos esfuerzos grandes, pero esa última milla de conectividad es sobre todo en el sector agropecuario. Y, claro, va a haber inversiones, de cara a unas licitaciones que se hicieron alrededor del espectro, pero ahí se necesita algo más.
R.N.A.: ¿Cuál fue el momento más duro en la Sociedad de Agricultores de Colombia?
C.S.T.: La pandemia. Las noticias sobre el covid-19 empezaron alrededor de noviembre, momento para el cual yo estaba estudiando y salí del país por ocho días. En una clase de geopolítica, hablamos sobre ese tema, pero confieso que yo no dimensioné a qué estábamos por enfrentarnos.
Cuando regresé, tuvimos las reuniones de planeación con Jorge, a comienzos de año. Él fue muy insistente en que el coronavirus iba a ser algo muy importante y que teníamos que prepararnos. Yo, insisto, en ese momento no lo vi tan grave, pero la verdad es que Jorge se adelantó un montón de tiempo antes de que los demás ciudadanos entendiéramos qué significaba esto.
Empezamos a emprender una serie de acciones para prepararnos contra el covid, sobre todo, pensando en que el sector tenía que seguir operando, porque estábamos hablando de la seguridad alimentaria de este país. Cuando el virus llegó a Colombia, empezaron los simulacros de aislamiento, nos guardamos y empezó a crecer esto, como una bola de nieve.
Cuando comenzó toda la estructuración de las reglas de juego por parte de los gobiernos nacional y territorial, nuestro papel fue fundamental para que todo el mundo entendiera que nuestro sector no podía parar. No dormíamos, no paramos ningún fin de semana. Fue tal vez uno de los momentos en los que menos he dormido a lo largo de mi vida laboral. La cabeza no paraba. Fue un momento muy duro, pero fue una oportunidad para tener contacto, en conjunto con los afiliados, directamente con los productores. Hubo semanas en las que yo atendía 50-60 llamadas de productores que no sabían cómo hacer para sacar sus productos, y en la medida de mis posibilidades hablaba con todos y les contestaba a todos.
Ese tal vez fue nuestro primer acercamiento a lo territorial, porque los entes territoriales también jugaron un papel muy importante en esto. Tuvimos muchas reuniones, un contacto directo con algunos secretarios de agricultura, en medio de las cuatro paredes en las que estaba encerrada. De alguna manera, se estaba logrando llegar al productor para ayudarlo en un momento que fue muy crítico.
Ese creo que fue el momento más difícil; pero también creo que lo hicimos muy bien entre todos. El flujo de información en tiempo real era impresionante, los afiliados nos comunicaban, nosotros les comunicábamos a ellos, trabajamos en equipo. Ese fue un momento difícil, pero nos pusimos a prueba y la pasamos, pese a las dificultades.
R.N.A.: Usted marca un hito muy importante, pero además, muy bonito en la SAC, y es que es la primera mujer en ocupar una de las vicepresidencias de la organización ¿Qué ha significado esto para Usted?
C.S.T.: Nunca lo soñé, nunca me lo imaginé. Tal vez, y no sé hasta qué punto eso es bueno o malo, pero nunca he sido tan calculadora con mis metas; siempre he tratado más de gozar lo que la vida me va poniendo y aprovecharlo al máximo. Para mí, nunca fue importante ser la primera mujer vicepresidenta, ni mucho menos ser la persona más joven que ha ocupado ese cargo en la SAC. Le empecé a ver valor a eso cuando comenzamos a construir la agenda de mujer rural, porque conocí a muchísimas mujeres del sector agropecuario, de los gremios y productoras, que llevan mucho tiempo más que yo, que saben mucho más que yo y que llevan muchos años marcando la diferencia.
Entonces, a partir del valor que vi en eso, empecé a ver la cantidad de mujeres en distintos roles, en distintos lugares dentro del sector, que ya estaban jugando un papel, y que lo que teníamos que hacer era volverlas más visibles. Para mí, el asunto no es, nunca lo fue, pensar en que “yo soy la primera”, porque en el estricto sentido no lo fui. Lo bonito es que sentí que llegué a hacer parte de un grupo de personas que genuinamente han intentado contribuirle al sector, y poder construir una especie de red con todas las mujeres del sector agropecuario.
Pero la reflexión de fondo aquí es que el primer paso consiste en creer que uno es capaz, no solo por el hecho de ser mujer, sino porque uno puede. Lo que he aprendido de todas las mujeres que he conocido, que trabajan en el campo, es que las mujeres tenemos algo distintivo: la pasión que uno le mete a las cosas.