Revista Nacional de Agricultura
Edición 1019 – Octubre 2021

La titulación de tierras es un “parto de mula”.

Natural de Aguazul, Casanare, este comerciante, ganadero y político, fue concejal del municipio de Aguazul y gobernador del Departamento de Casanare entre el 2016 y el 2019. 

El arreglo de vías terciarias hay que pagarlo por horas trabajadas. Por más que queramos no vamos a poder atender la totalidad de la malla vial terciaria en cuatro años, pero sí podemos lograr grandes avances si pagamos por hora y usamos el sistema de estabilización química. Aunque en todos los departamentos hay bancos de maquinaria, eso es una sinvergüencería en muchas partes, por lo que en mi administración decidimos pagar por hora trabajada, con la supervisión de personas de las veredas. Con este sistema, se trabajaba hasta de noche, ahorré cerca de 30% del presupuesto y obtuve un rendimiento de casi cinco veces más. 

Ahora bien, la estabilización química resulta mucho más económica que el sistema convencional. Por ejemplo, llevar pavimento a Orocué vale $5.600 millones, mientras que la estabilización química permite un ahorro de 80%. Allá hicimos unas pruebas que funcionaron. En Colombia, muchas regiones agrícolas están subutilizadas porque no hay cómo sacar las cosechas. 

Hay que agilizar la titulación de tierras. Titular tierra en Colombia es un “parto de mula”. Por eso el gobierno debe poner en práctica una política de agilización de estos procesos, porque sin títulos nadie consigue un crédito, nadie puede hacer empresa. Y en cuanto al acceso a la tierra, pienso que se deben reorganizar las unidades familiares agropecuarias (UAF), porque son un desorden que impide que la gente tenga acceso a la tierra y la ponga a producir.

Plata para el agro hay. La plata del sector agropecuario alcanza. Lo que pasa es que se la están malgastando. Un presidente tiene que ser gerente y administrador. Pero si yo no he tenido un negocio o una finca, ¿cómo voy a pretender llegar a manejar los recursos del Estado? Colombia es una empresa, con un presupuesto, un personal y unos bienes y servicios, por lo que cada peso que se invierta tiene que dar resultados. Yo reduje en 43% los gastos de funcionamiento del departamento. Era eso, o nos acabábamos porque estábamos a punto de perder la autonomía administrativa: nos quitaron las regalías por malos manejos, se cayó el precio del petróleo. Mejor dicho, estábamos a punto de entrar a la Ley 550. Entonces nos dimos cuenta de que la gran fuga de recursos estaba en los gastos de funcionamiento, y puse un grupo élite para encontrar en donde recortar gastos innecesarios, con el fin de meter ese ahorro en unidades productivas, en alianzas, en reactivar la economía.

No se necesita ponerles IVA a los alimentos.  Les acabo de dar la solución: no necesitamos más impuestos, sino bajar los gastos de funcionamiento. Hace diez o quince años el presupuesto de la Nación era de unos $158 billones, y hoy es de $350 billones, pero la plata no alcanza porque no se optimiza el gasto. Aquí se destinan $209 billones a gastos de funcionamiento.

Colombia dedica solo 19% a la inversión, contra casi 60% a funcionamiento. Hoy, el sector agropecuario colombiano cuenta con $2.3 billones. ¿Cómo vamos a desarrollarlo con tan poquito presupuesto? Si lográramos ahorrarnos 10%, tendríamos más $20 billones al año (más de una reforma tributaria), y así dejaríamos de joder a la gente con más impuestos. Además, a los ricos, que producen, los estamos cansando con tanto impuesto, cuando lo que se necesitan son incentivos para que haya más inversión nacional y extranjera. Quitemos un poco de impuestos y empecemos a optimizar los recursos del Estado, para que el sector productivo tenga más financiación.

Se necesitan plantas transformadoras en las zonas de producción, para proteger al agricultor. Usted aquí se pone contento cuando tiene una buena cosecha, pero esto de nada le sirve porque se la pagan a la mitad, pero al consumidor no le bajan el precio del producto. Entonces, lo que hay que hacer es buscar la manera de que los productores reciban precios justos. Un productor de piña, por ejemplo, cuando la sube al camión, sella su suerte porque no sabe a cómo se la van a pagar, y muchas veces pierde. ¿Pero qué tal si montamos plantas de transformación en las zonas productoras?

Sí a los TLC, pero cuidando la producción nacional. Los tratados de libre comercio deben hacerse, pero siempre mirando en qué somos fuertes, para así proteger al productor nacional y buscarle mercados. Ahora, las puertas deben abrirse para aquellos productos en los que no seamos fuertes. De todas formas, creo que se pueden corregir algunos acuerdos comerciales.

Los jóvenes y las mujeres necesitan más apoyo. En mi departamento yo quería organizar un sistema de villas productivas, pero sin expropiar a nadie, porque la expropiación se convierte en una maldición para un país. Ahí está el caso de Venezuela. Pensaba montar en un hato de 10 mil hectáreas, una alianza productiva con quinientas o mil familias, idea perfectamente aplicable a otras partes del país en superficies más pequeñas. Ahora, ¿qué tal si nos llevamos al campo gente que quiera trabajar en una villa como las que tengo en mente?

Nosotros sacamos adelante cerca de 12 mil unidades productivas, la mayor parte de las cuales son de mujeres. Cerca de Yopal hay una asociación de mujeres que siembran plátano y que están comenzando a exportar. Todo porque se les dio la oportunidad de demostrar que son mejores.