Revista Nacional de Agricultura
Edición 1018 – Septiembre 2021

En septiembre del 2020, la variación del IPC de alimentos fue de -0.04%. Y desde abril de ese año y hasta octubre, la variación mensual de este indicador, que mide el costo de la alimentación para los colombianos, fue negativa. El aislamiento obligatorio, el cierre de actividades económicas que trajo como consecuencia la pérdida de millones de puestos de trabajo y, por ende, generó una caída dramática en el consumo de los hogares, explican en parte este comportamiento.

Si bien el campo continuó trabajando sin descanso, garantizado la oferta de alimentos necesaria para abastecer a la población de nuestro país, la caída del consumo en el 2020 llevó a una muy delicada situación para muchos de los sectores de la producción, que se quedaron sin consumidores y vieron caer sistemáticamente sus ingresos durante la etapa más crítica de los efectos causados por la pandemia.

Fue muy triste ver, solo por dar un ejemplo, a los productores de papa literalmente regalando su producto en carreteras de nuestro país ante la imposibilidad de venderla.

Un año después, la inflación de alimentos se convierte en foco de atención. Con una variación mensual de 0.76% en septiembre del 2021, y una variación año corrido (enero-septiembre del 2021) de 12.21%, las alarmas de consumidores, productores y, claro, del Gobierno Nacional y la Junta Directiva del Banco de la República, no se hacen esperar.

Por supuesto, no hay que olvidar el impacto que los más de 3 mil bloqueos en las carreteras de nuestro país en los cuarenta y tres días de paro, entre finales de abril y principios de junio de este año, generaron en el costo de la alimentación de los colombianos. En solo un mes (mayo del 2021), la variación del IPC de alimentos fue de 5.37%. Desabastecimiento en diferentes ciudades, muerte de millones de animales, pérdidas de miles de toneladas de alimentos, fueron algunos efectos adicionales que esos bloqueos le dejaron al país.

El éxito del programa de vacunación contra el covidD-19, las medidas de apoyo a los sectores que más se vieron afectados en el 2020 por la pandemia y, sin duda alguna, un mejor comportamiento de la ciudadanía en materia de autocuidado y uso de tapabocas, han facilitado la recuperación de millones de puestos de trabajo, que se ve reflejada en un sólido incremento en el consumo de los hogares.

Así las cosas, estamos frente a una tensión natural entre la nueva dinámica del consumo y la velocidad de ajuste de la oferta de alimentos, por la naturaleza de los ciclos de producción de cultivos de ciclo corto, de cría y engorde de animales, que también explican el comportamiento del IPC de alimentos y de algunos productos, en particular las proteínas de origen animal.

El panorama en el último trimestre del año merece especial atención, pues se evidencian ya incrementos inusitados en los costos de producción, generados por las condiciones del mercado internacional de insumos, tanto para productores agrícolas como para los pecuarios, y por el impacto cada vez más evidente de las lluvias que se están presentando en nuestro país y que se estima irán hasta mediados de diciembre, mes en el cual el consumo de los hogares será aun mayor por las festividades de fin de año, que van acompañadas de la riqueza gastronómica de nuestro país.

Esperamos que el 2022 sea un año de volver a la normalidad en materia de inflación de alimentos. Pero todo dependerá de factores externos, como el comportamiento del mercado internacional de insumos, el impacto del clima sobre las cosechas del primer semestre del año y, claro, de que no vuelvan a bloquear las carreteras y, por ende, a bloquear la alimentación de los colombianos.

Jorge Enrique Bedoya Vizcaya
Presidente
Sociedad de Agricultores de Colombia – SAC
@jebedoya