Revista Nacional de Agricultura
Edición 1018 – Septiembre 2021

Abandonó sus estudios universitarios para evitar la inminente venta de la empresa de familia. Un ejemplo de tesón y de visión.  

Esta historia tiene como telón de fondo una tragedia familiar, y como protagonista a una joven mujer que se arriesgó, sin experiencia alguna, a hacer realidad el ambicioso sueño que su padre no pudo completar.  

Villa Garcinia Mangostinera, localizada en San Sebastián de Mariquita, Tolima, es el segundo predio productor de esta fruta exótica en la región, y Paola Acero Zapata, una chica que en el 2014 abandona sus estudios de comunicación social y relaciones públicas para ponerse al frente, prácticamente en contra de la voluntad de su familia, de esta finca que llevaba siete años de enmontada, a raíz del asesinato de su padre Gustavo, ocurrido siete años después de que se lo llevaran secuestrado.

Él, ingeniero agrónomo, pionero de la siembra del mangostino en el Tolima y promotor de su expansión en otras partes del país, desde muy joven vio una gran oportunidad en esta fruta originaria del sudeste asiático. “Tan convencido estaba del futuro del mangostino, que no solo alcanzó a sembrar 1.200 árboles, sino que elaboró unos diez proyectos relacionados con el cultivo, el mercadeo, la exportación, la industrialización y la asociatividad, los cuales no pudo materializar porque sobrevino su muerte”, nos cuenta ella.

Ante la muerte del jefe del hogar, justo cuando el cultivo iniciaba su vida productiva, la familia toma la decisión de vender Villa Garcinia –bautizada así por el nombre científico del mangostino: Garcinia mangostana, pero ocurrió algo mágico. Cierto día, en uno de sus viajes a la finca, Paola halló la libreta en la que Gustavo había descrito sus proyectos, cuya lectura la conmovió tanto que tomó la determinación de rescatar el cultivo, asumiendo su administración. 

Narra: “Yo tenía veintiocho años y, como los demás miembros de la familia, no sabía nada de este negocio, por lo que comencé a empaparme, tanto del cultivo en sí como de la comercialización y otros de sus secretos. Nunca llegué a imaginarme en el campo, con botas pantaneras y machete en mano, manejando hasta cuarenta trabajadores en las cosechas, expuesta al sol todo el día, lidiando con una carretera mala y con el desafío diario de probarle a mi familia que el esfuerzo valía la pena”.

Desenmontada la finca, esta novel empresaria tuvo que pasar de inmediato la primera gran prueba de fuego: la comercialización de la primera cosecha. “Una cosa de locos” –según sus palabras–, “pues se trataba de vender obligatoriamente varias toneladas al día”. La cosecha del mangostino, explica, es una labor fatigante que dura entre cuatro y cinco meses, y que va acompañada de la selección, el empaque y el transporte, en nuestro caso, a una bodega en el pueblo. Hoy, de Villa Garcinia pueden salir desde 20 hasta más de 150 toneladas de mangostino por cosecha (dos al año, la principal y la de mitaca).

Ya mucho más enterada del negocio, Paola se impone otro comprometedor desafío: lograr que su mangostino vaya a los mercados externos, para lo cual comienza a aplicar al Certificado Fitosanitario de Exportación que expide el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, un trámite que para ella resultó más difícil, en vista de la inexistencia, por aquel entonces, de ingenieros agrónomos con suficientes conocimientos de esta fruta exótica. Este obstáculo lo superó, cuenta, leyendo mucho.

Finalmente, Villa Garcinia Mangostinera fue certificada en octubre del 2019, poco después de lo cual salieron los primeros embarques de mangostino al exterior, a través de una comercializadora internacional que les compró 20 toneladas. Hoy, el mangostino de Paola es apreciado por consumidores de Alemania, Holanda, Suiza, Francia, España, Canadá, Dubái y Rusia, entre otros países, a donde llega 80% de su producción, a través de más de veinte comercializadoras.

Se trata de una fruta reconocida por su calidad, dulzor y textura carnosa, gracias a que desde cuando ella tomó las riendas del negocio se propuso, entre otras cosas, utilizar insumos y fertilizantes orgánicos.

Pero ella va por más. Se ha propuesto exportar directamente para beneficiarse mejor de los buenos precios internacionales que siempre ha tenido esta fruta, cuyas primeras semillas llegaron a Colombia (más exactamente a Mariquita), en el equipaje de buscadores de oro ingleses, cuando despuntaba el siglo XX. Cree Paola que dentro de máximo dos años va a lograr este sueño, para lo cual ha comenzado la búsqueda de la certificación GlobalGap, el sistema de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) más difundido en el mundo.

En cuanto al mercado nacional, asegura que la oferta aún está muy lejos de satisfacer la demanda, y eso que la gente apenas está conociendo el mangostino, muy apreciado por sus propiedades medicinales y nutritivas, así como por su versatilidad culinaria, pues sirve para preparar jugos, mermeladas, yogures, etc.

Entre las virtudes de esta fruta se mencionan su aporte de los antioxidantes llamados xantonas y de las vitaminas B1, B2, B6 y C; es antibacteriano, antiinflamatorio y antialergénico. Su consumo ayuda a la salud cardiovascular, circulatoria e intestinal, reduce los niveles de colesterol y fortalece el sistema autoinmune. Recomendable contra de diabetes. Previene el cáncer.

 “Se necesitan más cultivos para abastecer tanto el mercado nacional como el internacional. Aquí en el Tolima uno ve cada vez más gente interesada en entrar al negocio, pero el asunto es que esto no es para todo el mundo, entre otras razones porque se trata de un cultivo que demanda inversión, estudio y mucha paciencia, porque hay que esperar entre siete y diez años para ver la primera cosecha.Por ser el mangostino un cultivo de tardío rendimiento, se recomienda alternarlo con otros, como el plátano, mientras crecen los árboles. Lo interesante es que un árbol de mangostino puede vivir hasta cien años”, asegura Paola.

También, en ese desafiante propósito de hacer realidad los sueños de su padre, ella se propuso, desde cuando tomó las riendas de Villa Garcinia, agregarle valor a la fruta. La ocasión se dio –nos dice–, en el punto más crítico de la pandemia del covid-19, cuando debido a la cuarentena, no se podía efectuar la recolección, los aeropuertos estaban cerrados y había dificultades para llegar a las centrales de abastos, todo lo cual los llevó a tener mucha fruta almacenada.

En ese momento nació Exotigur, un yogur único en el mundo, elaborado con la pulpa, la semilla y partículas de la cáscara del mangostino, que es cremoso, saludable y libre de colorantes y saborizantes artificiales. Pero enseguida vinieron los yogures de otros productos de la región, con la misma marca, como el de arazá maracuyá y sábila, que son deslactosados y no contienen azúcar, lo mismo que los arequipes y los helados”, según comenta esta empresaria.

Por ahora, estos productos solo se venden en Mariquita, pero como hace cerca de un mes la empresa obtuvo el Registro Invima, pronto se hallarán en las góndolas de los supermercados de todo el país, y se buscará la manera de colocarlos en mercados del exterior.

 En la mente de Paola están fijos otros proyectos nada sencillos, aparte de sembrar más mangostino, aunque con los 1.200 árboles que tienen, “mi familia y yo nos sentimos cómodos”. Revela que se trata de diversificar con otras dos garcinias, género al cual pertenecen el achachairú o achacha (Garcinas humilis), que tiene grandes posibilidades en los mercados externos, y con madroño (Gracina madruno) una especie casi en vía de extinción, así como con una especie que pertenece a la familia de las mirtáceas: el jaboticaba, originario de Brasil, cuyo fruto tiene muchas propiedades similares a las del mangostino.

Pero hay más en el haber de la gestión de esta empresaria. En efecto, recientemente obtuvo el Registro Nacional de Turismo para “El Mangostino Ruta Agroturística”, experiencia que consiste en disfrutar de la naturaleza, conocer el cultivo, la recolección y la poscosecha en Villa Garcinia. A través de la ruta también se pueden disfrutar los senderos por la quebrada Aguas Claras, donde se contempla una interesante la diversidad de fauna y flora, se conocen los sitios históricos (como la casa de la Segunda Expedición Botánica), y se disfruta de la gastronomía con los derivados del mangostino, en Exotigur.

No menos importante para Paola es la constitución de una asociación de cultivadores de mangostino, trabajo que ya muestra avances. Se trata se integrar  cultivadores que estén dispuestos a tecnificarse para ofrecer una fruta de excelente calidad, así como a certificarse, pues lo que se quiere es que el mangostino mariquiteño llegue a más países del mundo, y conseguir el certificado de origen para esta fruta. 

Dice ella que lo poco que alcanzó a estudiar en la universidad le sirvió mucho para manejar el negocio, para hacer las mejores negociaciones con los clientes, para crear marca y para hacer publicidad. Y, claro, para que el sueño de su papá no se quedara en eso, en un simple sueño.