Revista Nacional de Agricultura
Edición 1011 – Febrero 2021

El pandémico 2020 dejó más claro el valor estratégico que tiene el campo para nuestro país. Los cientos de miles de productores del agro no solo garantizaron la seguridad alimentaria a escala nacional, sino que también, y a pesar de la caída tan dramática del consumo de algunos bienes por la pérdida generalizada de ingresos y empleo, que causó enormes pérdidas para ellos, mantuvieron el empleo y la estabilidad social en las zonas rurales.

Como lo hemos dicho en todos los escenarios, el campo le cumplió a Colombia, y ahora es momento de que Colombia le cumpla al campo.

Y es por esto que el 2021 debe ser el año de la verdad para nuestra ruralidad. Un sector que históricamente ha sido abandonado por el Estado, encuentra en este año una buena coyuntura para que los actores políticos den pasos serios y contundentes en resolver muchas de las deudas históricas que se tienen con los más de 12 millones de colombianos que habitan la ruralidad, y para consolidar iniciativas desarrolladas por el Gobierno del Presidente Duque desde el 2018. A continuación, algunas de ellas.

Una de las mayores deficiencias del campo, que afecta seriamente su competitividad, es la inexistencia de una verdadera red vial terciaria que conecte los centros de producción con los mercados. Las decisiones que tomaron el Gobierno Nacional y el Congreso de la República en el 2020, en la Ley de Presupuesto y en la nueva Ley de Regalías, garantizan para el 2021 cerca de $1.5 billones, que pueden ir a la construcción y mejoramiento de las vías terciarias. Si se tiene en cuenta la información del Mintransporte, según la cual por cada $1.000 millones invertidos en vías terciarias se crean hasta 290 empleos, los mandatarios locales, regionales y el Gobierno tienen en estas obras una gran oportunidad enfrentar el desempleo, algo que tanto necesita el país.

En el año de la verdad, esperamos ver por todo el país la maquinaria amarilla de alcaldías, gobernaciones y del Gobierno Nacional resolviendo la absurda deficiencia de conectividad rural que tanto afecta a nuestro sector.

El coronavirus resaltó aun más la fragilidad del mercado laboral colombiano. Antes de la pandemia, la informalidad laboral a escala nacional era aproximadamente de 42%, y en el último trimestre del 2020 llegó a estar por encima de 50%. En el caso del campo, la tasa de informalidad laboral de más de 80% es una verdadera vergüenza nacional. A menos de un mes y medio de iniciar las sesiones del Congreso de la República, y en un año político que se considera usualmente como el último respiro para sacar leyes, la lucha contra la informalidad laboral, particularmente la de la ruralidad, debe ser una prioridad para el Gobierno y el Legislativo. 

En el año de la verdad, esperamos que Gobierno y Congreso saquen adelante un régimen laboral hecho a la medida para el campo, que refleje la realidad de la estacionalidad de las cosechas, de los ciclos de producción pecuarios, de la posibilidad de tener varios empleos en una misma jornada, que garantice el acceso a la seguridad social y que de esta forma dignifique al trabajador rural.

Al cierre del 2020, según el Dane, las exportaciones del sector agropecuario, alimentos y bebidas llegaron a US$7.873 millones, con un crecimiento de 6.9% frente al 2019, y representaron 25% del total de las exportaciones nacionales. Sin duda, un buen resultado para el país, gracias a la gestión de nuestros productores, el ICA, Minagricultura, Mincomercio y Procolombia. Pero podría ser mucho mejor si se sinceran las reglas de juego con los países de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, con los cuales nuestra balanza comercial agropecuaria ha sido deficitaria desde el 2017.

En el año de la verdad, esperamos que el Ministerio de Comercio aproveche lo que le queda de tiempo a Colombia en la Presidencia Pro Témpore de la CAN, para lograr condiciones que le permitan al campo llegar efectivamente a ese tan imperfecto mercado.

En el 2020, el Gobierno Nacional dio muy buenos pasos en materia de política pública para la mujer rural, dinamismo al crédito agropecuario, admisibilidad sanitaria de nuestros productos en nuevos mercados y fomento de la agricultura por contrato, por solo mencionar algunos de ellos.

En el año de la verdad, confiamos en que se consoliden como política de Estado muchas de estas iniciativas, y que los precandidatos a la Presidencia de República se comprometan de manera concreta a saldar la deuda histórica que el país tiene con el campo.

Porque el campo la ha cumplido a Colombia, en el año de la verdad es momento de que Colombia le cumpla al campo.

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N del E.: Publicado en Agronegocios, febrero del 2021

Jorge Enrique Bedoya Vizcaya
Presidente
Sociedad de Agricultores de Colombia – SAC
@jebedoya