El poder de la mujer rural

Por Deborah Hines Representante del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. @Deborah_WFPCOL

EL 15 de octubre celebramos el Día Internacional de las Mujeres Rurales. En la actualidad aún no alcanzamos a dimensionar el aporte que hacen al desarrollo del país las mujeres rurales colombianas. Las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes hacen en el campo un trabajo silencioso –a veces en medio de violencia social y violencia intrafamiliar, y muchas veces sin remuneración–, que impacta positivamente la agricultura, la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo.

En el foro “Propuestas de las mujeres rurales al Plan Nacional de Desarrollo” (2015), diferentes asociaciones de mujeres rurales plantearon la necesidad de priorizar a mujeres cabeza de hogar, en condiciones de vulnerabilidad o pobreza; preservar zonas de producción de la economía campesina; crear fondo de rescate para mujeres rurales endeudadas debido a despojo, desplazamiento o afectaciones por cambio climático; garantizar la cobertura de servicios de electrificación, agua potable y acueducto para reducir el esfuerzo y tiempo que se invierte en actividades de cuidado, entre otros aspectos para tener en cuenta.

Un reciente estudio del Programa Mundial de Alimentos, en asociación con la Universidad Emory, Plan International, la Universidad Nacional de Colombia y Onumujeres, sobre “Seguridad alimentaria, empoderamiento económico y derechos de género”, encontró que las mujeres agricultoras estaban considerablemente desfavorecidas. Las mujeres expresaron que una de sus mayores preocupaciones era tener los suficientes alimentos para sus familias, y mencionaron casos de violencia emocional, física y económica. Sugirieron también la existencia de una correlación entre la inseguridad alimentaria de los hogares y la violencia de pareja.

El informe se basó en un universo de 857 mujeres, entre los 18 y los 60 años de edad, de 61 asociaciones de pequeños agricultores, en cinco departamentos afectados por el conflicto armado en Colombia: Caquetá, Cauca, Meta, Nariño y Valle del Cauca. Más de dos tercios de las mujeres entrevistadas calificaron su situación económica en el mes anterior como regular, pobre o muy pobre, y casi 50% dijo que vivía en hogares con inseguridad ali mentaria moderada o severa. La mayoría de las mujeres ganaban dinero por sí mismas, participaban en el cultivo de alimentos y cultivos comerciales y tomaban decisiones relacionadas con la obtención de insumos para la producción agrícola en sus asociaciones; sin embargo, se encontró que una de cada tres había experimentado alguna vez violencia física, sexual o emocional por parte de su pareja. El estudio analizó el impacto de los programas de empoderamiento económico de las mujeres, basados en habilidades para la seguridad alimentaria de los hogares, el empoderamiento económico de las mujeres y el riesgo de la violencia doméstica.

Al diseñar las intervenciones, el PMA y sus socios adoptaron una visión holística del empoderamiento económico de las mujeres para permitirles adquirir capacidades para tomar decisiones económicas. Se incluyeron actividades de compra local de productos agrícolas, capacitación en mercadeo, capacitación en empoderamiento económico y en prevención de violencia de género, además de capacitación en nutrición y seguridad alimentaria.

Los resultados finales mostraron que en el grupo de personas al que se les brindó capacitación en temas de acceso a mercados y capacitación en derechos de género y prevención de violencia, disminuyó la inseguridad alimentaria en los hogares y los casos de violencia de pareja. Las mujeres entonces, empoderadas en mercados y negocios, al tiempo que tenían conocimiento sobre sus derechos, respeto e igualdad, pudieron tomar decisiones de compra y mejoramiento de productos. Esto refleja que mientras se trabaja para aliviar la pobreza de los hogares y la inseguridad alimentaria, al mismo tiempo se puede mejorar el conocimiento de los derechos de las mujeres.

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial. Ellas trabajan la tierra, plantan, cosechan y dan alimento a comunidades enteras, garantizando la seguridad alimentaria, y la buena nutrición de la familia, al tiempo que están al cuidado de las niñas y de los niños.

En el marco de esta significativa fecha, valoremos el aporte de las mujeres rurales al bienestar de la población y al desarrollo del país.