Revista Nacional de Agricultura
Edición 1010 – Diciembre 2020

La lucha de una apicultora sincelejana que quiere ver sus productos en mercados de nicho.

Kettis Rocío Cáceres Pestana sueña con ver sus productos en tiendas especializas de Canadá, Estados Unidos y otros países, y para ello se viene preparando juiciosamente desde hace cuatro años de la mano de varias instituciones oficiales, a las cuales ha acudido en búsqueda de financiación, capacitación y orientación. Ella, administradora de empresas, está al frente de un negocio familiar que tiene como sede a Sincelejo: Apiarios de la Sabana.

La empresa, que arrancó con treinta colmenas, una vez recibió capacitación y apoyo financiero ($96 millones) en el 2016 por parte Fondo Emprender del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, pudo llegar a doscientas. Hoy, por cuenta del preocupante proceso de deforestación que se vive en los Montes de María, la pandemia y la inseguridad (robo de colmenas), el número de ellas ha bajado a ciento diez, pero pronto volverán o superarán las doscientas.

Esto ha sido todo un proceso”, dice Kettis Rocío. “Arrancamos con el Fondo Emprender; después, recibimos apoyo de Procolombia, consistente en un acompañamiento para mejorar el producto y capacitación para llegar a los mercados externos, e Innpulsa nos ha apoyado a través de su Programa Empodera, que busca trabajar más que todo con mujeres. En el 2019, ganamos el Premio Emprender Sena, como la Mejor Empresa Verde liderada por una mujer”. 

Apiarios de la Sabana tiene sus colmenas distribuidas en los municipios de Ovejas (Montes de María) y La Unión (zona del San Jorge), en fincas de terceros, a quienes les toman en arriendo un cuarterón (50 metros cuadrados) para instalarlas. Esto es posible, según la empresaria, gracias a que han encontrado personas que ya entienden lo benéficas que son abejas para la agricultura, y a que se aplican unos rigurosos parámetros de seguridad, tanto para las personas como para los animales que viven en esas fincas.

Pero Apiarios de la Sabana no solo trabaja con colmenas propias –revela Cáceres Pestana–. También acopian miel de terceros, incluidos miembros de la organización a la cual pertenecen (Asociación de Recolectores y Productores Apícolas, Arpa), ya que la demanda que tienen supera su producción propia. Este año, “que no va a ser tan bueno”, la empresa espera completar 3 toneladas de miel propia, y 30 proveniente de otros productores.

Como debemos crecer para poder exportar, nos proponemos desarrollar un programa de vinculación a nuestro proyecto de apicultores, pertenecientes y no a Arpa, a quienes los capacitaremos, ayudaremos con equipos e implementos y les compraremos la producción a precios justos. Igualmente, estamos considerando incluir en este esquema a los propietarios de las fincas donde están nuestros apiarios, con lo cual podría reducirse el problema de la inseguridad. Por fortuna, hay más personas interesadas en recibirnos apiarios y en ofrecernos miel”, comenta Kettis Rocío. 

En el portafolio de Apiarios de la Sabana aparecen cuatro productos: miel pura, miel con propóleo, miel hot (picante, con ají de los Montes de María), miel con limón y miel con jengibre. Y para ampliar esta oferta, la empresa está trabajando con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en un proyecto para desarrollar unas mermeladas de frutos de la zona (mango, marañón) endulzadas con miel.

La comercializamos se hace a través de distribuidores en Montería, Maicao, Cartagena, Barranquilla, Medellín y Bogotá, y como la empresa está certificada como Negocio Verde por el Ministerio de Ambiente, es posible que este mismo mes ya pueda hacer presencia en algunas cadenas de grandes superficies.

Por supuesto que la apicultura no está exenta de producir amarguras. “Para nosotros, la deforestación es un serio problema porque a medida que avanza la pérdida de bosques, tenemos que irnos más lejos a colocar las colmenas, lo que encarece los costos, y significa que el desplazamiento tome más tiempo que la misma inspección de los apiarios. A esto, como le dije, hay que sumarle el robo colmenas y otro inconveniente, como es la aplicación de agroquímicos en muchas partes. Estos factores encarecen el negocio, sin que haya posibilidad trasladarle esos mayores costos a los compradores, porque sencillamente no nos compran”, asegura la gerente de Apiarios de la Sabana.

Pero hay otro grave problema al que se enfrentan a diario los apicultores de Colombia y de muchas partes del mundo, de acuerdo con Kettis Rocío: la adulteración y falsificación de la miel, fenómeno que se sustenta en el gran desconocimiento que la gente tiene sobre este producto y sus derivados. “Como hay tanta miel falsa en el mercado, manda el precio, no la calidad. En la comercialización al detal es muy difícil competir por precio contra mieles que no son puras o que no son miel de abeja. Y hablando del mercado internacional, cuya mayor demanda se concentra en miel pura, existe una dura competencia desleal de un producto que los chinos hacen pasar como miel de abejas, lo cual aumenta la desconfianza entre comercializadores y consumidores”.

Al referirse al estado del proceso para salir a los mercados externos, esta empresaria asegura que se están preparando con miras a aprovechar las buenas expectativas que ofrecen, Canadá, Estados Unidos, Panamá, Costa Rica, y para ello, además de todo lo que han hecho, están desarrollando un segundo proyecto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que les permitirá obtener una certificación para conseguir mejores precios por fuera y mover a una buena parte del gremio apicultor de Sucre, con el fin de reunir los volúmenes de miel que van a necesitar para atender los compromisos externos.

Justamente, para avanzar en el propósito de exportar, Apiarios de la Sabana participará en la Macrorrueda Virtual de Negocios de las Américas (noviembre 3-9), organizada por Procolombia, a la cual asistirán mil empresarios colombianos y 450 compradores de treinta y cinco países. En dicho evento, dice Kettis Rocío, vamos a buscar cómo llegar con nuestros productos a tiendas especializadas, a nichos de mercado, donde se consiguen (y mantienen) buenos precios y se reconocen las certificaciones y el comercio justo.

¿Cuál es la inversión mínima que necesita una persona sin experiencia en apicultura para entrar al negocio? Nuestra sugerencia es arrancar con una a cinco colmenas, para ir creciendo en la medida en que considere que puede administrar un apiario. El costo por colmena es de unos $500 mil, valor que incluye materiales y el pie de cría, al cual se suma el de la indumentaria y el equipo, que asciende más o menos a $450 mil. Pero siempre, en estos casos, aconsejamos buscar capacitación, en el Sena, por ejemplo.  

Detrás de los orígenes de Apiarios de la Sabana hay una curiosa historia: el esposo de Kettis Rocío, Juan David Lidueñas, nació y se crió en casa del pastor evangélico canadiense Donald Whiteside y su esposa Raquel, donde trabajó su mamá por casi tres décadas. De Whiteside, que no solo llegó a Sucre a llevar a el evangelio, sino a enseñarle a gente a criar abejas, Juan David aprendió los secretos de la apicultura, al punto ocupó todos los cargos en la empresa del pastor. Años más tarde, con los conocimientos adquiridos, él y Kettis Rocío crean esta empresa, que si bien no es la más grande del departamento, viene abriéndose paso de manera sólida para ganarse un espacio en los mercados externos y a impulsar a otros apicultores.