Revista Nacional de Agricultura
Edición 1012 – Marzo 2021

Sin distingo de tamaño, todos los productores del campo deben ser protagonistas de este esfuerzo global.

El desarrollo sostenible en la agricultura aparece en el mundo como la única forma para garantizar la seguridad alimentaria de la Humanidad, responsabilidad en la cual la protección ambiental, las buenas prácticas agrícolas y el adecuado uso de los recursos, entre otras exigencias, son fundamentales. ¿Pero qué es el desarrollo sostenible? La ONU lo define “como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

Sobre este asunto hablamos con Luis Fernando Martínez, Director de Soluciones para la Agricultura para Latinoamérica Norte de Basf:

Revista Nacional de Agricultura: De desarrollo sostenible se viene hablando mucho desde hace unos años en el mundo entero. ¿Pero sí se observan avances  importantes, especialmente en sectores como el agropecuario y agroindustrial, o todavía la sostenibilidad es algo lejano, en términos generales?

Luis Fernando Martínez: Yo veo grandes avances. Pienso que la agricultura en el mundo y en Colombia ha venido ganando relevancia en lo tecnológico y en el entendimiento de lo que es el desarrollo sostenible. En el país, veo personas mucho más dispuestas a llegar a un manejo sostenible de sus cultivos, entre otras razones, para responder a las exigencias de los consumidores –nacionales y extranjeros–, en materias de salud y de protección del medio ambiente, a partir de unas correctas prácticas agrícolas. Y también hay avances en sostenibilidad, porque existe una oferta de tecnología y recursos para que la agricultura pueda llegar a ese nivel.

De todas formas, aún son muchos los desafíos que tenemos por delante, en inversiones, en aclarar qué es desarrollo sostenible. Pero me siento motivado porque cada vez que, particularmente, entregamos algo, recibimos una retroalimentación muy positiva por parte de los agricultores, lo que significa más desafíos y más tareas para nosotros.

R.N.A.: Quién iba a creer que los consumidores, especialmente a través de las grandes superficies, iban terminar siendo tan influyentes frente a la agricultura y la industria de los alimentos, en torno a asuntos de salud, nutrición, protección de la Naturaleza y el cambio climático.

L.F.M.: De acuerdo. En cuanto a las grandes superficies, ellas sí que escuchan a los consumidores todos los días. Y aquí tenemos que entender que el desarrollo sostenible no tiene que ver solamente con quienes hacen parte de la cadena productiva, sino con los gobiernos, que deben establecer el marco regulatorio apropiado y ofrecer herramientas para alcanzarlo. Esto es un trabajo de todos.

En cuando al cambio climático, pues es algo que vivimos todos los días, y en esto los agricultores sí que juegan un papel importante. En este frente, tenemos muchas herramientas para que el agricultor sea protagonista como mitigador de este fenómeno.

R.N.A.: ¿Qué es lo que más dificulta la “popularización” del trabajo para alcanzar una agricultura sostenible?

L.F.M.: Las razones culturales son una importante explicación. Por eso debemos trabajar mucho para que el agricultor, sin importar si es grande o pequeño, aprenda a utilizar la tecnología. Es así como en Basf nos estamos esforzando por llevar tecnología a todos los niveles del campo, muestra de lo cual son los interesantes proyectos que tenemos para Colombia y para la región.

R.N.A.: ¿En Colombia, son los grandes empresarios los más receptivos a trabajar el concepto de agricultura sostenible, o ya se observan experiencias interesantes también entre mediados y pequeños productores?

L.F.M.: Hay de todo, pero definitivamente la gran agricultura muestra cosas muy interesantes. En banano, por ejemplo, que tiene que cumplir unos exigentes requisitos de tipo regulatorio en los mercados donde exporta, se están haciendo grandes esfuerzos en los campos ambiental, de inocuidad de la fruta y de bienestar de sus trabajadores, entre otros. En la caficultura y en el arroz encontramos otros grandes ejemplos. En este último, es interesante el trabajo de los agricultores, sin distingo de tamaño, en lo que se llama eficiencia de recursos, o sea, en el mejor uso del agua, de la maquinaria, de los fertilizantes, etc.

Aquí debo decir que este mes vamos a lanzar con Fedearroz una nueva variedad de arroz, tolerante a unos herbicidas específicos, que le va permitir al agricultor utilizar menores cantidades de estos insumos, y conseguir una mayor productividad, porque vamos a controlar la maleza de mayor importancia económica en este cultivo, el arroz rojo, con lo cual también se favorecerán los molinos. Se trata de la Fedearroz Iris CL.

R.N.A.: ¿Cómo está Colombia en materia de sostenibilidad, frente a Perú o Chile?

L.F.M.: Pienso que vamos un paso atrás. El desarrollo agrícola chileno es reconocido a escala global. Chile, uno de los principales exportadores de frutas y hortalizas, es ejemplo en manejo del agua y en cumplimiento de requisitos regulatorios, algo que deberíamos mirar con atención en Colombia. Perú, por su parte, es ejemplo por su desarrollo agrícola en la costa, que es un desierto.

Pero hay que destacar que Colombia, desde hace quince años decidió exportar productos agrícolas distintos al café y al banano, en un importante esfuerzo que cuenta con nuestro acompañamiento para que los productores sean más competitivos, a través de esfuerzos de sostenibilidad. 

R.N.A.: ¿Cómo es la apuesta de Basf para que en el 2030 haya en el mundo una reducción de 30% las emisiones de CO2 por tonelada de producto agrícola cosechado?

L.F.M.: Para nosotros, la sostenibilidad de la agricultura es uno de los cuatro pilares de nuestra estrategia, y es uno de los puntos centrales para la toma de decisiones, sea en inversiones, sea en portafolio de cultivos estratégicos. ¿Qué estamos ofreciendo?

Productos para conseguir un mejor manejo del nitrógeno, y mejorar así la eficiencia de los fertilizantes, como microorganismos que se aplican en el suelo, y que además reducen la emisión de gases de efecto invernadero. Herbicidas, que evitan el uso del tractor para romper el suelo, y permiten avanzar así en la labranza mínima. Desarrollo de nuevos híbridos de trigo y canola. Tecnología digital, que lleva al agricultor a utilizar menos la maquinaria y, por ejemplo, menos herbicidas (sensores, instalados en el tractor, abren los aspersores para fumigar solo determinadas malezas).