Revista Nacional de Agricultura
Edición 1006 – Agosto 2020
Con la llegada de la primera exportación de limón Tahití a Emiratos Árabes, se patentizan las oportunidades que tiene Colombia aun en mercados muy lejanos.
Después de treintaidós días de viaje en barco, el 9 de junio llegó a Dubái el primer embarque de limón Tahití colombiano. Eran 24 toneladas, que salieron de fincas del Quindío y Valle del Cauca y que fueron despachadas por una joven comercializadora de frutas cuya sede está en Cali: Maxifinca.
Hacer presencia con un perecedero en los Emiratos Arabes Unidos, considerado como el mercado con mayor poder de compra de Oriente Medio, es una demostración de las oportunidades que el país tiene en esas nuevas economías en expansión y, además, totalmente dependientes de la importación de alimentos por la imposibilidad de disponer de producción agrícola. Seguramente, si Estado y sector privado siguen avanzando en la creación de las condiciones administrativas y de producción, Dubái, Abu Dhabi y otros emiratos de dicha federación, podrán convertirse en destino permanente de muchos productos del sector, entre los cuales sobresalen las frutas tropicales y exóticas.
Pero para Andrés Felipe Rojas Becerra, gerente de Maxifinca, si Colombia quiere insertarse en el mercado de los Emiratos Arabes Unidos y en otros, hay que hacer un gran esfuerzo en el campo. “Estamos trabajando bien en ferias internacionales, en la búsqueda de clientes (al punto que a veces nos sobrevendemos) y tenemos pedidos, pero no hay cómo cumplirlos porque en el país no existe una oferta exportable suficiente en volumen y calidad. De otra parte, no es que no haya cultivos, sino que, por ejemplo, en el caso del limón Tahití, solo 20% de los predios están certificados”, asegura.
Esto lo ilustra bien este ingeniero industrial cuando dice que para cumplir con la exportación a Dubái tuvieron que llevar 64 toneladas a la planta para seleccionar 24, en vista de que aunque la fruta provenía de predios certificados, no reunía los estándares exigidos. En otras palabras, a la falta de mentalidad exportadora se suma el hecho de que el mercado nacional es poco exigente, lo cual, parece, les brinda a los productores una zona de confort de la cual les es difícil salir.
Frente a esta realidad, el gerente de Maxifinca les viene sugiriendo a los cultivadores invertir la proporción de la producción: que 70% sea exportable, y que el resto se destine al mercado nacional. Además, explica, la rentabilidad es un buen argumento: para reunir el volumen de esa primera exportación a Dubái, Maxifinca llegó a pagar el limón Tahití a $1.500 el kilogramo, cuando el mercado nacional ofrecía $500. “Lo que queremos es que el agricultor se dedique a producir, que nosotros le exportamos su fruta, para lo cual tenemos los permisos, el mercado y el conocimiento. Por eso le decimos que si está en 10 toneladas, produzca 20”, afirma.
Aunque Maxifinca lleva siete años de actividades, hace tres decidieron apostarle al proyecto de exportación, inicialmente con cuatro frutas en mente: limón Tahití, piña, uchuva y guanábana, esta última en suspenso de manera temporal porque es un producto con valor agregado y poco conocido en el exterior, lo que exige un trabajo de mercadeo importante. El debut de Maxifinca fue en vísperas de la larga cuarentena por el covid-19, cuando en febrero pasado enviaron a Estados Unidos el primer embarque de limón Tahití, consistente en un contenedor de 25 toneladas.
Según Andrés Felipe Rojas, para el limón Tahití hay muchas otras oportunidades en distintas partes del mundo, como en Australia, Holanda, Alemania y España, pero estos tres últimos mercados están mayormente interesados en productos orgánicos. “Para responder a esto”, revela, “ya tenemos una oferta de limón Tahití orgánico por parte de unos agricultores que lo vienen produciendo desde hace un tiempo. Así las cosas, solo esperamos que cristalicen los negocios para enviar la primera exportación a Europa”.
Pero Maxifinca ya está lista para exportar este semestre, también, uchuva (a Estados Unidos y Canadá) y aguacate Hass (a Dubái, Estados Unidos y Holanda), y avanza en su preparación para sacar naranja Valencia, mandarina arrayana y piña. Vale decir que los esfuerzos para exportar cítricos distintos al limón Tahití se enmarcan en un proyecto con el Ministerio de Comercio, Procolombia, el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, y las cámaras de comercio de Valle, Cauca y Nariño.
Esta empresa, que tiene como meta constituirse en una herramienta exportadora para el agro colombiano, ha contado desde la estructuración de su estrategia exportadora con el acompañamiento de Procolombia, el Ministerio de Comercio y el ICA, y según Andrés Felipe Rojas, fue valiosa la intervención de Jaime Amín, embajador de Colombia en los Emiratos Árabes Unidos, en la concreción de las primeras exportaciones de limón Tahití.