Revista Nacional de Agricultura
Edición 1003 – Mayo 2020

Lo dice un mediano caficultor, ante los resultados de la actual cosecha y la falta de recursos para atender el cultivo en lo que resta del año.

Por fortuna, hemos podido recoger la cosecha, que era una de las grandes preocupaciones de nosotros los cafeteros, gracias a la disponibilidad de personal, buena parte del cual pertenece a sectores como el de la construcción, que tuvo que  quedarse quieto, sin más opción que ir a coger café. Por la pandemia, la caficultura volvió a mover a estos pueblos, como hace 30-40 años, porque les dio ocupación. Sin esta enfermedad estaríamos viviendo una escasez de recolectores calculada en 50%.

Quien así habla es Jorge Alejandro Olivares Castro, un mediano productor de café de Buenavista, Quindío, para quien en todo caso esta situación de tranquilidad en cuanto a mano de obra se refiere es transitoria, “porque para la cosecha venidera, cuando ojalá esta coyuntura se haya superado, va a ser muy difícil conseguir recolectores”.

Pero también advierte que en materia económica, los caficultores no la van tener fácil el resto de año por falta de financiación. “En cuanto a ayudas, no hemos tenido nada. Se habla mucho de créditos, pero a nadie se los han dado. Cuando tocamos a las puertas de los bancos nos dicen que no nos pueden prestar porque estamos mal calificados o porque no tenemos lo suficiente para responder. Como las producciones de la actual cosecha han sido más bien bajas, no va a quedar plata para invertirles tanto a los cafetales actuales como a los nuevos, lo cual puede derivar en una traviesa no tan buena”, explica.

A la pregunta de en dónde radican sus preocupaciones más allá del café, responde que para él la diversificación ha sido su talón de Aquiles, porque hizo –y con él otras personas–, unos créditos con el Banco Agrario para sembrar aguacate papelillo, los cuales, a su juicio, no les fueron bien explicados al caficultor. “Estamos muy preocupados. El asunto es que en el 2012, dicha institución sacó unas líneas de crédito para diversificación, con unas proyecciones que al final no estaban ajustadas a la realidad. Así, aunque el aguacate se demora 6-7 años para producir, empezaron a cobrarnos a los dos años. Quedamos colgados de la brocha”.

Olivares Castro se une al resto de los productores agrícolas en expresar su preocupación ante el encarecimiento de insumos básicos. Dice que el bulto de urea subió casi $15 mil, y los fertilizantes pasaron de $90 mil a $120 mil, mientras que en exterior el precio del café sigue bajando.

“De todas formas, voy a seguir sembrando café”, concluye.