Revista Nacional de Agricultura
Edición 1023 – Marzo 2022

Este doloroso episodio reafirma la necesidad de que Colombia se aplique a buscar la manera de reducir la dependencia de las importaciones de granos forrajeros, o a alcanzar la autosuficiencia. Hay cómo.

Cuando la comunidad global aún se encuentra bregando por recuperarse del daño causado por el covid-19, que no respetó fronteras ni poderíos, aparece la guerra Rusia-Ucrania. Un conflicto –repudiable como todas las guerras–, que de prolongarse podría causar otro daño de proporciones inconmensurables a la economía mundial, pues sus contendientes son proveedores de bienes estratégicos para una gran cantidad de sectores productivos en todo el planeta, incluido, por supuesto, el agropecuario. Andan sueltos los fantasmas de los alimentos caros y del desabastecimiento, asustando especialmente a las economías de menor desarrollo.

En el campo energético, Rusia, por ejemplo, ocupa el tercer puesto entre los exportadores de petróleo, después de Estados Unidos y Arabia Saudita, y es uno de los mayores proveedores de gas. En materia de alimentos, Rusia es el mayor exportador de trigo (17% de las ventas globales), mientras que Ucrania ocupa el tercer lugar (12%). En maíz, Ucrania responde por 16% de las exportaciones mundiales (puesto cuarto), seguida por Rusia.

Según Reece H. Canady, gerente de Comercio Global de U.S. Grains Council, Ucrania es el primer proveedor de maíz de China (6.7 millones de toneladas al año), país que no podría ser abastecido por Brasil y Argentina, debido a restricciones fitosanitarias. Así las cosas, Estados Unidos tendría que abastecer a China, Egipto, España, Reino Unidos e Israel, compradores del grano ucraniano.

Pero el mundo también está preocupado por lo que pueda pasar con los fertilizantes, de los cuales Rusia es el exportador número uno. Analistas aseguran que, de llegar a presentarse una reducción en las ventas rusas de estos insumos, crecerián las presiones inflacionarias en los países compradores.

¿Cuál puede ser el efecto que el conflicto ruso-ucraniano puede llegar a tener, especialmente sobre nuestro sector pecuario? ¿La actual coyuntura –marcada por los precios internacionales al alza y la incertidumbre sobre la duración de esa tragedia–, ofrece reales oportunidades para que Colombia comience lo más pronto posible a reducir su dependencia de las importaciones de granos forrajeros utilizados en la elaboración de alimento balanceado?

Para responder estas inquietudes, buscamos a Alejandro Mesa Gómez, presidente de Premex, y Napoleón Viveros Arciniegas, exgerente de Fenalce, exdirector de Fundallanura y actual gerente regional de Casa Toro-John Deer en Villavicencio. Igualmente, quisimos conocer las reacciones de la Cámara de Protección de Cultivos de la Andi, Asocolflores, Yara, Acosemillas y Fenavi, en torno a las repercusiones de la delicada situación sobre sus respectivos sectores económicos. 

Se nos abre una ventana para producir granos

Para aprovechar la coyuntura, el país debe superar el debate ideológico de si es en el minifundio o con agricultura comercial, dice el presidente de Premex, Alejandro Mesa Gómez.

P.: Pongamos un escenario terrible: Putin insiste en su propósito expansionista, sigue la destrucción de Ucrania (incluida su agricultura) y resultan dañados los puertos de exportación. ¿Qué cree que pasaría con Ucrania por fuera del circuito mundial del maíz, y de pronto con Rusia con dificultades para poder vender su maíz por sanciones de Occidente?

R.: Una disminución de la oferta de maíz y de otros granos por parte de Ucrania, impactaría de manera significativa al mundo; lo mismo ocurriría si eso pasa con el gas ruso, y con las vitaminas y el potasio que producen estos dos países. En fin, la prolongación del conflicto sería un terremoto, porque obligaría a todas las compañías del mundo a revisar alternativas, en un hecho sin precedentes.

P.: ¿Como Rusia y Ucrania no pueden soportar el daño de una guerra por mucho tiempo, cabe espacio para el optimismo, para creer que todo pasará pronto?  

R.: Lo que pasa es que quien está detrás de todo el problema es una persona de quien no sabemos realmente cuáles son sus intenciones, pero sí que la vida y la libertad no son sus prioridades. Yo no sería tan optimista.

P.: La agresión rusa comenzó hace doce días. ¿Hoy, cómo está el mercado del maíz?

R.: Los futuros del grano están supremamente altos. Los de abril, si no estoy mal, estaban prácticamente al doble, frente a lo que se observaba hace unos meses. La cosa está muy preocupante, y más para un país como el nuestro.

P.: ¿Y cómo se ha comportado el precio de los concentrados en el mundo?

R.: Los precios están muy ligados a la fuente. En el caso de Colombia, están relacionados con los precios de la Bolsa de Chicago. Y como el mercado de los balanceados está asociado casi en 90% en su costo a una bolsa de valores, es prácticamente un mercado perfecto. Entonces, la industria de los balanceados habrá tenido que absorber parte de esas alzas en las cotizaciones de los granos, y el resto se las habrá trasladado al mercado.

P.: ¿El conflicto ruso-ucraniano terminaría afectándonos solo por el encarecimiento del maíz, o podríamos correr el riego de un desabastecimiento, así sea parcial, por todos los movimientos que se pueden dar en el ajedrez mundial de esta materia prima?

R.: Creo que puede haber riesgo de desabastecimiento, a menos que podamos conseguir el compromiso de Estados Unidos, de privilegiar el tratado de libre comercio suscrito con nosotros. Pero con desabastecimiento o no, de todas formas, el incremento de los precios puede ser importante. Ahora, ante esta situación, deberían activarse en Colombia acciones de corto plazo encaminadas a empezar a utilizar otros insumos que tradicionalmente no han sido competitivos porque no han hecho parte de las formulaciones del alimento balanceado. Igualmente, habrá más interés por cultivar maíz.

P.: ¿Se refiere al arroz, la yuca y el trigo, como sustitutos parciales del maíz?

R.: Me refiero más que todo a la yuca, y algo al sorgo. 

P.: ¿Colombia debería diseñar ya una estrategia de “choque” para producir maíz y así aprovechar los buenos precios del mercado y la supuesta disponibilidad de capitales foráneos dispuestos a invertir en grandes proyectos para la producción de commodities? ¿Eso es posible?

R.: Colombia debe crear la estabilidad para que esos capitales vengan, y para que los que ya están aquí aumenten la inversión. Estoy seguro de que no ha habido en mucho tiempo una ventana de oportunidad tan interesante como esta para producir granos.

P.: ¿Cuáles serían las condiciones básicas, no solo para atraer esos capitales, sino para estimular a empresas colombianas productoras de balanceados y de proteína animal a invertir en el cultivo de granos forrajeros?

R.: Creo que la iniciativa denominada Soya-Maíz Proyecto País ha creado un marco de instrumentos muy interesantes, que deberían permitir acelerar la expansión de dichos cultivos. El citado programa y la coyuntura que estamos viviendo son la combinación perfecta para el mencionado propósito.

Pero también debe haber seguridad jurídica para los inversionistas. Nosotros como colombianos no hemos podido superar el debate según el cual el maíz se debe producir en el minifundio o con agricultura industrial. Debate que es ilógico porque parte de modelos mentales que no son reales, puesto que aquí se necesitan todas las formas de producción, si queremos avanzar en seguridad alimentaria. La discusión sobre cómo producir no debe ser ideológica, sino pragmática. Cuando uno se pone a mirar quiénes han sido los grandes beneficiados de esa discusión, encuentra que son los agricultores de Brasil, Argentina y Estados Unidos. Por esa discusión de tipo ideológico, que terminó atravesándosele a la creación de un marco jurídico, se frustró la posibilidad de que Cargill y el Grupo Santodomingo, entraran a la producción a gran escala.

Igualmente, el inversionista necesita, facilidades para, por ejemplo, importar semillas y fertilizantes y tener acceso a tecnologías de punta.

Los actuales precios internacionales deberían estar poniendo a mucha gente a hacer cuentas en servilletas. Esta coyuntura no se debe dejar pasar.  

P.: ¿El arrendamiento de tierras sería un recurso para aprovechar más rápidamente esta ventana de oportunidad?

R.: Sí, pero siempre y cuando sean contratos de largo plazo, que ameriten la inversión, en vista de que adecuar la tierra tiene un costo importante.

P.: ¿Colombia necesita la inversión extranjera para volverse la “despensa del mundo”?

R.: Sería un acelerador importante, pero no es necesariamente una condición.

P.: ¿El crecimiento de las importaciones de maíz y fríjol soya por parte de la avicultura, la porcicultura y la piscicultura colombianas, patentizan el fracaso del modelo aplicado hasta ahora en la agricultura de granos?

R.: Así es.

P.: ¿Algo más?

R.: Quisiera hacer una reflexión que he compartido con mi familia: cuando uno revisa a Colombia, encuentra un país con unos desafíos o problemas muy grandes, entre ellos el terrorismo y el narcotráfico, lo que nos sitúa entre los más malos del mundo. Pero a pesar de eso, progresa, evoluciona, construye una clase media significativa. A mis hijas les digo que a uno no lo pueden definir por sus carencias, sino por sus capacidades, contribución y aspiraciones. Colombia es un país ante el cual uno debería quitarse el sombrero, porque mientras más duro le dan, más crece. Somos unos verracos, pero no podemos olvidarnos de nuestras carencias y desigualdades.

El suministro de fertilizantes, podría ser el problema más serio

Napoleón Viveros Arciniegas, gerente regional de Casa Toro-John Deer en Villavicencio, asegura que aunque hay otros países productores de fertilizantes, están al tope en materia de pedidos. 

P.: ¿Qué cree que nos pasaría si se prolonga la agresión rusa a Ucrania?

R.: Pienso que una de las cosas graves tendría que ver con el suministro de fertilizantes. Tenemos que, justamente, Ucrania y Rusia son nuestros principales proveedores de nitrógeno. Una prolongación de esa guerra, sería traumático para Colombia porque no tendríamos un suministro adecuado, y muy seguramente los precios seguirían creciendo, más de lo que lo han hecho en los dos últimos años.

P.: ¿Es imposible remplazar a esos dos países como proveedores de fertilizantes?

R.: No es imposible. Lo que sucede es que el incremento de los precios de los commodities en el mundo ha llevado a una mayor demanda de fertilizantes y otros productos asociados a la agricultura. Entonces, buena parte de los demás países productores de dichos bienes están al tope en materia de suministros, ante el crecimiento de esa demanda, y, claro, deben atender preferentemente a sus clientes habituales.

P.: Hablando de maíz, ¿qué nos pasaría si no se le pone pronto fin al conflicto?

R.: Aunque somos importadores netos de maíz (unos 6.5 millones de toneladas, actualmente), el origen de este (y del fríjol soya), es, por fortuna, Estados Unidos, Brasil y Argentina. Esto quiere decir que, en principio, no tendríamos dificultades, más allá de incrementos mayores en los precios del cereal, por aumento de la demanda o disminución de la producción en otros países.

P.: ¿En esta coyuntura, ya se percibe algún interés de capitales extranjeros, de invertir en la producción de maíz en Colombia?

R.: Después de los fallidos deseos de vincularse a la región por parte de inversionistas brasileros, argentinos y de otros países, solo se ha materializado el proyecto de una colonia de la comunidad menonita, procedente de México y Canadá, que se estableció hace unos cuatro años en la zona de La Cristalina, municipio de Puerto Gaitán, esto es en el centro del departamento del Meta. Se habla de que adquirieron unas 60 mil hectáreas, de las cuales ya tienen 30 mil en producción, una gran superficie, con una producción aproximada de 180 mil toneladas, que es un volumen importante como aporte a la oferta nacional. Recordemos que cuando Córdoba era importante en este cultivo sembraba 30-35 mil hectáreas.

Los menonitas están rotando el maíz con soya y algo con arroz. Pero no todos los suelos de la altillanura sirven para arroz; de ahí las malas experiencias que tuvieron algunos arroceros tradicionales que llegaron a la región. Allá hay suelos con un alto o mediano contenido de arcillas, que resultan buenos para el cultivo porque retienen humedad; pero hay otros que son muy arenosos, en los cuales el arroz fracasa ante cualquier veranillo.

Lo que está haciendo esta colonia religiosa, con su avanzada tecnificación y el uso intensivo de maquinaria (en la altillanura no hay mano de obra), es lo que está prosperando en el mundo.

P.: ¿Aparte de la altillanura, en dónde hay tierras disponibles para expandir nuestra frontera maicera? ¿Qué ha pasado con valle del Patía y con el Magdalena Medio, que aparecían hace unos años como regiones promisorias?

R.: Agricultores del Valle del Cauca intentaron establecerse en el Patía, pero los problemas de orden público los obligaron a abandonar sus proyectos; además, el área apta para el maíz no es muy grande. En Córdoba, el obstáculo más serio es el costo de la tierra. Allá lo que hay son hatos ganaderos con inversionistas de otras regiones del país, que no están ni siquiera interesados en la ganadería, sino en mantener un activo muy valorizable. Así, las cosas, no veo en dicho departamento áreas importantes para producir maíz. En Córdoba, el Grupo Milani llegó a sembrar 5 mil hectáreas entre maíz y algodón, tierras que hoy ha tomado Finca en arriendo, a través del Grupo Bios, porque, como consumidores de maíz que son, quieren autoabastecerse.

El Magdalena Medio es una zona ganadera importante. En la parte norte, entre Santander y Cesar, donde se sembraban arroz y sorgo, existen hoy unos proyectos de palma de aceite y explotaciones ganaderas. Definitivamente, la agricultura semestral, o la agricultura de granos, ha perdido mucha importancia.

Aquí vale la pena decir que a raíz de los problemas que se presentaron por la pandemia del covid-19 y el bloqueo de carreteras, los productores de pollo, huevo y cerdo están hoy más convencidos de la importancia de que Colombia produzca maíz.

P.: ¿Entonces, solo queda la altillanura?

R.: La gran ventaja de la altillanura es su régimen de lluvias (como lo es también para Córdoba). Pero demanda inversiones en el mejoramiento de suelos, los cuales, aunque física y topográficamente están bien, químicamente no sirven para nada cuando son vírgenes, razón por la cual hay que corregirlos para hacerlos productivos.

Son suelos deficientes en la mayoría de los nutrientes para la agricultura. Tienen aluminio en exceso y un pH muy bajo, que es preciso contrarrestar para hacerlos productivos, mediante la adición de nitrógeno, fósforo y potasio, más calcio, zinc, magnesio y otros elementos menores. Ante esto, la ecuación que se plantea el agricultor cuando va a sembrar en la altillanura, consiste en calcular qué cantidad de elementos extrae del suelo una tonelada de maíz, soya o arroz, y multiplicarla por sus expectativas de producción (6-8 toneladas por hectárea), para establecer así la cantidad de nutrientes que tiene que utilizar. De todas formas, esta adición de fertilizantes nunca está por debajo de una tonelada por hectárea.

P.: Aparte del régimen de lluvias y de la disponibilidad de tierras, ¿qué más ventajas ofrece la altillanura, donde existen 4.5 millones de hectáreas que podrían usarse para agricultura?

R. Son varias: a) Se pueden sembrar grandes áreas, lo que permite hacer agricultura mecanizada, con el uso de tecnología: marcadores satelitales, autoguiado, monitores de rendimiento, fotointerpretación, aplicación de plaguicidas y fertilizantes con control de secciones. b) Relativa corta distancia a los principales centros de consumo del centro del país. c) Posibilidad de integrar el cultivo de cereales y soya a actividades pecuarias, lo que facilita la creación de clústeres de producción para atender los mercados nacionales y de exportación. d) Experiencia de más de quince años en la producción de maíz y soya, lo que ha permitido conocer el ecosistema y sus potencialidades para lograr rendimientos estables. 

P.: ¿Cuánta tierra puede haber en la altillanura para sembrar maíz, digamos este o el año entrante, solo en la zona que ya tiene suelos corregidos, para aprovechar la coyuntura de buenos precios?

Actualmente, hay unas 100 mil hectáreas con suelos corregidos y proyectos en marcha. Es importante tener en cuenta que el primer semestre, por la disponibilidad de agua y factores sanitarios que afectan principalmente al maíz, la mayor superficie se dedica a la soya, mientras que el maíz se siembra entre junio y finales de agosto. La alta precipitación en la temporada de lluvias, y la posibilidad de realizar las labores agrícolas en las cortas ventanas que permite el clima, resulta en la utilización de las áreas agrícolas hasta 1.5 veces al año. Esto quiere decir que una finca de mil hectáreas de tierras cultivables, puede sembrar 1.500 hectáreas en los dos semestres del año.

Acosemillas: Garantizado el mercado de semillas

Acosemillas les puede transmitir tranquilidad a todos los agricultores del país, en el sentido de que la afectación en el sector de las semillas no es significativa, debido a que Colombia tiene principalmente una importación de materiales que provienen de Estados Unidos, Brasil y Holanda. Lógicamente, una guerra, una pandemia como la del covid-19, nos afecta a todos, como lo vimos con la crisis de los contenedores. El problema de Rusia y Ucrania va a afectar principalmente mercados como el de los fertilizantes, pues en esos dos países hay una producción importante de materias primas para estos insumos, agroquímicos, por lo que podemos resultar perjudicados. Pero el mercado de las semillas hoy está garantizado por parte de los países proveedores.

LEONARDO ARIZA RAMÍREZ, GERENTE GENERAL DE ACOSEMILLAS.

Lo que les preocupa a los floricultores

Frente al mercado ruso, por el conflicto con Ucrania, existen dos preocupaciones fundamentales. La primera, son los inconvenientes que se han tenido para el cobro de algunas de las exportaciones realizadas con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo. La segunda, y tal vez la más importante, tiene que ver con las flores que ya se han sembrado, las cuales corresponden a determinadas variedades que solicita ese mercado para fechas específicas de su interés. Hoy, el bloqueo económico y las dificultades logísticas y bancarias, nos impiden llegar a Rusia. En síntesis, los floricultores deben buscar otros mercados para enviar la producción que ya está en marcha, y eso no es nada fácil.

AUGUSTO SOLANO, PRESIDENTE DE ASOCOLFLORES.

Yara: Hay que proteger la producción de alimentos

Rusia y Ucrania son potencias mundiales en un sistema alimentario global y frágil. Las consecuencias a largo plazo de la guerra por el suministro mundial de alimentos afectarán tanto a los ricos como a los pobres del mundo. Es fundamental reducir la dependencia de Rusia (…) La urgencia ahora radica en ayudar a Ucrania y al pueblo ucraniano. Al mismo tiempo, estamos implorando a los gobiernos noruego e internacionales que se unan y protejan la producción mundial de alimentos, y trabajen juntos para disminuir la dependencia de Rusia.

SVEIN TORE HOLSETHER, PRESIDENTE Y CEO DE YARA INTERNATIONAL. (APARTES DE UN PRONUNCIAMIENTO MUNDIAL).

Fenavi: Volatilidad e incertidumbre en precios de los granos

El año pasado, sector avícola colombiano creció 4.4%, respecto al 2020, correspondiéndole 4.6% al pollo y 4.0% al huevo. Se produjeron 1.7 millones de toneladas de pollo y 17.029 millones de huevos. El consumo per cápita de pollo llegó a 35.1 kilogramos, y el de huevo a 334 unidades.

Referente a la guerra Ucrania-Rusia y su impacto en la avicultura nacional, es importante destacar que 80% del costo de producir pollo y huevo es determinado por el alimento, cuyas materias primas son el maíz, el fríjol soya y la torta de soya. Estos insumos han subido cerca de 40% durante el último año, tendencia que continuará en los próximos meses.

Entre Ucrania y Rusia producen 12% del maíz que se exporta al mundo, unos 35 millones de toneladas, casi una quinta parte de la producción global. El impacto en esta producción significará que, al final, será un sobrecosto que se va a empezar a ver en los próximos meses. En un mercado de insumos globalizado es inevitable que nuestra avicultura pase desapercibida. Estamos viendo la repercusión en el mercado. Hay mucha volatilidad e incertidumbre.

GONZALO MORENO, PRESIDENTE EJECUTIVO DE FENAVI.