Revista Nacional de Agricultura
Edición 1019 – Octubre 2021
Triplicaré los recursos para el campo
Oriundo de Pensilvania, Caldas, este economista con master en finanzas, ha sido, entre otros, alcalde, senador de la República, ministro de Hacienda. En el 2014, fue candidato a la Presidencia de la República, pero perdió en la segunda vuelta, frente a Juan Manuel Santos.
Si gano la Presidencia, el sector rural verá triplicado su presupuesto. Para mí, la base de la construcción de oportunidades está en la recuperación del sector rural, bajo una premisa: Colombia tiene hoy una oportunidad de oro en la producción de alimentos para el mundo, pero esto no será posible si no hay un compromiso del Estado. He dicho, por ejemplo, que se requiere una gran inversión en vías terciarias; que tenemos que llevar el Sena a todos los municipios de Colombia, para que los jóvenes del sector rural puedan tener la doble titulación (bachiller y técnico) y ser empresarios, y que es necesario extender la conectividad al país rural. Hay que hacer del campo el mejor negocio para que los jóvenes no lo abandonen.
El IVA a los alimentos no es el camino. Lo que se necesita es profundizar las condiciones para que el campo sea rentable. Hoy, tenemos una coyuntura en el mercado internacional muy compleja, que puede llevarse prácticamente todo el valor agregado de ciertas actividades productivas, porque los insumos pueden llegar a ser 70-80% del costo, y si a esto se le suma la devaluación, pues no hay negocio. Estaba pensando si será que tenemos que crear, por ejemplo, unos índices de costos de insumos por subsector, y empezar a trabajar en instrumentos financieros de coberturas que permitan asegurar unos precios estables y unas condiciones para que el productor tenga un horizonte cierto. Hoy, el mundo ofrece herramientas financieras muy importantes. Los fondos de estabilización son un mecanismo claro para establecer unos “pisos” en los precios, que den esa tranquilidad, porque el productor lo que necesita es la certeza de que al menos no va a perder plata.
Las instituciones públicas deben estar alejadas de la política. No tiene sentido politizar una entidad como el ICA. Esas instituciones tienen que dar el soporte técnico para que Colombia sea una despensa de alimentos para el mundo. Hay que crear un sector productivo, competitivo y que exporte, si queremos ser un país que conquiste el mundo, y eso no se logra convirtiendo en feudos políticos dichas instituciones.
Mi visión es que la mujer sea una empresaria. Su conocimiento y sentido de pertenencia son una gran oportunidad para que se convierta en agente productora, pero debemos crearle las herramientas y las condiciones para que eso sea así. En mi gobierno, la mujer rural tendrá una política muy especial para potenciar la capacidad de aporte que ella ofrece. Mi mensaje: en el campo queremos mujeres y jóvenes empresarios, emprendedores.
Jornada escolar completa para jalonar al agro. Invito a la SAC a que me ayude a pensar en los bancos de alimentos, para manejar la alimentación escolar. Podríamos estar hablando de $10 billones al año, que bien manejados, con gobiernos corporativos, con buena tecnología y con eficiencia, tienen que dar resultados, empezado por la reactivación del sector agropecuario. Bancos de alimentos, que en las regiones tengan la capacidad de mover la agricultura. Lo que sí no podemos seguir es con el sistema actual de alimentación escolar, que ha sido fuente de corrupción.
Los bloqueos, los vándalos y la “primera línea” son una nueva estrategia del terrorismo urbano. El ejercicio de la autoridad no puede tener dudas en eso. Si bien hay que garantizar el derecho a la protesta pacífica, también se debe garantizar que no se vulneren los derechos de los demás. Y lo que jamás se puede repetir es que se cierre un puerto. Lo dije públicamente: Buenaventura ha debido militarizarse desde el primer minuto. Eso fue una tragedia para el país. Hay que saber anticipar el accionar de esta nueva modalidad de terrorismo urbano.
No hay que temerle a una reforma laboral. Necesitamos un régimen que estimule la contratación, los jornales más altos, las mejoras en productividad, que haga atractivo quedarse en el campo. Lo que hoy tenemos, solo estimula la informalidad. Pero esto no se consigue de un día para otro, seguramente habrá que construir un régimen de transición, de gradualidad. Lo que sí es que esto debe ser materia de agenda pública. A la reforma laboral no hay que tenerle miedo. Si no hacemos algo al respecto, seguiremos siendo un país pobre con un sector rural abandonado.
Nada más amenazante que esas declaraciones según las cuales se les va a comprar la tierra a los ricos. Por el contrario: hay que avanzar, con un plan de choque, en la titulación de la propiedad de muchos productores que carecen de ella. Ese es un camino para construir paz, y en lo cual ayuda mucho lo que está haciendo el gobierno con el catastro multipropósito. La propiedad privada es esencial, y en el desarrollo de una política agropecuaria y agroindustrial de gran escala se necesita la participación de todos los actores: el pequeño, el mediano, el emprendedor, el gran empresario.
No tengo en mente ningún TLC. La inserción en la economía mundial a través de tratados de libre comercio es buena, pero lo que nos debe interesar es una buena negociación. En el caso del TLC con Estados Unidos, se nos acabó el tiempo para algunos subsectores y no hicimos la tarea, por lo que podemos quedar en el peor de los mundos, con un mercado totalmente abierto para algunos productos como la leche y el arroz. No pienso en ningún otro tratado porque con los existentes podemos sacar mucho provecho para el país. Más bien, debemos fortalecer la integración pacífica. Esa unión con Costa Rica, Perú y Chile es valiosa para nosotros. Y en materia de mercado, me parece que hemos descuidado a América del Sur, aunque hay algo con Ecuador y Perú. Igualmente, tenemos que volver los ojos a las islas del Caribe, de las cuales deberíamos ser proveedores de alimentos por excelencia, en vista de que todas tienen vocación turística. En materia de defensa comercial, debemos mejorar nuestra capacidad institucional, en eso estamos muy rezagados.
Es necesario revisar la CAN para el agro. Con la CAN el sector agropecuario tiene un serio problema porque es un sistema de integración de cincuenta años, con reglas de hace cincuenta años. Desde el 2017, la balanza comercial para el sector es deficitaria con Perú y Ecuador, y con Bolivia existe un tratamiento especial desde hace cincuenta años. Le hemos pedido al gobierno hacer una revisión para corregir las distorsiones, pero no ha pasado nada, por lo que no podemos aprovechar esos mercados.
Las vías terciarias y la conectividad, tareas imperiosas.para el país. Si apenas tenemos 175 mil kilómetros de vías terciarias, pues debemos intervenir al menos 20% de la red, pero para llegar a eso debe haber una gran política de crédito. Hay que hacer un gran esfuerzo público. En el caso de la conectividad, la situación es diferente porque tiene la ventaja de que se le puede encomendar a los privados una inversión que puede rondar los US$8.000 millones. De todas formas, las inversiones en vías terciarias y en conectividad se recuperan con mayores inversiones en el campo, con mejores salarios, con más recaudos. No son inversiones a fondos perdidos, sino que los resultados se ven ahí mismo: más crecimiento económico, más impuestos, medios para pagar la deuda.
Los jóvenes del campo necesitan formación empresarial. Con conectividad y una educación media enfocada al trabajo y al emprendimiento, tendremos los pilares para construir la nueva fuerza laboral de jóvenes que propongo para el agro y la agroindustria. Si los jóvenes reciben, además de educación, formación técnica, seguramente, les va a ser más fácil idear emprendimientos, conseguir crédito y otros recursos y asociarse con otros productores para optimizar la comercialización y otras cosas. Pero todo tiene que estar anclado a una formación empresarial.