Revista Nacional de Agricultura
Edición 1027 – Julio 2022
Testimonio de un ingeniero que resultó condenado porque apareció integrando una banda falsificadora de agroquímicos.
La falsificación de agroquímicos es uno de los flagelos del sector agropecuario, no solo por ser un delito, sino porque sus repercusiones atentan directamente contra la seguridad alimentaria del país y la economía de los productores del campo.
Gracias a la colaboración del Instituto Anticorrupción, en Es el momento del campo -espacio digital de la SAC-, conocimos el testimonio de Óscar Navas, un hombre que, por tomar una muy mala decisión, resultó condenado a cuatro años, nueve meses y diez días, por falsificación de dichos productos. Aquí algunos de los apartes del testimonio de Navas, “el falsificador arrepentido”
P.: ¿Quién es Óscar Navas?
R.: Soy un hombre de sesenta y cuatro años. Los últimos diez o doce años me he dedicado a la industria plástica; antes, trabajaba en el sector privado, pero en los últimos años me dediqué a la mecánica de plásticos, a la hechura de moldes para para la fabricación de tapas y envases. Soy un hombre de familia, “común y silvestre”, un ingeniero como cualquiera que puedan conocer, ya en el ocaso de la vida.
P.: En el 2017, le aparece a usted una propuesta laboral relacionada con lo que sabe hacer y a lo que se ha dedicado prácticamente la mayor parte de su vida, que es la fabricación de envases de plástico…
R.: Estando en la industria plástica yo me gano un nombre y me doy a conocer por calidad, no solamente en la industria cosmética, sino en otras industrias, como la de la perfumería, etc. Se me acercan algunas personas para proponerme que me dedique a la comercialización de plásticos, y me muestran un sector de gran movimiento: el de los agroquímicos. Con mis contactos, averiguo y me doy cuenta de que esos envases son de venta pública, y empiezo a contratar proveedores para entregarle a la persona que me contactó los envases y la información que ellos requieren.
P.: El año pasado, usted es capturado y la Fiscalía le imputa tres delitos: fabricación de sustancias nocivas para la salud, usurpación de derechos de propiedad industrial y concierto para delinquir. ¿Cuáles fueron los argumentos de la Fiscalía para hacerlo responsable de estos delitos?
R.: Soy detenido el 28 de agosto del año pasado, bajo los cargos que usted menciona. Resulta que en todas las interceptaciones, en todos los seguimientos, nunca encuentran que yo haya fabricado algo. Como les digo, nunca he hecho ni siquiera agua de panela. El delito por el que definitivamente me condenan es el concierto para delinquir, por hacer parte de una cadena, puesto que yo era el que entregaba los envases. Al estar yo en contacto con la persona a la que le vendo los envases, según la Fiscalía, ya hago parte de un entramado, de una gran empresa criminal. Yo logré un preacuerdo con el ente acusador, en el que reconocí los delitos, mostré arrepentimiento y me comprometí a dar información y colaborar para que estos delitos ojalá no se vuelvan a repetir, y que si alguien me escucha no se complique la vida como me la compliqué yo.
P.: ¿Usted hoy está arrepentido de los delitos que cometió?
R.: Pero si es que yo tengo sesenta y cuatro. Si ustedes investigan mi hoja de vida no encuentran ninguna mancha, ni siquiera una multa de tránsito, porque siempre he sido amigo de las normas. Entonces, ¿cómo así que termino en la cárcel? La vida se le acaba a uno como persona, como ingeniero. Yo soy una persona que buscaba mis propios recursos y que suministraba recursos a esta casa, y de la noche a la mañana quedé aislado; no puedo ni siquiera salir a buscar trabajo. Eso es terrible, eso obliga al arrepentimiento, a bajar la cabeza. Sicológica, social y afectivamente, esto para mí ha sido bastante complicado.
P.: ¿Qué puede hacer un productor del campo para reconocer que el producto que está adquiriendo es un producto falsificado?
R.: Lo más importante es que si les van a vender algo a un precio muy reducido, duden. No puede ser que a un producto se rebajen 50- 40% de la noche a la mañana. No hay necesidad de usarlo en el cultivo para saber que hay algo que puede estar mal.
P.: A quiénes usted afectó con sus acciones, ¿qué les diría?
R.: Que con estar privado de la libertad estoy pagando todos los errores que cometí. No puedo devolver el tiempo; tampoco puedo decir que les voy a devolver el valor económico equivalente al daño que les hice. Lo peor es que ya quedé señalado. No tengo ni palabras ni acciones para resarcir el daño que haya podido causar, pero que sepan que estoy totalmente destruido y bastante arrepentido por haber cometido este error.