¿Dumping laboral en productos agropecuarios?
El pasado 6 de noviembre se llevó a cabo en Paris el Foro de Bienes de Consumo y se conoció un importante informe de la Asociación para el Trabajo Justo , sobre explotación laboral en Malasia e Indonesia.
La reunión abordó un tema de especial interés para los productores del sector agropecuario en un contexto de libre comercio, en el que la transacción de los bienes agropecuarios pasa por las prácticas productivas las cuales no son solamente agronómicas o pecuarias, sino que abarcan también condiciones laborales, de preservación ambiental y otra serie de aristas que determinan la competitividad de los productos y que en el futuro no muy lejano terminarán en restricciones comerciales para equiparar desventajas de quienes se acogen a las reglas frente a quienes las evaden.
En efecto, el tema del foro de Paris abordó temas como el del supuesto trabajo forzado en las plantaciones de palma de aceite de Malasia e Indonesia, importantes productores mundiales que, en su conjunto, representan el 86% de la producción mundial de aceite de palma y emplean cerca de 3,5 millones de trabajadores que, según la FLA, son en su mayoría migrantes de países vecinos más pobres.
El informe presentado por la Asociación para el Trabajo Justo, encargado por el Grupo de Trabajo sobre el Aceite de Palma del Foro de Bienes de Consumo (Consumer Goods Forum, CGF), presenta los riesgos del trabajo forzado en todo el sector en ambos países y a examina el papel que las empresas productoras pueden asumir para poner fin al problema.
En la investigación se encontró que el sector del aceite de palma, tanto en Indonesia como en Malasia, muestra indicadores de trabajo forzado, como prácticas coercitivas, incluidas amenazas; violencia y falta de claridad de los términos y condiciones de empleo; dependencia del empleador; falta de protección por parte del estado o la policía; servidumbre por deudas; altas comisiones por reclutamiento y horas extras involuntarias. Según se determinó, los que corren mayor riesgo de trabajo forzado son los trabajadores de cosecha y mantenimiento, incluidos aquellos que aplican pesticidas y fertilizantes, un trabajo que conlleva
grandes riesgos para la salud y la seguridad. Visite http://www.theconsumergoodsforum.com. y http://www.tcgfsocial.com
Más allá de los resultados de la investigación, es importante analizar un poco los efectos que este supuesto “dumping laboral” genera en el mercado, al permitir a Malasia e Indonesia, los dos productores y exportadores más grandes del mundo, contar con amplias ventajas adicionales en el costo laboral, que les permite producir a unos costos que limitan la competitividad en los mercados externos de otros competidores como Colombia, 4º productor mundial y cuyo empresariado responde a las normas laborales vigentes en el país y que, dicho sea de paso, no contribuyen mucho a la competitividad nacional pues las cargas laborales son variadas y no son ciertamente comparativamente competitivas a nivel internacional.
Este tipo de casos de producciones con condiciones de trabajo subnormales se ha endilgado a varios países, incluso cercanos como a Ecuador en el caso de Banano, textiles y confecciones en Tailandia, China e incluso en El Salvador, pero hasta el momento ningún país se ha atrevido a tomar medidas en contra de los países productores que exportan sus productos a bajos precios amparados en este tipo de acciones que les reducen sustancialmente sus costos, generando una práctica desleal frente a otros competidores.
Lo cierto del asunto es que en la medida que diferentes organizaciones de todo tipo pongan la lupa en los aspectos laborales y medioambientales de la producción en los países que los proveen de productos agropecuarios, no estará lejano el momento en que los países importadores comiencen a plantear trabas al comercio o sobretasas sancionatorias por cuenta de estas actividades.
De allí la importancia de tener cuidado con las condiciones laborales y, en países como el nuestro, que las autoridades tomen en serio la aplicación de un régimen laboral diferenciado para la producción agropecuaria que preserve adecuadas condiciones laborales pero que también contribuya a la competitividad de la producción para contrarrestar las acciones de otros competidores que nos apartan de los mercados.
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Alejandro Vélez – avelez@sac.org.co