Revista Nacional de Agricultura
Edición 1004 – Junio 2020

No estaba equivocado quien concibió esta alianza que funciona con la unión de recursos y la definición de competencias, pero sin considerar el patrimonio de los participantes.

La Alianza Organización Manantiales, es un muy singular modelo agroempresarial que después de diez años de operación está demostrando que no estaba equivocado quien lo concibió en el seno de Agrícola y Pecuaria del Río, su empresa de familia. Esta compañía quindiana cuyos miembros son de extracción cafetera, se dedica a la producción de maíz, fríjol soya, frutas, palma de aceite, guadua y ganado de carne.

Fundada hace ya casi medio siglo, Agrícola y Pecuaria del Río optó por diversificar su producción cafetera por allá en 1979. Ya en el 2003, luego de un juicioso ejercicio de planeación estratégica, sus fundadores –los hermanos Eduardo, María Teresa y Luis Fernando Jaramillo Arias, y sus respectivos cónyuges–, optan por invertir los ahorros conseguidos en la“bonanza”de 1975-1977, para lo cual toman dos decisiones importantes. La primera, cultivar maíz y soya en sus propiedades de las tierras bajas del departamento, así como en Caicedonia, Valle del Cauca, donde también acuerdan sembrar cítricos, y poner algo de ganadería en los límites de Quindío (Quimbaya) y Valle. La segunda, comprar unas tierras en Acacías, Meta, para destinarlas a la ganadería, la palma de aceite y el cultivo de mangostino.

Poco después adquieren otras tierras en el Magdalena Medio para establecer una ganadería, pero este resultó ser un pésimo negocio porque se hizo con un crédito bancario de intereses impagables. Frente a esto, deciden venderlas, con la mala fortuna de que nunca les pagaron la totalidad de la deuda, descalabro al cual vino a sumarse el secuestro en el norte del Valle del Cauca, de Eduardo, quien estuvo por varios años al frente del grupo familiar.

“Así las cosas, quiere decir que empezamos la década de los noventa con un patrimonio de $100 y llegamos a la del 2000 con uno de $50. Pero rescatado mi hermano (sin pagar un peso), nos dimos a la tarea de ver cómo repotenciábamos lo que teníamos, con una idea clara: imposible tener una empresa grande si no nos uníamos con alguien”, cuenta Luis Fernando, quien concibió el concepto de la Alianza Organización Manantiales y por ese entonces estaba frente de Agrícola y Pecuaria del Río.

En ese momento (2001), Agrícola y Pecuaria del Río era mediana en todo: producía mil toneladas de maíz y 100 de fríjol soya por semestre; 1.200 toneladas anuales de cítricos, 10 mil arrobas de café y vendía 1.500 novillos al año. El negocio de la palma de aceite no existía (este comenzó en el 2003).

Entonces, Luis Fernando propone ese mismo 2003 la idea de hacer una cofradía empresarial con personas que tuvieran las mismas potencialidades de los Jaramillo Arias, para lo cual comienza a hablar con los parientes cercanos que tenían fincas en el vecindario, “con la idea de identificar quién hacía mejor qué cosa”. Así, encontró que el grupo de María Teresa y sus hijos manejaba muy bien el área de los cítricos; que unos primos de apellido Arias Young eran buenos en el negocio de la guadua, y que Agrícola y Pecuaria del Río desempeñaba bien la parte administrativa y conceptual, así como en la producción de los granos.

Nace la alianza

Siete años después –convencer a los parientes fue un “parto de mula”, dice este empresario–, las cosas se concretan y nace la Alianza Organización Manantiales, cuyos resultados han sido muy interesantes, aunque no ha estado exenta de problemas.“Pero las dificultades se dirimen cuando uno logra mantener una mesa para conversar y se tienen unas reglas de juego sencillas para aplicarlas en el lugar adecuado, en el momento indicado y en el tono debido”, sentencia.

Según Luis Fernando, después de mucho esfuerzo lograron hacer cosas que eran revolucionarias en su momento, como juntar la maquinaria que tenían los Arias con la de Agrícola y Pecuaria del Río, juntar las instalaciones, unificar la operación y trabajar como si todo fuera una sola explotación, con una serie de convenios entre unos y otros. Explica: “Este modelo hizo posible ofrecerles remuneración a cada uno de los factores aportados, como maquinaria, bodegas, plantas de secamiento, etc. Pero cuando hablo de aportes no quiero decir que esos bienes se entregaron en propiedad, sino que se fueron cedidos en comodato al grupo, que los explota y remunera la actividad de cada uno de ellos”.

En el 2014, la Alianza Organización Manantiales da un paso adelante, abriéndoles las puertas a terceras personas, para lo cual establece tres modalidades de contratos: de participación, de arrendamiento y de usufructo para el manejo de ciertas cosas, la más aceptada de las cuales es la primera. El asunto es simple: si alguien tiene una tierra atractiva para la organización, está situada cerca de donde esta tiene operaciones y es del tamaño adecuado, la toman en arriendo o aceptan un negocio de participación.

La llegada de estos asociados, según Jaramillo Arias, no ofreció mayores dificultades porque la gente ha entendido las bondades de este modelo que tiene una senda de producción para conseguir economías de escala. “De todas formas, no podemos crecer como quisiéramos porque, aunque nos ofrecen tierras, no es posible aceptarlas en vista de que no cumplen con esos tres requisitos que exigimos. Por ahora, tenemos dos contratos nuevos en ciernes”, comenta.

El éxito de la Alianza Organización Manantiales al cabo de siete años de operación se mide por los siguientes resultados: pasaron de producir 1.200 toneladas anuales de cítricos a 15 mil, y de mil toneladas semestrales de maíz-fríjol soya a 6.500; en palma de aceite han llegado a 9-10 mil toneladas racimos de fruta fresca, y en ganadería a 1.200 novillos anuales. Por su parte, el frente forestal, que lo componen unas 300 hectáreas de guadua en explotación tradicional, deberá estar transformado totalmente en unos tres años, para dejar de ofrecer guadua rolliza y pasar al negocio de los productos intermedios y finales. Sumadas las ventas anuales de todas las líneas de negocio de esta alianza se superan los $22.000 millones. Y en el frente social, son trescientos los empleos formales que hoy da la organización.

Orgulloso, Luis Fernando Jaramillo dice que “cuando uno logra que una idea se mantenga vigente después de diez años es porque algo está haciendo bien. Hoy, tenemos producciones suficientes para hacer presencia sólida en los mercados en los que nos desenvolvemos; todo porque la unión hace la fuerza, adagio sobre el cual se soporta el concepto de nuestra organización, algo raro en Colombia, donde prima el individualismo. El nuestro es un modelo en el que se juntan recursos, se definen competencias y se establece quién las puede desempeñar con mejor resultado, sin consideración de patrimonios”.

Al referirse a la administración la Alianza Organización Manantiales, Jaramillo Arias explica que existe un esquema transversal de gerencia, un sistema comercial único y un sistema administrativo único, lo cual ofrece varias ventajas, como la especialización en la operación (quién sabe hacer mejor qué), y el poder pagar una administración profesional, porque se han juntado tres empresas medianas.

“Por otra parte”–agrega–, “tenemos un esquema de gobierno corporativo, por medio del cual se asignan los costos a cada uno de los factores, utilizando para ello un sistema relativamente complejo que permite que todos reciban remuneración. De esta manera, las distancias se disminuyen y la operación se hace más eficiente. Ahora bien, a pesar de la diversidad de nuestro portafolio, tenemos personas especializadas en cada uno de los ítems: hay un excelente grupo al frente del manejo de las frutas, otro que se encarga de los granos, hay uno que maneja la palmicultura y uno más que responde por la ganadería. En el gobierno corporativo está el Comité Consultivo Aliado, que se encarga de establecer las normas que rigen todas las interrelaciones que existen en el grupo”.

Gracias a todo lo anterior, este novedoso modelo empresarial muestra otros guarismos que la enorgullecen: los de la productividad alcanzada. En efecto, en maíz se acercan a las 10 toneladas por hectárea (el promedio de Colombia es de 5.7), en fríjol soya llegan a 2.8-3.7 toneladas, en naranja producen 40-60 toneladas, y en palma de aceite alcanzan las 27 toneladas. En ganadería todavía no son tan eficientes: consiguen 12.13 kilogramos mensuales por animal, y unos 170 kilogramos de carne por hectárea.

En cuanto a planes para aumentar el portafolio de productos de la alianza, Luis Fernando Jaramillo dice que por ahora lo que quieren es hacerse más fuertes en lo que tienen, porque básicamente son productores primarios, aunque sí existen unas alternativas de inversión, pero en el campo del valor agregado, para lo cual disponen de un departamento de investigación y desarrollo, el cual percibe 1% de las ventas. Específicamente, se refiere a secamiento, trilla y masas de maíz; clasificación, empaque, compost y distribución de frutas cítricas y conservas de mangostino, del cual tienen sembradas 20 hectáreas.

¿Cómo se ven dentro de diez años? “No sé. Eso está por responderse en el siguiente ejercicio de planeación estratégica que vamos a hacer este año; pero si fuera por mí, que acabo de retirarme, me vería vendiendo $50.000 millones. Uno no debe menos que aspirar a crecer al doble de lo que lo hace el país. Entonces, con un crecimiento de 3%, la empresa debería crecer 6%, por lo que en diez años, ese crecimiento se tendría que haber duplicado”, responde.

Nuestra “chimba” agricultura familiar

Para este empresario, lo que en Colombia atenta contra modelos agroempresariales como el de la Alianza Organización Manantiales“es que la gente no entiende el concepto de la colectivización armoniosa y empresarial (no cooperativa). Aquí no deberíamos estar fomentando la agricultura familiar“chimba” que tenemos, la cual funciona con base en esquemas paternalistas, sino invitando a los pequeños a que se unan entre ellos o con los grandes, para que estos los ayuden a salir adelante económicamente. Tenemos que salir del clóset ideológico. No debemos promover la igualdad por lo bajo, sino por lo alto. Para mí, la agricultura se promueve a través de la agricultura empresarial, no de la familiar; pero no estoy diciendo que esta se acabe, sino que Colombia deje de tener pordioseros del campo y pase a tener empresarios del campo”.