Revista Nacional de Agricultura
Edición 1021 – Diciembre 2021
En Colombia informalizamos por ley
No al crédito atado a la propiedad de la tierra.
El crédito no puede estar atado a la propiedad de la tierra, porque solo los que tienen finca podrán seguir accediendo a financiación, y en Colombia es muy poca la gente que tiene títulos. Entonces, el crédito debe estar asociado al flujo de caja de los proyectos, con un Estado que se la juegue con los bancos para garantizar esos flujos.
No vamos a crecer para tributar, sino a tributar para crecer.
En los últimos cincuenta años, se ha visto al empresario como una vaca lechera (y a veces como una vaca de sacrificio), en una tributación que es crecer para tributar. En otras palabras, el Estado quiere que el empresario crezca para “ordeñarlo”. El presidente Echeverry lo haría diferente: en vez de crecer para tributar, se tributaría para crecer. Hay que invertir la ecuación: que la tributación sea un insumo del crecimiento y no que el crecimiento sea un insumo de la tributación. El Estado se debe volver socio del empresario, para que crezca. Tampoco equilibraría las finanzas públicas a punta de gravar a los hogares, que es lo que los economistas tienen en la cabeza. El sector agrícola necesita una apuesta de billones de pesos al año en vías terciarias, en apoyo, en financiación. Pero eso se paga solo: se paga con la agricultura y el sector pecuario. No tengo duda de que en el mundo hay inversionistas que le quieren apostar a la agricultura colombiana. No tengo duda de que el sector productivo va a ser un gran productor de impuestos, pero solo cuando el Estado se vuelque en favor de los agricultores y de los empresarios.
Sueño con…
Sueño con entregar un sector agrícola lleno de vías terciarias, para sacar muchos productos a unos grandes centros de poscosecha, de los que deberá haber al final de mi gobierno unos ocho en la costa caribe, Antioquia, Eje Cafetero, Valle, Cauca y Nariño, Boyacá-Cundinamarca, Llanos Orientales, Tolima-Huila. Centros en los que se puedan empacar los productos con toda la tecnología y donde exista una logística que permita que los contenedores estén montados en pocas horas en un buque o en un avión.
Bajar el IVA.
En la medida en que los recursos lo permitan y la economía empiece a producir, haría la apuesta de bajar el IVA de 19% a 18% o 17%. Esta economía deberá ser el doble del tamaño de la actual. Tenemos 1.120 municipios, pero valor agregado solo se produce en 49 de ellos (menos de 5%). ¿Qué quiere decir esto? Que tenemos 95% del país para poner a producir, y 15 millones de personas que están en el rebusque o mujeres que por estar en su casa no pueden salir a trabajar. Si volcamos la capacidad productiva, de esa plata sale el equilibrio de las finanzas públicas, de esa plata salen los recursos para la agricultura y las vías. Yo no creo que haya que matar a los hogares colombianos a punta de impuestos, pero hay que poner a producir este país.
Informalizamos por ley.
Toda la gente que está informal en el campo, no es que esté informal. La gente se levanta, trabaja, produce, pone el pan en la mesa, manda sus hijos al colegio y le dicen por la tarde que son informales. La gente no es informal ni formal, la informalizamos con unas leyes que hacemos en Bogotá. Hay que cambiar las leyes que informalizan, en vez de cambiar la vida de la gente. La gente ya tiene salud subsidiada, pero hay que crearle un sistema de pensiones similar al de salud, para desligar los subsidios del Estado de la formalidad. Usted puede ser formal y seguir recibiendo los subsidios del Estado, porque estos son para que salga de la pobreza. Tenemos que formalizar el ciento por ciento de los colombianos, porque la informalidad es una condena a la pobreza, a no tener crédito, a no tener licencias, a no tener garantías del Fondo Nacional de Garantías. La informalidad lo vuelve a uno un paria económico.
Me la juego por una Colombia competitiva en los TLC firmados.
Los colombianos somos muy “firmones”, pero después no hacemos la gestión esencial para que funcione lo que firmamos. Estoy convencido de que uno se vuelve competitivo si toma decisiones estratégicas. Hay que tomarlas y hacer unas apuestas a fondo para explotar los tratados de libre comercio. Me la juego porque Colombia, en los acuerdos que hemos firmado, sea muy competitiva. ¿Cómo? Dejando el abandono en el que estamos, el abandono de atención, de foco, de presupuesto, de gerencia, de gestión, de infraestructura, de logística, de tecnología. El campo no ha sido el foco nuestro durante cuarenta o cincuenta años: lo ha sido el petróleo. Todo el entramado agropecuario, de industria y servicios, serán el foco del despegue de la economía colombiana en ese 95% del país que ha estado desatendido. Sin perjuicio de que haya que renegociar cosas, enfoquémonos en los goles que hay que meter y en dónde hay que meterlos.
La mujer rural.
Por las mujeres, y en especial por las del campo, nos la tenemos que jugar. Tenemos que volcarnos sobre ellas con una economía del cuidado, darles crédito y otros beneficios. Pero no solo a ellas: a todo el campo. Tenemos que reformar el sistema de crédito para que haya crédito irrigado masivamente. Para la mujer del campo hay que hacer un programa de titulación de tierras y vincularlas a esta generación de “milagros” económicos en el campo.
Hay que crear milagros económicos para el campo.
Al campo le vamos a poner tanta atención, tanto ensueño y tanta inspiración, que la gente se va a ocupar en sembrar, en vez de tomarse las carreteras. Yo he estado en el Cauca, en Nariño y en otras partes, donde he visto la situación tan difícil que se allí se vive y el desgobierno que se padece. Hay que crear milagros económicos que les transformen la vida a las comunidades, tanto étnicas y campesinas, como a los empresarios de estos departamentos y de otras regiones. Eso suena fácil decirlo, es difícil hacerlo, pero es parte de la apuesta al 100% por el campo colombiano.