Revista Nacional de Agricultura
Edición 1021 – Diciembre 2021

El agro ha sido maltratado por los políticos

Economista de la U. de los Andes y doctor en Economía de la U. de California. Ha sido, entre otros, profesor e investigador de varias universidades, entre ellas, Harvard, director de la Iniciativa para América Latina en el Instituto Brookings, y ministro de Hacienda

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Hay que subsidiar al empleador para que pague el salario mínimo.  

Como los incentivos son el instrumento más importante para cambiar las cosas, pues sencillamente hay que crearlos. ¿Qué requiere el empleador del campo para contratar trabajadores y pagarles un salario mínimo? Incentivos, apoyos. Entonces, según las particularidades del campo, el empleador debe tener la opción, por ejemplo, de contratar por horas, con el pago proporcional a un salario mínimo. ¿Por qué no lo hace? Porque no lo dejan. Pero no lo hace, también porque entre contratar a un trabajador con el salario mínimo, y en contratarlo por menos, está el ahorro de todos los parafiscales. Pagar menos del mínimo significa no pagar aporte a pensiones, riesgos laborales, cajas de compensación. Entonces, lo que tenemos que hacer es ayudarle al empleador, subsidiándolo, para que no contrate por debajo de un salario mínimo, y no tenga que hacer aportes a pensiones, riegos laborales ni cajas de compensación. En otras palabras, lo que se debe hacer es facilitar el ingreso al salario mínimo como medio para atacar la informalidad laboral.

El agro requiere más políticas de Estado y menos políticas de gobierno.

El sector agropecuario, que requiere grandes inversiones imposibles de hacer en un solo año (como distritos de riego, vías terciarias), necesita parecerse al sector del transporte, que tiene las 4G y otras grandes iniciativas. En otras palabras, requiere estrategias que no entren en el “menudeo”, en el día-día, en la discusión anual del presupuesto, sino que vayan por un carril más de mediano plazo: más políticas de Estado y menos políticas de gobierno.

No a los “cantos de sirena” de gravar con IVA la canasta familiar.

Aquí no voy a hacer promesas. Voy a contar, por fuera de lo aspiracional, que cuanto tuve la responsabilidad de ser ministro de Hacienda, muchos me decían que el problema fiscal de Colombia se resolvía poniéndole IVA a la canasta familiar. Pero me mantuve en que había que dejarla exenta. ¿Por qué? Porque ese es el bolsillo de los vulnerables y de la clase media. Conclusión: la devolución o la compensación del IVA pagado es un sofisma. Defiendo la existencia de un importante grupo de productos de la canasta familiar por los cuales el consumidor no paga IVA, y sus productores pueden pedirle a la Dian que les devuelva los IVA que pagaron en sus insumos, para no sobrecargar el precio. Si uno pone a pagar IVA al pollo o al huevo, el precio aumentaría 19% como mínimo. Yo ya lo hice, y vuelvo y le digo no a la propuesta de gravar con IVA la canasta familiar.  No a esos “cantos de sirena”. No se puede resolver el problema fiscal del país, afectando el bolsillo de las gentes más necesitadas.

Necesitamos más formación, más capacitación.

En Colombia se gradúan hoy anualmente 400 mil personas como bachilleres, pero solo 40% pasa a la educación superior, y casi todos a carreras como el derecho, la economía, que no son las que necesita el campo, urgido de técnicos y tecnólogos. Hay que crear 100 mil cupos, tanto en universidades públicas como en privadas, para la formación de ese recurso humano.  

El sector agropecuario ha sido maltratado por los políticos.

Esto se hace evidente cuando uno observa que la mayoría de los cargos oficiales se reparten con criterios políticos. Una cosa con la que voy a acabar es con la creencia de que las instituciones son de alguien. Eso no puede ser: el ICA y las demás entidades son de todos los colombianos. El reparto político es el camino al desastre, a que las cosas no salgan bien. Hay otros sectores del Estado que no tienen esos defectos, como el minero-energético, que funciona bastante bien. Pero el sector agropecuario también ha sido maltratado por la clase política porque entra en la discusión de los presupuestos, debido a la ausencia de proyectos de largo plazo. El presupuesto sectorial no puede seguir siendo un comodín, sino que debe apuntarle a unas prioridades, que es como se lo puede blindar.

El proteccionismo empobrece.

Debemos utilizar las herramientas que proveen los acuerdos comerciales o incluso las de Organización Mundial de Comercio, OMC, para defendernos de la competencia desleal. Es decir, si lo que nos están trayendo son productos que han sido desechados, que no tienen buenos estándares o que simplemente están sobrando en sus mercados de origen, eso es dumping, eso es anticompetitivo y es algo frente a lo cual Colombia se puede defender con las herramientas disponibles; pero debe hacerlo lo más pronto posible. Entonces, sí al comercio internacional, porque definitivamente las exportaciones van a ser fuente de crecimiento del sector, pero debemos defendernos ante los abusos. Esa sería mi estrategia, que no contempla cerrar el país. Me aterra oír a la izquierda cuando dice que la solución a los problemas económicos de Colombia está en el regreso al proteccionismo, en producir para nosotros. El proteccionismo empobrece. Lo que debemos hacer es insertarnos en la economía mundial, pero con contundencia. A nosotros nos ha faltado confianza y seguridad. Nuestros funcionarios públicos deben ser más agresivos.

Las regalías son un buen ejemplo de lo que anda mal.

Si usted llama hoy a la Tesorería del Ministerio de Hacienda para saber cuántos recursos del Sistema General de Regalías no se están usando, con seguridad le dirían que unos $20 billones. Y si uno va al campo, lo primero que le dicen es que necesitan que les arreglen la carretera. ¿Por qué esa desconexión entre los recursos guardados y la realidad de las zonas rurales? Por una razón: no hay buenos proyectos o se demoran, debido a que los entes territoriales, por ejemplo, responsables de las vías terciarias, no tienen la capacidad de diseñarlos. Frente a este problema, mi propuesta es: ante la falta de proyectos en las regiones, habrá una entidad del gobierno, que debe ser el DNP, con la misión de estructurar proyectos, para que lo que se haga no sean las propuestas de los políticos, sino las vías terciarias que más van a ayudar al desarrollo rural.

Hay que subsidiar la compra de insumos.

Los costos de los insumos son un problema recurrente que afecta a todos los agricultores colombianos. Los abonos, los fertilizantes y otros insumos han subido mucho, en parte por el aumento de los precios del petróleo, en parte por el crecimiento de la economía china, en parte por problemas del comercio internacional asociados a la falta de contenedores. Este problema coyuntural yo lo resolvería como lo hicimos en el pasado: apoyando a los agricultores (como fue el caso de los cafeteros), con un subsidio, que es una transferencia a sus cuentas corrientes, para que puedan pagar parte de sus insumos. Pero obviamente esta es una solución temporal. La definitiva es que Colombia debe comprar Monómeros Colombia-Venezolanos, para subsanar el error que cometimos al desmontar una buena parte de la industria de los abonos y fertilizantes. 

Me comprometo con la Ley de Tierras.

No le he podido encontrar justificación a la no radicación del proyecto de Ley de Tierras, cuando hay muchos vacíos y ambiguedades en las normas. Los gobiernos tienen que ser fuertes, saber manejar su capital político y priorizarlo, aunque no todos queden contentos; pero el país gana. Me comprometo con la Ley de Tierras.

Uno no puede gobernar con sus compañeros de universidad.

En materia de orden público, haría lo que hice cuando era ministro de Hacienda, sentarme a negociar, entendiendo a la contraparte, metiendo toda la discusión dentro de la institucionalidad. Para hablar solo de la Federación de Cafeteros y las Dignidades Cafeteras, vimos cómo esta institución se reformó, se adecuó a las circunstancias. Después de ese paro cafetero se dio una recomposición del más alto nivel en la Federación, al punto que voceros de las Dignidades Cafeteras entraron al Comité Nacional de Cafeteros, y eso sirvió mucho. Entonces, hay que gobernar escuchando a todas las voces. Lo peor que uno puede hacer es tratar de gobernar al país desde la misma orilla ideológica. Uno no puede gobernar con sus compañeros de universidad, ni con sus amigos. Colombia se tiene que gobernar desde la diversidad, con el gabinete como punto de encuentro de esa diversidad. Pero nada impide que en un momento dado la situación de orden público se deteriore, ante lo cual hay que utilizar la fuerza pública.