Revista Nacional de Agricultura
Edición 1014 – Mayo 2021
Su nombre es reconocido en el periodismo, especialmente en la fuente económica, en la cual está incluido el sector agropecuario. Entrevista con María Isabel Díaz.
A pocos días de obtener su pensión, este comunicador social, periodista, magíster en economía, habló con la Revista Nacional de Agricultura.
Revista Nacional de Agricultura: ¿Quién es Édmer Tovar Martínez?
Édmer Tovar Martínez: Yo soy una persona puramente de origen campesino. Mis primeros años de vida fueron en Montenegro, Quindío, el municipio donde nací. Nací en medio del café y, por esas cosas de la violencia de los años 45 a 60, mi familia tuvo que trasladarse a Pitalito, en el departamento del Huila.
Desde los cuatro años me llevaron para el Huila y prácticamente allá viví toda mi juventud, en el campo. Por eso yo sé ordeñar, he desyerbado, jornaleado, que es trabajar con un salario casi que diario con azadón, pico, pala, machete, y todas las actividades que se realizan en el campo. Cuando tenía diecisiete años, resolví venirme para Bogotá a seguir estudiando porque yo incluso estudiaba en colegio nocturno mi bachillerato. Y desde 1979 estoy en Bogotá.
R.N.A.: Usted crece entre el café, entre las vacas, con aire puro, ¿en qué momento dice “voy a estudiar periodismo”?
E.T.M.: En la escuela, porque la verdad nunca estudié en colegio privado, donde nos inculcaron muchísimo la lectura. Yo era una persona muy dedicada a leer y a leer en las noches, antes de dormir, y como no había energía en la finca donde nosotros vivíamos, nos tocaba a punta de vela. Siempre me llamó la atención el hecho de que no debería ser yo el que recibiera la información sino el que la suministrara, porque encontraba muchas inconsistencias, incoherencias, y como que le faltaba a uno algo adicional que no obtenía en lo que leía o en lo que escuchaba a través de la radio.
R.N.A.: ¿Y cómo le cuenta Usted a su familia que se va del pueblo para estudiar periodismo?
E.T.M.: A mí nadie me preguntó (risas). Nosotros siempre fuimos criados muy independientes. Definitivamente, el agro estuvo, o mejor, ha estado conmigo toda la vida, porque para yo poder estudiar, mi papá en alguna oportunidad dijo: “Si ustedes quieren sembrar café, ¡háganle!”. Y nos facilitó un terreno que había dejado mi abuelo, en el que finalmente dos hermanos sembramos 500 arbolitos de café caturra. Cuando el café ya estaba a punto de dar la primera cosecha, yo ya había terminado cuarto bachillerato, y resolví que me venía a Bogotá a estudiar quinto y sexto de bachillerato, y a hacer la universidad, estudios que me pagué con lo que me daba el café. Pero además, trabajé en lo que llaman “la rusa”, que para mi era un trabajo mucho más fácil que el del campo, porque aquí al menos estaba a la sombra algunas veces (risas).
Entré a Inpahu, pasé el examen de admisión y seguí estudiando, y trabajaba en muchísimas cosas, pero mi cafetal era el que me daba la plata para pagar el semestre. Para la manutención me tocaba rebuscármela en muchas cosas, fui mensajero, mesero, vendedor de dulces y cigarrillos en las calles, de alarmas, de cuadros, lavé carros en las calles. Todo eso mientras estudié.
No cuento esto por compasión, sino para que los jóvenes, si nos están leyendo, sepan que sí hay oportunidades, solo que hay que buscarlas, porque no todo es fácil en la vida; pero hay que labrarse el camino para poder llegar a donde uno quiere. Yo nunca me propuse nada de esto; solamente con el andar, el caminar, sin dar nunca un paso para atrás.
R.N.A.: ¿Y por qué decidió especializarse en economía?
E.T.M.: Indudablemente, la influencia del campo fue importantísima. Recién salido de Inpahu, un compañero que tenía alguna influencia en Boyacá me llevó a Tunja a trabajar en radio. A los dos años vine a Bogotá y me mandaron de El Tiempo como corresponsal a Girardot (Cundinamarca), donde estuve año y medio; luego, me trajeron para Bogotá y aquí empecé a trabajar, cubriendo una sección que se llamaba “Tierras y Ganados”, del mismo El Tiempo. Ahí me involucré de lleno en el área económica, razón por la cual hice un magíster en economía, con énfasis en economía agraria, en la Universidad Nacional, lo que me llevó a que el editor un día me dijera: “Yo lo necesito a usted, ya no cubriendo sector agropecuario, sino en economía”. Pero sin lugar a dudas, una actividad agroeconómica como el trabajo en el campo, fue la que influyó mucho para que yo me metiera por el lado de la información económica.
R.N.A.: ¿Cómo recuerda esa apertura de los medios de comunicación hacia el campo como fuente? ¿Cuáles eran las noticias? ¿Cómo eran las ruedas de prensa?
E.T.M.: Tengo que decirlo francamente: era mucho más evidente, era mucho más fuerte, era mucho más importante para los medios de comunicación cubrir la información agropecuaria en esa época. Del 85 al 95, el protagonismo que los medios le daban a la información agropecuaria era muy importante, y lo sé porque yo cubría esa fuente. Yo andaba de congreso en congreso, de finca en finca. Primero aprendí la práctica, que fue trabajar desde muy pequeño en el campo, y luego la teoría, que era venirme a la ciudad. Yo no conocía ministros, funcionarios; eso prácticamente no existía para mi. Pero las cosas han cambiado. Antes se cubría el sector agropecuario desde un punto primario, no había casi integración con el resto de la economía; en cambio, hoy, quienes ejercemos este oficio y nos inclinamos por la información agropecuaria, tomamos la información desde el punto de vista primario, pero involucramos toda la cadena, incluso la inserción en mercados internacionales, porque si eso no se hace, entonces el agro no progresa.
R.N.A.: ¿Hace treintaiséis años, cómo se enteraba Usted de las noticias de las regiones?
E.T.M.: Había una conexión muy cercana, vía telefónica, y presencial, con los gremios. Los gremios han sido importantísimos para el desarrollo del sector agropecuario y, entre otras cosas, han buscado acercar, a través de la comunicación, a los consumidores, al comercio y al resto de la economía. Pero claro que había también reportería en terreno, a los periodistas, además, nos tocaba ir a muchos congresos y otros eventos, cosa que hoy en día no pasa.
R.N.A.: ¿Usted, que es un periodista de terreno, cómo ha visto la transformación del campo colombiano?
E.T.M.: El campo ha cambiado muchísimo. La sabana de Bogotá, por ejemplo, y gran parte de Boyacá, tenían una gran producción trigo, pero hoy este cultivo está, prácticamente, extinguido; para lo único que se está produciendo es para cuchuco, porque la mayor parte del trigo en Colombia se importa. Colombia era un gran productor de algodón, y hoy en día no se cultivan más de 10 o 12 mil hectáreas al año. Es decir, sí ha cambiado muchísimo y también se ha tecnificado. Desafortunadamente, los bienes públicos no han llegado en la manera en que el campo los requiere para que pueda desarrollarse cada vez más. Falta conexión a internet, por lo que hay muchos niños de diferentes veredas que no pueden estudiar porque no tienen conexión a este servicio.
Han cambiado también las generaciones. Muchos integrantes de una misma familia, dueños de fincas, se han atomizado porque al fallecer el papá o la mamá, cada hijo cogió para otro lado, estudió otra cosa y ya no quiere volver al campo, por lo que el relevo generacional, lamentablemente, ha sido muy bajo, aunque en algunas zonas se mantiene o ha tomado fuerza en los últimos años con oportunidades que se presentan en las zonas rurales.
También hay zonas del país que se han logrado desembotellar a través de la construcción de infraestructura vial, y que ya tienen universidades, lo que implica que la gente pueda quedarse en la zona trabajando y estudiando. Antes, la única opción era venirse a Bogotá, como me pasó a mí.
R.N.A.: ¿Y en qué cree que el campo se quedó rezagado?
E.T.M.: Un sector muy rezagado es el de los seguros agropecuarios, que ha pasado de anuncio tras anuncio, sin que se hayan logrado masificar, como sí lo están haciendo muchos países del mundo. Está también está la visión de muchos en el campo que dicen ser productores de mango, pero, ¡mentiras! Ese señor lo que tiene son tres palos de mango, detrás de la casa. Hay muchas actividades que desafortunadamente no tienen mucha relevancia, aunque el país tampoco tiene por qué ser productor de todo. La diversificación tiene unos límites. Uno puede ser diversificado, pero no necesariamente bueno en todo. El país no puede ser bueno en todas las actividades agropecuarias; hay que especializarnos para tener posibilidades. Ahí vamos con buenos productos, logrando presencia en mercados internacionales.
R.N.A.: ¿Cuáles son esos triunfos del sector agropecuario a escala mundial?
E.T.M.: Hemos logrado conquistar unos mercados muy importantes. Llevamos muchos años y hemos logrado progresar con cafés suaves o los cafés especiales, porque café producen muchos países en el mundo, pero Colombia ha logrado conquistar un mercado y ser identificado. También hemos ganado mucho terreno en floricultura, y también hay que resaltar la creación de los fondos parafiscales, que han permitido recaudar recursos para los centros de investigación agropecuaria, los Ceni, lo cual nos ha llevado a progresar porque la investigación es la que nos lleva a ganar terreno en los mercados internacionales.
R.N.A.: ¿Qué cobertura recuerda Usted como la más importante de su carrera?
E.T.M.: Hay cosas de menor relevancia a escala nacional, pero con una importancia a nivel micro muy alta, y es, por ejemplo, cuando se ha logrado frenar la expansión de un mal, por decir, la roya o la broca. El avance que el país ha logrado dar en materia de protección y de país libre de aftosa, reconocimiento del que hoy estamos haciendo uso y que nos ha servido para exportar carne y animales vivos. Y, sin lugar a dudas, el Acuerdo de Paz, porque el campo fue el gran beneficiado. Muchas de las personas que incluso son críticos de este proceso, son los que más se han beneficiado.
R.N.A.: ¿Y esa cobertura difícil?
E.T.M.: Las tragedias naturales, empezando por la de Armero. Lo más duro fueron las pérdidas humanas, pero el sector agropecuario sufrió tremendamente, porque la región quedó convertida en un lodazal y duró muchos años en recuperarse. La aparición de la broca, cuando el país estaba invadido de aftosa. Ha habido muchas cosas en las que uno ve con preocupación lo difícil que puede ser que el sector se recupere. Los incendios forestales, las sequías, han sido también asuntos muy complicados para cubrir.
R.N.A.: Usted lleva treintaiséis de carrera profesional y la SAC siglo y medio de historia. ¿Cómo recuerda esta organización cuando estaba empezando en el periodismo?
E.T.M.: Desde cuando empecé a trabajar en periodismo agropecuario tengo muy presente a la SAC. En ese momento, el doctor Eliseo Restrepo era su presidente. Por ahí han pasado muchísimas otras personas, como el exministro Carlos Gustavo Cano, Gustavo Castro Guerrero, Carlos Murgas y Juan Manuel Ospina. De otros, por problemas de mi edad, no recuerdo sus nombres, pero sí las caras (risas). Justo recientemente hice un artículo sobre los gremios agropecuarios del país, que son más de cincuenta, la mayoría de los cuales están afiliados a la SAC y tienen más de cincuenta años de haber sido creados. Esto quiere decir que hay una gran institucionalidad, desde la parte gremial, que ha sido liderada por la SAC.