Revista Nacional de Agricultura
Edición 1024 – Abril 2022

Hasta la industria automotriz está poniendo su parte para el encarecimiento de los fertilizantes de síntesis química.

Independientemente de que se prolongue o no la invasión rusa a Ucrania, al mundo le ha quedado planteado un enorme y complejo desafío, que viene a sumarse, por ejemplo, a la lucha contra la contaminación ambiental y el calentamiento global. Hablamos de ver cómo reducir, de manera significativa y en el menor tiempo posible, la dependencia de los fertilizantes químicos, cuya producción es en extremo sensible a las fluctuaciones de precios de sus materias primas, del petróleo, de la energía, del transporte y, como lo estamos observando en los dos últimos meses, a eventualidades de tipo geopolítico.

Putin invade a la vecina Ucrania, y la agricultura mundial entra pánico. Y se rebosa la copa de la desesperanza de los agricultores, que ya venían arrastrando desde comienzos del 2021 una carestía impensable de los fertilizantes nitrogenados (por los elevados precios del gas y la energía), en especial de la urea (el más usado en el mundo entero, y cuyos grandes productores son China e India.  

Las cifras que ofrece la FAO sobre la trepada de los precios de la urea son sorprendentes: la tonelada a granel (en el mar Negro), pasó de US$245 en noviembre del 2020 a US$901 doce meses después.

Ahora bien, ya al cierre del primer trimestre del 2022 –cuando se recoge parcialmente el efecto Putin–, el precio de la urea había aumentado de US$844 la tonelada en enero, a US$907 en marzo, según cifras de Index Mundi. Recordemos que en marzo del 2021 la tonelada de esta materia prima se cotizaba a US$352.

Pero el encarecimiento de la urea ha estado acompañado por el de otros fertilizantes, como los fosfatados. Dice la FAO que el precio del fosfato diamónico (DAP), se duplicó en los mismos doce meses, pues pasó de US$360 la tonelada en noviembre del 2020 a US$726 en el mismo mes del 2021. En cambio, los precios de la potasa (fertilizante potásico) se vieron menos afectados en dicho periodo.

Ya en el presente año, los precios del DAP se han comportado de la siguiente manera: enero, US$699 la tonelada; febrero, US$747, y marzo, US$938, también según Index Mundi.

La FAO menciona cuatro razones que explican el encarecimiento de los fertilizantes, pero ninguna de ellas propiamente asociados a la invasión a Ucrania, pues el análisis no alcanza a abarcarlo. Veámoslas: a) los elevados y cada vez mayores precios de la energía: el gas natural es básico en la producción de los fertilizantes nitrogenados; b) las perturbaciones en el comercio y los elevados costos del transporte, efectos de la pandemia del covid-19; c) políticas comerciales: ante la creciente demanda mundial de fertilizantes y el aumento de los precios, varios de los principales proveedores optaron por restringir las exportaciones, con la consecuente mayor presión al alza de los precios internacionales de los fertilizantes; d) los elevados precios de los alimentos, que pasaron de 113.5 a 134.1 puntos en enero-diciembre del 2021, el nivel más alto registrado desde junio del 2011.

En cuanto a este último punto, ya en el informe sobre el índice de precios de los alimentos, correspondiente a marzo, la FAO revela que este “se situó en 159.3 puntos, es decir, 17.9 puntos (12.6 %) más que en febrero, con un salto gigante que lo llevó a un nuevo nivel, el más elevado desde su creación en 1990”. El organismo atribuye este fenómeno a los nuevos máximos históricos alcanzados por los aceites vegetales, los cereales y la carne, así como a las notables alzas en los precios del azúcar y los productos lácteos.

En el caso del maíz, materia prima que tanto le interesa a Colombia, la FAO dice en este último informe: “Las expectativas de una reducción significativa de las exportaciones de maíz de Ucrania, uno de los principales exportadores, además de los elevados costos de la energía y de los insumos, contribuyeron a un aumento intermensual de 19.1 % de los precios mundiales del maíz. La fortaleza de los mercados de maíz influyó en otros cereales secundarios y los precios del sorgo aumentaron 17.3%”.

France 24, cita un estudio de The Conversation, según el cual “80% del costo de fabricación de fertilizantes a base de nitrógeno proviene de la energía. El nitrógeno es el nutriente más empleado por los cultivos y los fertilizantes nitrogenados minerales, los más utilizados por los agricultores. Esto es principalmente cierto para los cereales, que reciben más de la mitad de los fertilizantes minerales nitrogenados y de los que depende buena parte de la nutrición de las personas y de los piensos para animales”.

En cuanto a perspectivas, la FAO asegura que los mayores precios y la menor asequibilidad a los fertilizantes en el periodo 2021-22 hacen prever un menor uso de los nitrogenados y fosfatados en 2022-23. Menos aplicaciones de nitrogenados –advierte–, llevarían a una disminución del rendimiento y la calidad los alimentos. Ese menor uso de fertilizantes, tanto nitrogenados como fosfatados, sería más evidente en los países de menor desarrollo.  

En resumen, para la FAO, “Los suministros internacionales de fertilizantes siguen siendo restringidos, las existencias están agotadas y las tensiones geopolíticas podrían desencadenar restricciones adicionales del suministro en un plazo breve”.

Pero en el horizonte ha aparecido otro agente que podría enrarecer todavía más la situación de los fertilizantes, vía mayores precios: la industria automotriz, que viene aumentando la demanda de nitrógeno y fósforo. “Por ejemplo, en lo que respecta al nitrógeno, el amoníaco de calidad industrial se utiliza ahora en grandes cantidades en los convertidores catalíticos de los motores diésel. Del mismo modo, el uso de fósforo para fabricar baterías de iones de litio podría significar que una cantidad cada vez mayor de este ingrediente se desviará del mercado de fertilizantes”, revela la FAO.

De todas formas, para este organismo, un segmento de agricultores dispone ahora de recursos que les permiten racionalizar la aplicación de los fertilizantes, sin comprometer la producción: los métodos de aplicación de dosis variables, la agricultura de precisión y un mayor acceso a la financiación para la adquisición de insumos. Por otra parte, existe una mayor oferta de fertilizantes orgánicos y los agricultores han mejorado su capacidad para aplicarlos de forma más precisa, metódica y oportuna.

Entonces, frente a la enorme dependencia que hoy tiene el mundo de los fertilizantes de síntesis química, la FAO recomienda: “Fomentar una producción de fertilizantes más asequible y ecológica, basada en energías renovables. Promover la producción de fertilizantes ecológicos, especialmente el amoníaco verde, en sustitución de las materias primas energéticas tradicionales, como el gas y el carbón, por la energía solar, la eólica y el hidrógeno”.

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DIFÍCIL HACER AGRICULTURA CON UREA TAN COSTOSA

Mientras que en Europa se trabaja con 80% de abonos orgánicos y 20% de fertiquímicos, en Colombia, la proporción es a la inversa, dice experto.

Por el campanazo que ha recibido el mundo entero, a raíz del encarecimiento de las materias, los obstáculos al comercio y la invasión a Ucrania, es válido que Colombia reflexione seriamente en la necesidad de impulsar la industria de los fertilizantes orgánicos, para no depender tanto de los productos químicos, como lo han venido haciendo Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, entre otros países.

Sobre el tema, hablamos con el ingeniero agrónomo Carlos Ordoñez Guzmán, director del Grupo Monteverde, quien tiene más de treinta años de experiencia en el campo de los abonos orgánicos.

P.: Especialmente, la invasión rusa a Ucrania ha dejado ver la importancia de que Colombia reduzca la dependencia de los fertilizantes químicos y busque alternativas en los orgánicos…

R.: No solo por eso. Hay otros factores, como las cotizaciones del petróleo, que jalonan los precios de los fertilizantes hacia arriba. Lo alarmante es que de 1.7 millones de toneladas de fertilizantes que se utilizan anualmente en Colombia, más de 90% corresponde a producto importado. Pero solo hasta ahora nos mostramos muy preocupados por los exagerados precios de la urea, el 15-15-15, el 10-30-10, y el fosfato diamónico (DAP), entre otros.

Hoy, tenemos los siguientes precios: urea $235-280 mil la tonelada; 15-15-15, $175.000; 10-30-10, $185 mil; DAP, $210 mil. El impacto de los fertilizantes químicos varía entre 18%-25%, dependiendo del cultivo, pero con estos altos precios sube hasta 30%, y en algunos casos puede llegar a 32-35%. Entonces, hacer agricultura con esos precios es inviable.

P.: ¿Por qué dice Usted que llegó la hora de recurrir a las 3M? ¿Qué son las 3M?

R.: M de materia orgánica, M de microbiología benéfica y M de minerales. Estos tres factores conducen a volver a tener suelos vivos, sanos, productivos y sostenibles

P.: ¿Cómo es hoy la industria de los fertilizantes orgánicos?

R.: En octubre del 2020, según cifras de Asocompost y el Grupo Monteverde, Colombia llegó a primer millón de toneladas de abonos orgánicos (90% compost, 10% lombricompost), que se distribuyen de la siguiente manera: 50% van al mercado nacional para diversos cultivos, y 50% para el autoconsumo de las industrias de la caña de azúcar, palma africana y flores.

Algunas cifras resultantes de nuestro trabajo por la cultura de los abonos orgánicos en Colombia, nos indican que en caña de azúcar se usan 8-10 toneladas por hectárea; en palma de aceite, 5-10; en café, 3-5; en cítricos y otros frutales, 2-5, en hortalizas, 8-10, y en flores, 5-10.

Los abonos orgánicos se producen a partir de residuos de origen vegetal provenientes de cultivos como caña de azúcar, palma de aceite, flores, café y cacao, principalmente. También de residuos de origen animal, que son todas las excretas avícolas, bovinas, porcinas y bufalinas, así como de frigoríficos, y de residuos agroindustriales (arroz, molinería, panificación, aceites).

P.: ¿Por qué razón la industria de los fertilizantes orgánicos es tan pequeña en comparación con la de los químicos? ¿Qué se necesita para impulsarla

R.: Importante decir que sesenta años de Revolución Verde nos hicieron ver que no solo con fertilizantes químicos, herbicidas y pesticidas de alto impacto, excesivos laboreos de la tierra, se puede hacer agricultura. Por fortuna, estamos frente a una coyuntura que ofrece múltiples posibilidades para un desarrollo agropecuario más autónomo.

¿Cómo impulsar la producción de abonos orgánicos en Colombia? a) Promoviendo los suelos vivos, sanos, productivos; b) resaltando la importancia de la materia orgánica, que hoy está en promedios de 1.2-1.5%, cuando hace sesenta años era de 4.5-4.8%; c) impulsando la investigación y el desarrollo de la microbiología nativa de suelos, en vista de que hoy solo se ha estudiado 0.5% de toda esa riqueza microbiana.

P.: ¿Los fertilizantes orgánicos son más económicos?

R.: En el 2022, los precios del compost han estado en $280-360 mil la tonelada, y los del lombricompost se han visto por encima de $350 mil. Pero los abonos orgánicos ofrecen la ventaja de capturar el carbono presente en la atmósfera y fijarlo en el suelo, lo que constituye una gran contribución a la disminución de la contaminación ambiental.

Los abonos orgánicos le dan vida al suelo, al aumentar la materia orgánica; incrementan la cantidad y variedad de microbiología del suelo; mejoran la economía del agua, por el efecto esponja, al retener humedad; promueven la masa de raíces y, por consiguiente, el mejor desarrollo de las plantas; mejoran las propiedades biológicas; no son contaminantes; mejoran la sanidad de los cultivos; producen promotores de crecimiento vegetal, antibióticos, enzimas, vitaminas.

Pero, además, disminuyen de 10 a 25% las aplicaciones de fertilizantes químicos; mejoran las propiedades organolépticas de las frutas, hortalizas, aromáticas, etc., y contribuyen a una agricultura sostenible y sustentable

P.: ¿Pero al problema de la oferta se le suman razones culturales que impiden la expansión de la industria de fertilizantes orgánicos?

R.: Llegó la hora de cambiar el chip mental, cultural. Se abren enormes posibilidades para los abonos orgánicos y los biofertilizantes. Y aquí debo decir que los fertiquímicos se necesitan, pero no en las cantidades que se están usando: hay que racionalizar las dosis.

P.: ¿Se puede combinar o alternar el uso de los fertilizantes orgánicos con los químicos?

R.: Sí. Un dato importante: en Europa, desde principios de este siglo, se trabaja con 80% de abonos orgánicos y 20% de fertiquímicos, mientras que en Colombia la proporción es inversa: 20% por 80%.

P.: ¿Si hay roca fosfórica en Colombia, por qué no se aprovecha?

R.: Por desconocimiento. A pesar de que contiene fósforo en cantidades que van de 22 a 32%, no se hace investigación aplicada para remplazar una buena parte de las importaciones de DAP. Hay que decir que, pese a la baja o mediana reactividad de nuestra roca fosfórica, esta se mejora sustancialmente aplicando abonos orgánicos, que ayudan a acidularla (además, en el país ya hay microbiología benéfica de solubilizadores de fósforo). En Colombia hay abundantes reservas de roca fosfórica en Norte de Santander, Boyacá y Huila.