Revista Nacional de Agricultura
Edición 1013 – Abril 2021

Pareciera que esta industria tiene los planetas alineados a su favor. Habla Eduard Baquero López, presidente ejecutivo de Fedecacao.

Los siguientes datos hablan bien de la importancia que el cacao está cobrando en Colombia: en una década, pasó de cultivarse en menos de trescientos cincuenta municipios a cuatrocientos veintidós; el número de familias cacaoteras creció de 30 mil a posiblemente 60 mil; la producción nacional que era de 33 mil toneladas, alcanzó las 63.400 el año pasado; las exportaciones crecieron de 1.500 toneladas a unas 25 mil, y prácticamente desaparecieron las importaciones. Y algo muy importante: el cacao se está volviendo atractivo para grandes capitales, nacionales y extranjeros. 

Revista Nacional de Agricultura: Primero, cuéntenos qué es la plataforma virtual Colombia es Cacao, recientemente creada por Fedecacao.

Eduard Baquero López: Es el instrumento por medio del cual buscamos unir los dos extremos de la cadena: el cultivador y el transformador con el comprador final, bien sea nacional o extranjero, en el propósito de reducir la intermediación.

R.N.A.: ¿Qué tan importante es el nivel de intermediación en el cacao?

E.B.L.: Por fortuna, en el cacao en grano no hay una gran cadena de intermediación, como sí ocurre en otros productos agrícolas. Se puede decir que 95% de los cultivadores llevan su producto al centro de acopio más cercano, donde se lo venden a un intermediario, que a su turno abastece a las grandes compañías procesadoras colombianas o a los exportadores. Ahora bien, en zonas muy apartadas, seguramente la cadena de intermediación tiene más eslabones.

En el cacao hay varias variables que determinan el precio, entre las cuales la más importante es la calidad (el nuestro es un cacao fino de aroma), pero por poner un ejemplo, en este momento al agricultor le pueden estar pagando $6.800 el kilogramo en Bucaramanga, y el intermediario vendiéndolo alrededor de $7.200. El asunto es que el productor corre con el costo del transporte.

R.N.A.: Colombia es Cacao arrancó en diciembre con veintinueve asociaciones de productores, ¿a finales de febrero, cuántas completaba?

E.B.L.: Aunque falta por confirmar unos datos, creemos que ya son cincuenta las asociaciones que están participando en esta plataforma, a través de la cual solo se puede ofrecer un grano que cumpla los estándares nacionales e internacionales de calidad, porque de lo que se trata es de seguir avanzando en la creación de un buen nombre para el producto nacional. Aquí es importante anotar que esta herramienta también está al servicio de cultivadores que no hacen parte de asociaciones de productores.

Colombia es Cacao tiene tres categorías: cacao en grano, chocolate de mesa y barras y bombones. Pero en la medida en que la iniciativa vaya avanzando, seguramente ofrecerá otros servicios, como la adquisición de insumos, implementos y equipos agropecuarios.

De dichas categorías, la más grande, obviamente, es la de cacao en grano, entre otras razones porque la participación de Colombia en los mercados externos ha venido creciendo, aunque es aún pequeña. Pero también hay que resaltar el salto que se ha dado en el campo de la transformación: hace pocos años, uno solo encontraba cinco o seis marcas de chocolate tradicional en los supermercados, mientras que hoy se ofrecen muchas más de productos elaborados y semielaborados, de diferentes orígenes y con distintos porcentajes de cacao.  

R.N.A.: ¿Cuántas organizaciones de productores de cacao hay en Colombia?

E.B.L.: Trabajamos con unas cuatrocientas asociaciones. Pero en este punto debo decir que aquí parece que hay más asociaciones que asociados, y seguramente no solo en el caso del cacao. Esto se debe a que si bien la cooperación internacional ha hecho un buen trabajo en el país, a veces se crean organizaciones de este tipo para beneficiarse de un proyecto, pero en realidad estas son de papel.

R.N.A.: Hablando de otras cosas, ¿por la buena fama del cacao colombiano, hay actualmente muchos más productores que hace cinco años, por ejemplo?

E.B.L.: Claro. Digamos que hace diez años había cacao en menos de trescientos cincuenta municipios; hoy, se cultiva en cuatrocientos veintidós. En ese entonces podría haber unas 30 mil familias productoras, mientras que datos de hace dos años indican que estas suman 50 mil; pero con las siembras que se están haciendo, es probable que ya hayamos llegado a unas 60 mil familias.

De otra parte, hace trece años la producción nacional de cacao era de 33 mil toneladas, y en el 2020 alcanzamos el récord de 63.400.

R.N.A.: ¿Quiénes están entrando al negocio del cacao? ¿Hay grandes capitales?

E.B.L.: El cacao ha sido un cultivo de pequeños productores (99% del total), y en este momento están entrando muchos más pertenecientes a esta categoría, por la sustitución de cultivos (ilícitos y lícitos), entre otras razones. Pero igualmente, y en vista de que esto se está convirtiendo en un negocio que tiene su paquete tecnológico –desarrollado por Fedecacao–, ya se ve la participación de grandes inversionistas, algunos de los cuales han entrado en producción. Así, tenemos empresas que poseen entre 300 y 1.000 hectáreas sembradas, cuando el promedio nacional es de 3.5 hectáreas por productor.

Entre los grandes inversionistas aparecen compañías procesadoras y transformadoras, fondos privados de inversión europeos, y particulares. También uno empieza a encontrar que empresas nacionales se están asociando para adelantar desarrollos bastante significativos de cacao. Pero, ojo, que los inversionistas, nacionales e internacionales, se preocupan por los problemas de orden público que se están presentando.

R.N.A.: ¿A cuáles departamentos están llegando las inversiones más importantes?

E.B.L.: Antioquia lidera la inversión, a través de fondos privados. También aparecen el Magdalena medio (santandereano y boyacense), y el Meta, donde hay considerables extensiones de tierra. Pero hay que decir que los inversionistas se han encontrado con un obstáculo importante: muchos títulos de propiedad de la tierra no están resueltos del todo.

Como hay un marcado interés en exportar, esas inversiones buscan orientarse mayormente a regiones cercanas de los puertos, por lo que en el radar van apareciendo también el Cesar, Atlántico, Sucre y Córdoba. Igualmente, en el Eje Cafetero hemos identificado un par de iniciativas de unos chocolateros europeos de reconocida importancia, que no llegarían con inversiones muy grandes, sino interesadas en aprovechar la calidad de nuestro cacao. 

R.N.A.: ¿Los pequeños y medianos que están entrando al negocio del cacao, lo están haciendo bien?

E.B.L.: Yo diría que en general sí están teniendo en cuenta el paquete tecnológico de Fedecacao, muestra de lo cual es el incremento de la producción. De hecho, las áreas que están ingresando, localizadas especialmente en Arauca, Santander y Antioquia, lo están haciendo con nuestros clones, que son de excelente calidad y ofrecen una producción bastante alta. Ahora bien, para las plantaciones viejas, enfermas o que fueron abandonadas por la inseguridad, tenemos un importante programa de renovación, de la mano con el gobierno nacional, a través de la Vicepresidencia de la República y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, el cual comenzará este año. En el país hay más de 183 mil hectáreas ocupadas con cacao, de las cuales mínimo hay que renovar 70 mil, con todas las dificultades que implica esta práctica, que es muy distinta y más lenta que la del café, porque se trata de un árbol, en el cual se hace una injertación con clones de un cacao de alta calidad, muy resistentes a problemas fitosanitarios y más productivos. En total, nos proponemos renovar 8 mil hectáreas este año, principalmente pertenecientes a pequeños productores de mucha tradición, los cuales tienen que mejorar su competitividad.

R.N.A.: ¿Cuánto cacao se está produciendo hoy y cuanto debería estar produciendo Colombia para aprovechar el potencial del país y la reconocida calidad de nuestro grano?

E.B.L.: La producción nacional llega hoy a 63.400 toneladas, pero deberíamos estar en unas 80 mil. Nuestro objetivo es que al finalizar la próxima década estemos en unas 100 mil toneladas, lo que será posible en la medida en que hagamos la renovación y se siga sembrando. La meta a más largo plazo, a unas dos décadas, es que cada hectárea de cacao produzca al menos una tonelada. En ese orden de ideas, si en este momento tenemos 183 mil hectáreas sembradas, deberíamos llegar  a 183 mil o 200 mil toneladas.

R.N.A.: ¿De las 63.400 toneladas que se producen, cuántas se exportan?

E.B.L.: Cuando el país producía 33 mil toneladas, importábamos 12 mil y exportábamos unas 1.500. Hoy en día, cuando producimos 63.400 toneladas, exportamos en el 2020 (sin contar diciembre), 11.500 de cacao en grano. No tenemos aún los datos correspondientes a los productos elaborados y semielaborados, pero pueden ser entre 12 y 15 mil toneladas, lo que quiere decir que Colombia está exportando unas 25 mil toneladas, por más de US$100 millones. Por otra parte, las importaciones prácticamente desaparecieron, porque apenas se compraron 180 toneladas el año pasado.

R.N.A.: ¿La industria del cacao dispone del suficiente recurso humano para prestar los servicios de asistencia técnica?

E.B.L.: Me atrevería a decir que el sector del cacao tiene el grupo de extensionistas más grande, después del sector cafetero. Hablamos de unas cuatrocientas personas, que, de todas formas, es un número insuficiente. Si tenemos cuatrocientos veintidós municipios que producen cacao, vemos que no hay un asistente técnico por municipio, lo cual se agrava en muchas partes por las distancias. Debemos aumentar el número de ingenieros agrónomos, técnicos y tecnólogos en sistemas agroforestales con énfasis en cacao, y en eso estáFedecacao. Ahora bien, con la pandemia del covid-19 nos lanzamos a la asistencia técnica virtual.

R.N.A.: ¿En zonas de vocación cafetera, la expansión de cacao se está haciendo a costa del café o en medio de la coexistencia de estos dos cultivos?

E.B.L.: El cacao ha llegado a zonas que durante muchos años fueron cafeteras, y se está sembrando en zonas marginales bajas cafeteras, incluso en el Eje Cafetero, así como en Santander (El Socorro, San Gil, Oiba, etc.). Pero no hay que olvidar que café y cacao han compartido el mismo espacio en ciertas partes del país.

R.N.A.: ¿Para dónde debe ir el país en el campo de la transformación del cacao?

E.B.L.: Nuestra industria procesadora aún es muy pequeña, pero estamos dando unos pasos muy importantes. Como lo dije, ya en los supermercados no solo se consigue chocolate de mesa, sino que se está empezando a ver una interesante variedad de chocolatinas (chocolates en toda su expresión), provenientes de Tumaco, la Sierra Nevada, del Huila, del Tolima, de Santander, de Antioquia y de Arauca. Hace diez años, si uno quería un buen chocolate tenía que buscar uno suizo, belga o francés, mientras que hoy encuentra buenos ejemplos de calidad y cosas ingeniosas, como mezclas de cacao con uchuva, mora, fresa, cardamomo, aguardiente, etc. En este punto debo mencionar el máximo evento que hacemos en Colombia: el Choco Show, en el que se muestra toda la diversidad de productos del cacao.

A la transformación del cacao, seguramente va a ayudar mucho el hecho de que ahora se consiguen equipos desde US$50 mil, ideales para pequeñas industrias, cuando antes solo existían para empresas de mayor tamaño, con costos que empezaban en los 3 millones de euros. También va ayudar a que el país entre en la onda de la agregación de valor, el interés que muestran muchos de nuestros chocolateros por salir a capacitarse, y a que están viniendo expertos al país a capacitar a colombianos.