Revista Nacional de Agricultura
Edición 1045 – Marzo 2024

Esta es una entrevista especial del periodista Juan Domínguez cortesía para la Revista Nacional de Agricultura en el mes de la mujer

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Señoras y señores: ella es María del Campo.

El relevo generacional, es decir, quién se quede en los campos produciendo la comida en general y el cacao en particular, es una de las preocupaciones de María del Campo, el personaje que hace siete años creó la Federación Nacional de Cacaoteros, Fedecacao.

Inicialmente, se pensó en el personaje como un ícono similar a Juan Valdez, sin embargo, a los pocos meses de haber sido elegida, el personaje tomó la palabra en un Congreso Cacaotero y ahí cambió todo. Se hizo visible ante los productores como conocedora en detalle de la actividad agrícola, de cosecha, poscosecha y de comercialización del grano, pero también de su activismo en beneficio de las mujeres cacaocultoras que en muchos sitios del país asumieron como propio el cultivo ante la ausencia del hombre que se marchó de las parcelas por diferentes razones.

Interpretada por Liliana Jiménez, esta es la visión que sobre la cacaocultura tiene su personaje.

Revista Nacional de Agricultura (R.N.A.): ¿Quién es María del Campo?

Liliana Jiménez (L.J.): Es un personaje que representa a las familias cacaocultoras y, a su vez, es la imagen a través de la cual se posesiona el cacao colombiano a nivel nacional e internacional.

Se trata de una mujer apasionada por el cacao, por el chocolate y por las familias cultivadoras, estas últimas, las que hacen realidad que esos granos de cacao se conviertan en lo que recibimos en nuestras mesas y paladares.

R.N.A.: ¿De dónde salió la idea de crear el personaje?

L.J.: Nació en 2016 tras la iniciativa de la Federación Nacional de Cacaoteros (Fedecacao) que ese año lanzó una convocatoria para elegir a la mujer cacaocultora colombiana.

A esta nos presentamos más de 600 mujeres productoras de cacao de todo el país y después de un proceso bastante extenso; fueron seis meses con distintas rondas en las que se medían conocimientos técnicos, manejo del cultivo, comercio, conocimiento gremial, entre otros temas. En agosto de ese año fui elegida para representar la imagen de María del Campo.

R.N.A.: ¿Había objetivos iniciales para el personaje, qué tenía que hacer por Fedecacao?

L.J.: Hay que admitir que María del Campo se toma también un poco desde ese referente que es Juan Valdés en el café, donde un ícono ya posicionado a nivel mundial inspira a la Federación para dar la identidad de rostro a la cacaocultura colombiana.

Al comienzo, la imagen de María del Campo era muy promocional, muy de marca del cacao colombiano y muy desde la publicidad y el marketing. Con el paso de los años ha ido tomando otros enfoques, se ha desarrollado en otros sentidos y, bueno,  más allá de ser la imagen promocional que sigue siendo, ha tomado otras características.

R.N.A.: Juan Valdés no habla, es un ícono. ¿María del Campo sí habla?

L.J.: Juan Valdez se concibió como un personaje publicitario, como un ícono, como una marca, por eso no ha sido un personaje que interactúe en los eventos públicos. María del Campo, nace un poco como esa idea, pero un suceso particular marcó la diferencia: en el Congreso Nacional Cacaotero, en noviembre del 2016, el presidente ejecutivo de la Federación toma el micrófono y dice: “María del Campo queremos escuchar sus primeras palabras”.

Es muy anecdótico porque me habían dicho todo el tiempo que no iba a intervenir en ese evento. Ni siquiera estaba previsto que hablara en el momento del lanzamiento y tampoco dentro del congreso gremial.

Así las cosas, ella hace su primera intervención y sus primeros saludos. Creo que lo hizo de una manera tan acertada que, en adelante, ha seguido interactuando y cada vez en espacios más relevantes, llevando muchos de los mensajes de la evolución y de la transformación que requiere la cacaocultura, de la inspiración de las mujeres productoras, de la influencia sobre los jóvenes y las jovencitas. El hecho de que tenga amplio conocimiento sobre el cultivo y del entorno del cacao, hace que las familias se sientan representadas e identificadas; eso hace que su voz vaya teniendo cada vez más relevancia.

R.N.A.: Los objetivos iniciales cambiaron. ¿Cuáles son los de hoy del personaje?

L.J.: Uno de los principales es promocionar el cacao colombiano en el escenario nacional e internacional. Como país tenemos un consumo de cacao en productos de chocolatería que está alrededor de un (1) kilo per cápita. Hay países en Europa que llegan a los 12 kilos. Entonces, si miramos estas cifras, nos falta mucho para incrementar el consumo de chocolates, especialmente de chocolate fino, de sabor y aroma, la gran característica que tiene nuestro cacao.

El segundo tiene que ver con contribuir a la evolución de la cacaocultura. Tenemos muchos retos desde la competitividad, incrementar la productividad, mejorar la calidad, tecnificar los cultivos, buscar, sembrar y renovar con clones finos de sabor y aroma registrados como materiales colombianos para posicionarlos en el mercado internacional. Todo eso es lo que María del Campo lleva como mensaje.

Ahora, y especialmente en los últimos años, María del Campo es una abanderada de los temas relacionados con la promoción de la equidad de género, la igualdad de oportunidades y la inclusión social. No hay una cacaocultura que pueda ser sostenible si estos factores sociales no se intervienen, incluyendo el tema ambiental.

También promueve los modelos de negocio sostenibles y rentables. Hay un trabajo enorme todavía por hacer. Si hablamos de mujeres y de juventudes rurales, el trabajo es aún mucho más grande. Creo que María del Campo lo entiende y lo ha visualizado a futuro. El cómo contribuir para que muchas de las cosas que hay que cerrar en brechas de desigualdad y el de impulsar las oportunidades que existen en el campo colombiano.

R.N.A.: ¿Cuáles son los obstáculos que ha tenido que enfrentar el personaje?

L.S.: Al comienzo se asimiló como una ‘reina de belleza’. Y muchas veces tuve que explicar que María del Campo no es una reina. Otra gente decía, ¿y usted cuándo entrega? Y no sabía ni qué iba a entregar porque no tengo corona. Ese fue el primer obstáculo, ese estereotipo de que, al haber sido elegida en medio de una convocatoria y un concurso, entonces era una reina y tenía que entregar al año la corona.

El segundo es que hay temas que son difíciles de plantear y a veces no se tocan. Estamos en un sector agrícola donde la mayor parte del tiempo ha sido liderado y sigue siendo muy liderado por los hombres. Entonces escuchar a una mujer que no solamente está ahí como imagen, como figura de publicidad y de marketing, sino que empieza a interactuar, que empieza a cuestionar, que empieza a plantear cosas, que sin duda alguna empezaba a incidir, es un desafío interesante.

Hay quienes aún no entienden cuál es el rol de María del Campo, no entienden realmente quién es ella, qué es lo que hace y para dónde va con ese personaje Porque ha tomado unas dimensiones que, sin duda alguna, nos han puesto a pensar qué viene para la cacaocultura desde ese personaje. Hoy está trascendiendo fronteras y ya está llevando un mensaje fuera de Colombia.

R.N.A.: La agricultura fue inventada por las mujeres. La cacería, la ganadería y la cría de animales, el hombre. ¿La cacaocultura es o había sido un cultivo de hombres?

L.J.: El cacao es un cultivo familiar y como tal la mujer siempre ha tenido participación. Si se miran las etapas productivas, el cultivo siempre asociado con los hombres porque era de fuerza, mano de obra, capacidad para podar, para llevar una bomba de espalda, usar una guadaña, etcétera. Las labores de cosecha y poscosecha fueron mucho más relacionadas con las mujeres, porque son de más cuidado, requieren de más método, más detenimiento; hay que tomar muestras, hacer revisiones y fijar horarios, entre otras.

La mujer está muy bien en esos roles, pero ¿qué pasa? No es que no haya estado, siempre ha estado, y nos encontramos mujeres con guadaña, con motosierra, con tijeras podadoras, con bomba de espalda, metidas en los cultivos y haciendo labores que son de hombres. Al cacao le pasó que tuvo muchísima incidencia e impacto negativo del conflicto armado. Muchos de los predios quedaron abandonados o se quedaron sólo con las mujeres porque por las circunstancias del conflicto los hombres simplemente no estaban. Entonces, ¿qué hicieron las mujeres? Sacar adelante los cultivos, apropiarse y liderar sus unidades productivas y sacar adelante sus familias. El cacao es entonces un cultivo que ha sido familiar, pero que los últimos siete años se ha visibilizado el aporte, el rol y la contribución de las mujeres cacaocultoras.

R.N.A.: Allá quería ir. ¿Cómo está el tema de género dentro del cultivo del cacao en Colombia?

L.J.: Si hablamos de equidad de género y de enfoque de género apenas estamos entendiendo qué significa eso.

¿Qué es lo que le ha faltado entonces? El enfoque, el énfasis en género, el entender de las necesidades de las mujeres, que la participación no es solamente con su capacidad en mano de obra, sino su participación económica, en la toma de decisiones y en incidir, incluso, en los territorios para hacer una cacaocultura mucho más desarrollada y sostenible.

Creo que eso apenas estamos logrando desarrollarlo ahora que hemos empezado a trabajar desde la Federación y con el apoyo de la cooperación internacional en temas que promueven el empoderamiento, la equidad de género, la autonomía económica, la igualdad de oportunidades y la inclusión social.

R.N.A.: ¿El gremio ha tenido que echar mano de la cooperación internacional para seguir adelante?

Por supuesto. Pero no sólo de la cooperación internacional. También del Gobierno Nacional. Hay una frase que decimos con frecuencia en Fedecacao y es que cuando las instituciones se articulan, las familias cacaocultoras son las que ganan. Porque el desarrollo de un subsector como ha venido creciendo y como se ha venido impulsando en Colombia, no sería posible sólo desde la Federación Nacional de Cacaoteros y con los recursos del Fondo Nacional del Cacao. Se requiere muchísimo más. Sin duda alguna, la cooperación internacional ha sido un músculo financiero, técnico, social, de encadenamiento hacia esos mercados, de promover temas importantes desde el punto de vista ambiental, sin los cuales no sería posible tener el desarrollo que tenemos en este momento.

R.N.A.: ¿Cuál es el sueño de María del Campo, dentro de unas metas a corto y mediano plazo?

L.J.: Este año hay una meta muy importante: los enfoques de género, porque para pasar del discurso a la acción necesitamos articulación. Necesitamos incidencia y actores de la cadena comprometidos con el tema. Como meta, definir la política sectorial de equidad de género e igualdad de oportunidades e inclusión social del subsector cacaotero.

Otra, contarle al mundo qué es lo que hace al cacao colombiano sostenible, porqué es que tiene una connotación enorme social, ambiental, económica, de proyección de país en los mercados internacionales. Las metas son grandes, son ambiciosas.

Y hay otro reto enorme que es enamorar a los jóvenes de las políticas del cultivo del cacao y de la cacaocultura. Necesitamos que ellos se queden en el campo. ¿Queremos agricultura sostenible? Necesitamos entonces juventud en el campo.

R.N.A.: Igual que Juan Valdez en la película Todopoderoso, protagonizada por Jim Carrey, para usted, con el el personaje de los cacaoteros colombianos, tuvo una aparición similar en la gran pantalla…

L.J.: La tiene. María del Campo tiene una aparición del estilo Juan Valdés en una película que se llama Itzia, Tango & Cacao que se estrenó en todas las salas de cine el 26 de octubre pasado. Es una película hermosísima, cuya protagonista es la actriz Flora Martínez, quien además la dirige, y ella interpreta a una mujer cacaocultora, y que tiene una discapacidad auditiva. Flora, durante toda la película, interpreta su personaje a través del lenguaje de señas. Además, es una película que hace inclusión a las personas con discapacidad auditiva. Y ahí aparece María del Campo en un escenario bellísimo, que es una feria que se monta en una celebración especial en San Vicente de Chucurí. Se hace todo el montaje y ella baja con un fruto de cacao, precisamente en un momento muy importante de esa feria y hace como esa corta aparición, así como con Juan Valdés.

R.N.A.: ¿Itzia, Tango & Cacao ya se ha visto fuera del país?

L.J.: Sí. Se ha ganado 25 premios internacionales, hasta el último conteo del que supe hace como un mes.