El pasado mes de agosto el veredicto concluyó que el agroinsumo Roundup (marca comercial del glifosato), herbicida más utilizado a nivel mundial, causó el cáncer en la sangre (NHL, por sus siglas en inglés) de un hombre en el estado estadounidense de California y le ordenó a la compañía pagar una indemnización de US$289 mil en el que se conoce como el caso Johnson vs. Monsanto, lo que abre el precedente jurídico para miles de casos muy similares en todo el mundo de fallar a favor de los demandantes.

El veredicto concluyó que Monsanto «actuó con malicia», sabía o debería haber sabido que su producto químico era peligroso y no advirtió a los consumidores sobre los riesgos. La gran productora de agroquímicos apeló el veredicto y ha observado caídas considerables en su cotización en bolsa, lo que se sumó a la debilidad de sus acciones tras la compra de Bayer en el primer trimestre del año. Parte de la defensa de la gran corporación argumenta que los estudios mostrados en su contra no son sino «ciencia basura» que ha permitido a los jueces tomar decisiones contra el uso de glifosato, herbicida a la venta en más de 130 países y utilizado en más de 100 cultivos diferentes.

En este caso específico, el juez se mostró abierto a recibir la evidencia científica, testimonio de expertos y lo exámenes médicos de Johnson, documentación que el juez encontró creíble y concluyente. Sólo en Estados Unidos más de 8.700 cultivadores han interpuesto procesos similares contra Monsanto alegando exposición permanente al glifosato y presentando diferentes tipos de cáncer, con el diferencial de que en cientos de los casos presentados, los demandantes son de avanzada edad, por lo que tienen derecho a juicios en el menor tiempo posible. Adicionalmente, en 2015 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasificó al glifosato como probable cancerígeno humano.

Lo que ha causado mayor revuelo de todas las pruebas presentadas contra Monsanto, son grabaciones internas que se filtraron en las que claramente la compañía admite haber manipulado y corrompido los registros históricos de varias de las investigaciones científicas con respecto a la salubridad del glifosato. De paulatinamente fallar a favor de los demandantes sería un golpe financiero de gran magnitud para la compañía, que desde ya está siendo comparada con los procesos contra la industria tabacalera, lo que resultó en el etiquetado de advertencia de las consecuencias generales del consumo de cigarrillo.

En Colombia, el uso de glifosato se extiende a la mayoría de productos agropecuarios para el control de arvenses, además de la erradicación de cultivos ilícitos, por lo que casos como el descrito anteriormente abren el debate nacional de la pertinencia de su utilización de manera masiva, aun cuando varios de los productores lo utilizan bajo los estándares de buenas prácticas agropecuarias, pues el etiquetado del producto no advierte ningún tipo de riesgo. Sin embargo, los productores son consientes de que es el herbicida más costo-eficiente disponible en el mercado.

Para conocer en detalle la noticia, consulte la web:
https://www.theguardian.com/science/2018/oct/07/monsanto-trial-cancer-appeal-glyphosate-chemical

Para conocer el estudio de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer:
https://monographs.iarc.fr/wp-content/uploads/2018/06/mono112-10.pdf

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Lina Cendales – lcendales@sac.org.co