Revista Nacional de Agricultura
Edición 1028 – Agosto 2022

La industria de los biocombustibles crea empleo, estimula el crecimiento económico y reduce el presupuesto nacional en costos ambientales y de salud.

A fuerza de las circunstancias –de un lado, es imperativo reducir las emisiones contaminantes, y de otro, más pronto que tarde se acabarán las reservas de hidrocarburos en el mundo–, las fuentes alternativas de energía renovable están ganando espacio, y entre ellas, los biocombustibles aparecen ofreciendo grandes ventajas de tipo ambiental, económico y social En Colombia, esa transición energética muestra interesantes  avances con el biodiésel y el bioetanol, así como con esfuerzos en energías solar y eólica.

Sobre biocombustibles hablamos con Jorge Bendeck Olivell, presidente de Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, Fedebiocombustibles, organización que quiere participar en el diseño de la nueva política pública sobre energías renovables, componente agricultura. Igualmente, consultamos a Asocaña y Fedepalma, por sus papeles protagónicos en este asunto.

Revista Nacional de Agricultura: Gustavo Petro ha planteado la urgencia de una transición energética para que el país reduzca su dependencia del petróleo. ¿Cuál es la opinión de Fedebiocombustibles al respecto?

Jorge Bendeck Olivella: La lucha contra el calentamiento global debe ser transversal, en términos de política pública. Diversificar la matriz energética nunca fue más importante, por lo que todos debemos vincularnos a la agenda climática. Precisamente, los biocombustibles son actores clave en este proceso de transición hacia un futuro totalmente renovable, el cual no se puede hacer de la noche a la mañana. Por ser renovables y poder ser producidos localmente, los biocombustibles permiten disminuir la dependencia del petróleo, con la consecuente mejora de la seguridad energética del país.

La participación de los biocombustibles en el proceso de la transición energética se relaciona con el Plan Energético Nacional 2020-2050, que incluye al sector en el escenario de modernización, así como con el Plan de Acción Indicativo del Programa de Uso Racional de Energía (PAI-Proure) 2021-2030, que define la hoja de ruta para el uso de biocombustibles en el sector transporte.

R.N.A.: ¿Qué tanto pueden aportar a esa transición el biodiésel y el etanol?

E.B.O.: Según la firma de consultoría Cerrito Capital, los biocombustibles representan la alternativa de más rápida implementación y más costo-eficiente que tiene el país para migrar hacia nuevas formas de energía y cumplir así con su compromiso medioambiental de reducir en 51% la emisión de los gases de efecto invernadero para el 2030, un paso para llegar a la carbono-neutralidad en el 2050. Según dicho estudio, los atributos de celeridad y oportunidad hacen que los biocombustibles sean la opción prioritaria para acelerar la reducción de emisiones, al tiempo que indica que una política para el sector transporte que sea efectiva en reducir emisiones de material particulado y CO2, debe incluir una canasta de opciones que aproveche las más costo-eficientes y más viables en términos de penetración de las tecnologías y de facilidad de implementación: los biocombustibles.

R.N.A.: ¿Cómo se ha venido comportando la producción de biodiésel y etanol en Colombia?

E.B.O.: Las cifras del 2021 con respecto al biodiésel fueron mejores en 24% respecto al 2020, y 15% superiores respecto al 2018, su mejor año histórico, cuando la demanda llegó a las 634 mil toneladas. Ese aumento en la demanda obedeció al crecimiento del consumo de diésel en el país en el 2021 (16% con respecto al 2020), así como al aumento de mezcla de 12%, que se presentó entre abril y agosto, y al consumo de 5% en el sector minero. Por su parte, el consumo de bioetanol llegó a 380 millones de litros. Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, IEA (por sus siglas en inglés), indican que la demanda mundial de biocombustibles crecerá 28% en 2021-2026, lo que equivale a 41.000 millones de litros. 

Para junio del presente año, la demanda de B100 (biodiésel sin mezcla) fue de 54 kilotones, y las reducciones proyectadas, de 2.1 de millones de toneladas de CO2 equivalente. En el primer semestre del 2022, la demanda de diésel BX (el destinado a vehículos o a los consumidores directos) ha crecido 10.7% si se compara con el mismo periodo del 2019.

R.N.A.: ¿Qué impide que Colombia utilice más biocombustibles?

E.B.O.: Aunque en el 2020, el Ministerio de Minas y Energía emitió la Resolución 40178, que dio vía libre a los pilotos de mezclas superiores para el sector transporte que usa biodiésel, es fundamental que esta cartera y las de Ambiente y Agricultura, den el siguiente paso en la regulación de esas mezclas. Los pilotos han demostrado que el B20 no solo no afecta la operación de los vehículos, sino que mejora su desempeño, por lo que es fundamental que se permita usar este tipo de mezclas a quien quiera hacerlo, sin ningún inconveniente regulatorio.

También estamos a la expectativa de que se consolide la mezcla de bioetanol en gasolina, que en la actualidad está en 4%, con la idea de que llegue a 10% en febrero del 2023, y que se eliminen mencionados elementos regulatorios y el precio techo que tiene este biocombustible.

Entonces, las mezclas mandatorias pueden llegar sin ningún inconveniente a 10%; incluso, el país ha tenido más de diez meses con mezclas de 12% de biodiésel en diésel y no se le ha causado ningún inconveniente al parque automotor. Mezclas superiores a estas se pueden desarrollar en el marco de las mezclas voluntarias. Para promover el uso voluntario de mezclas superiores de biodiésel hemos creado el Club de Biotanqueo, al cual ya se han unido la Asociación de Volqueteros Unidos de Antioquia, la Asociación de Volqueteros de Bogotá y Cundinamarca, y Coordinadora Mercantil, los cuales usan mezclas de 20% de biodiésel, denominadas B20, con lo cual se han dejado de emitir a la atmósfera más de 800 toneladas de CO2. En el caso del bioetanol, esperamos poder llegar a recuperar el mandato de mezclas de 10%, pero para ello es fundamental que la regulación de precios haga viable la oferta.

R.N.A.: ¿Son rentables los precios del etanol y del biodiésel? ¿Qué determina los precios de estos productos?

E.B.O.: Por tratarse de un producto estratégico, el gobierno nacional mantiene un régimen de libertad regulada sobre los precios de toda la cadena de distribución de los combustibles. Normalmente, el primer día de cada mes el gobierno, a través del Ministerio de Minas y Energía, con el concurso del Ministerio de Hacienda, fija el precio de los biocombustibles (alcohol carburante y biodiésel), que regirá durante dicho mes.

Las fórmulas están compuestas de un costo de oportunidad de la materia prima para su producción y el valor de transformación de la misma en biodiésel o bioetanol. Sin embargo y como ya lo dijimos, el bioetanol tiene un precio techo que distorsiona las condiciones de mercado, por lo que es fundamental que este se elimine.

R.N.A.: Y de la yuca, ¿qué, como fuente de alcohol carburante?

E.B.O.: Las fuentes de biocombustibles son múltiples, en el caso de la yuca, esta ofrece unas características que la hacen ver como una alternativa rentable en aquellas zonas, que por condiciones ambientales o de suelos, no son aptas para el cultivo de caña de azúcar.

R.N.A.: ¿La legislación actual es suficiente para estimular la industria de los biocombustibles?

E.B.O.: El gobierno debe brindar incentivos a quienes voluntariamente decidan tanquear su vehículo con más de la mezcla reglamentaria. Un ejemplo sería eximir de “pico y placa” a quienes usen biodiésel o bioetanol superior a 20%. 

De igual manera, además de expedir la reglamentación del mercado maduro, es necesario establecer una hoja de ruta para las mezclas obligatorias. Para lograrlo, se requiere avanzar en la implementación de una política pública de sostenibilidad, con la que el gobierno se ha comprometido, por una parte, complementando la normativa actual para estructurar un mercado maduro con un modelo regulatorio similar al de los demás energéticos, estableciendo un sistema de información para toda la cadena, y otro de contratación en firme, la estructuración de los inventarios y la emisión oportuna de las resoluciones de precio. Con estos instrumentos regulatorios, los ministerios contarían con los mecanismos que le permitan al regulador gestionar el mercado.

R.N.A.: ¿Ve inversiones de capital nacional y extranjero en la industria de los biocombustibles en el mediano plazo?

E.B.O.: Existe temor por parte de los inversionistas a cambios inesperados en la normatividad colombiana. Si bien existe la posibilidad de convenir con el Estado la estabilidad jurídica para los contratos, no siempre la aplicación de la norma se ajusta a patrones comunes. Regulaciones permanentes, harán posible la llegada de inversionistas, tal como ocurre con los hidrocarburos y la minería, que gozan de normas estables y precisas.

Bioetanol: solución para descarbonizar la movilidad

Claudia Calero, presidenta de Asocaña, se refiere al papel que este combustible puede desempeñar en la transición energética del país, y a la situación de esta industria. 

P.: ¿Cómo calificaría la experiencia de la industria de la caña en la producción de alcohol carburante o bioetanol?

Ha sido buena porque representa un factor de estabilidad para la agroindustria, en la medida en que este derivado de la caña se puede transar en un mercado distinto al del azúcar, con lo cual logra un portafolio diversificado.

P.: ¿Cuántas plantas productoras de alcohol carburante tiene Colombia, a cuánto asciende su producción y cuál es su capacidad instalada?

Hay siete, seis de las cuales están en el Valle, Cauca y Risaralda, y una en el Meta. Suman una capacidad instalada de 2.150.000 litros por día, con la que se pueden producir más de 600 millones de litros anuales.

P.: ¿Qué hay en materia de planes de expansión?

Para la agroindustria es muy importante avanzar hacia una expansión, pero debemos contar con reglas claras que le den firmeza y seguridad al programa de alcohol carburante: claridad en materia de precios, volúmenes, garantías y contratos. Prevemos que estos son temas que se pueden trabajar con el nuevo gobierno.

P.: Del total de la caña que se produce en Colombia, ¿cuánto se destina al bioetanol?

R.: Cerca de 85% de la caña que se muele en Colombia se utiliza para hacer azúcar y alcohol carburante, como parte de un proceso dual y sucesivo. De esta manera, los beneficios de esta producción se transmiten a la cadena productiva. En términos equivalentes, aproximadamente 20% de la caña se destina a la producción de alcohol.

P.: ¿Cuáles son las metas de la industria del bioetanol?

R.: La meta es incrementar los porcentajes de mezcla y consolidarse como una solución para descarbonizar la movilidad. El bioetanol es un producto que no se ha aprovechado cabalmente para el proceso de transición energética del país.

P.: ¿Qué tanto compiten entre sí, en precios, el azúcar y el bioetanol?

R.: El mercado internacional del azúcar es muy distorsionado por las políticas azucareras internas de los países. Colombia tiene importantes excedentes de azúcar que se destinan a ese mercado, donde el precio es bajo por las distorsiones mencionadas. Cuando se estableció el programa de alcohol carburante en el país, se hizo la sustitución del azúcar que iba a esos mercados de bajo precio, por lo que se constituyó en una buena alternativa para los productores colombianos, sin afectar los precios internos del azúcar, ni la disponibilidad de esta.

P.: ¿Qué necesita la industria para que el bioetanol se consolide como una fuente sostenible de energía alternativa?

R.: Que se reconozca que los beneficios ambientales que ofrece el alcohol carburante son perfectamente compatibles con el proceso de transición energética que vive el país. La clave está en la huella de carbono, que es 76% menor a la de la gasolina fósil. Esto lleva a que la huella de carbono de un vehículo movido con etanol sea equivalente a la de un eléctrico; pero, además, un vehículo movido con etanol es una alternativa económica mucho más asequible a la realidad de los hogares colombianos. Además, esta industria crea empleo rural formal y permanente, el cual es fundamental para la consolidación de la paz en el país.

Biodiésel de palma: la mejor opción para la transición energética

Nicolás Pérez Marulanda, presidente ejecutivo de Fedepalma, dice que el año pasado, la industria de la palma destinó 32% del aceite obtenido a la producción de biodiésel. 

P.: ¿Cómo calificaría la experiencia de la industria de la palma en la producción de biodiésel?

R.: Como muy exitosa, con impactos positivos para el sector y para el país. El uso de biodiésel de palma ha sido una alternativa de desarrollo productivo para el sector, así como para el desarrollo de la cadena de valor del aceite, la obtención de ingresos adicionales, y la duplicación de las ventas de aceite de palma en el mercado local.

Su producción comenzó en el 2008, con una mezcla al 5% y fue avanzando de forma progresiva en las diferentes regiones del país, hasta alcanzar la mezcla B10, gracias a la oferta del producto y buen desempeño en los vehículos en todo el territorio nacional. Desde el 2014, se ha utilizado la mezcla B10 en todo el parque automotor.

En materia ambiental, la reducción de gases de efecto invernadero del biodiésel de palma colombiano es de 83-108%, en comparación con el combustible fósil. A manera de ejemplo, los estándares de captura para biocombustibles en Estados Unidos y Europa, están entre 20% y 35 %, respectivamente

Adicionalmente, este biodiésel es libre de azufre y de mezclas aromáticas, lo que permite reducir dichos contenidos en la mezcla con diésel fósil (ACPM). Ambos componentes tienen un alto impacto en el medio ambiente y la salud, principalmente causando enfermedades respiratorias. Se estima que la adición de 10% de biodiésel de palma al diésel fósil de 50 ppm de azufre reduce las muertes por enfermedades pulmonares en Colombia y representaría menores costos de salud en el periodo 2008-2025, unos US$885 millones.

P.: ¿Cuántas plantas productoras de biodiésel hay en Colombia, cuánto producen  y cuál es su capacidad instalada?

R.: Según Fedebiocombustibles en el país hay en operación siete plantas de producción de biodiésel de palma, con una capacidad instalada de 758 mil toneladas al año.

P.: ¿Qué hay en materia de planes de expansión?

R.: El sector de la palma de aceite está enfocado en el incremento de la productividad por hectárea. La meta es llegar a 5 toneladas de aceite por hectárea. Con la producción actual el sector puede atender el mercado de biodiésel y de biocombustibles avanzados, como el SAF (siglas en inglés de combustible sostenible de aviación) y el diésel renovable, los cuales pueden ser producidos a partir de aceite de palma o de la biomasa residual del proceso de extracción, sin afectar el abastecimiento para el mercado de alimentos. Según varios expertos, el biodiésel de palma es la opción más costo-eficiente en el proceso de transición energética del país.

P.: Del volumen total de aceite de palma que se produce en Colombia, ¿cuánto se destina al biodiésel?

R.: En el 2021, se destinó 32%.

P.: ¿Qué necesita la industria para que el biodiésel se consolide como una fuente sostenible de energía alternativa?

R.: Fedepalma, en conjunto con Fedebiocombustibles, a partir del estudio realizado por Cerrito Capital, encontró que para garantizar la producción y uso sostenible de biodiésel de palma se requiere un modelo regulatorio equilibrado y con mecanismos de gestión propios que pueda, por sí mismo, superar las coyunturas y proyectarse a futuro. Este modelo incluye, como mínimo: un sistema de información del sector; contratos firmes y un modelo de gestión; señales de precio adecuadas para el mercado de los biocombustibles, y control de asimetrías del mercado actual.