Revista Nacional de Agricultura
Edición 1028 – Agosto 2022

El primer Presidente de la izquierda en Colombia, prometió gobernar con apego a la Constitución y las leyes. Esta es la segunda oportunidad para los colombianos, dijo.

En un acto de posesión sin antecedentes en la historia nacional, por lo multitudinario y por los símbolos que estuvieron presentes –la espada de Bolívar, en primer término–, Gustavo Petro Urrego juró como presidente de los colombianos el pasado 7 de agosto, anunciando que comenzaba “la Colombia de lo posible”. 

Su discurso sorprendió a muchos, que esperaban a un Petro todavía con talante de candidato, pero resultó un Petro ya consciente de su investidura y responsabilidades frente al país. Por eso, sus palabras fueron bien recibidas, en términos generales, por la sociedad.

A continuación, reproducimos apartes trascendentales de dicha intervención, que terminó con el decálogo que el presidente prometió cumplir. 

Hoy comienza nuestra segunda oportunidad. Quiero decirles a los colombianos que hoy comienza nuestra segunda oportunidad. Es la hora del cambio. Nuestro futuro no está escrito. Somos dueños del esfero y del papel y podemos escribirlo juntos, en paz y en unión. Hoy empieza la Colombia de lo posible. Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos o gobernar.

Seguiremos a rajatabla las recomendaciones del Informe de la Comisión de la Verdad.  Que la paz sea posible. Tenemos que terminar de una vez para siempre con décadas de violencia y conflicto armado (…) Cumpliremos el Acuerdo de Paz. Seguiremos a rajatabla las recomendaciones del Informe de la Comisión de la Verdad, que contó hasta la fecha 800 mil muertos. Trabajaremos para llevar paz a cada rincón de Colombia (…) Pero convocamos también a los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado, a aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz.

Es hora de una nueva convención internacional para mirar el problema de las drogas.  La paz es posible si se cambia, por ejemplo, la política contra las drogas, vista como una guerra llamada la “guerra contra las drogas”, por una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas. Es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado rotundamente, que ha dejado un millón de latinoamericanos asesinados –la mayoría colombianos– durante estos últimos cuarenta años, y que deja 70 mil norteamericanos muertos por sobredosis de drogas que no se producen en América Latina. La guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los estados.

No seamos cómplices de la desigualdad social. Somos una de las sociedades más desiguales en todo el planeta Tierra, aberración con la que no podemos continuar si queremos vivir en paz.  No miremos para otro lado, no seamos cómplices. Con voluntad, política de redistribución y un programa de justicia, vamos a hacer una Colombia más igualitaria y con más oportunidades para todos.

Debemos ser capaces de crear riqueza para todos. La igualdad es posible si somos capaces de crear riqueza para todos, y si somos capaces de distribuirla más justamente. Por eso proponemos una economía basada en la producción, el trabajo y el conocimiento. Por eso proponemos una reforma tributaria que genere justicia. Llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más ganan para abrirles las puertas de la educación a toda la niñez y juventud, no debe ser mirado como un castigo ni como un sacrificio: es el pago solidario que alguien afortunado hace a una sociedad que le permite y le garantiza la fortuna (…) La solidaridad está en el impuesto que pagan quienes pueden pagarlo y en el gasto del Estado, que va a quien lo necesita. El gasto del Estado no es para las mafias políticas.

Por eso hemos planteado una reforma tributaria, una reforma de la salud y de las pensiones, una reforma del contrato laboral, una reforma de la educación. Por eso hemos priorizado en el presupuesto, la infraestructura de la educación, de la salud, del agua potable, de los distritos de riego y de los caminos vecinales.

Los impuestos no serán confiscatorios. Simplemente, serán justos, en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos; en un Estado que debe proteger la transparencia del gasto en favor de una sociedad que se merece el derecho de vivir en paz.

El mundo hoy aprende la importancia de la soberanía alimentaria. Llegó el momento de ser conscientes de que el hambre avanza por todo el mundo, porque se derrumbó una idea de seguridad alimentaria basada exclusivamente en el comercio internacional. El comercio internacional en sí mismo no es positivo ni negativo, pero si no se maneja con inteligencia y se planifica, puede destruir economías y vidas. El mundo hoy aprende la importancia de la soberanía alimentaria, que es la garantía que toda sociedad debe tener para consumir sus nutrientes indispensables. Colombia es un país que puede y debe contar con soberanía alimentaria para lograr que el hambre sea cero. Una misión del Estado, con todo el sector privado que quiera unirse, debe garantizar la plena alimentación sana de toda la sociedad colombiana y lograr incluso excedentes para la exportación.

El Estado ofrecerá riego, crédito, tecnología, semillas mejoradas. En la tierra donde el ser humano descubrió el maíz, debemos producir de nuevo maíz. El Estado tendrá que brindar riego, crédito, tecnología, semillas mejoradas, protección. El campesinado y la empresa pueden brindar el trabajo y el empeño cotidianos para lograr que nuestros campos vuelvan a producir los alimentos que necesita nuestro pueblo.

Soldados y policías construirán distritos de riego, casas y caminos vecinales. Ejército, sociedad y producción pueden unirse en una nueva ética social indestructible. Los helicópteros, los aviones, las fragatas no solo sirven para bombardear o disparar: también sirven para crear la primera infraestructura de movilidad de la salud preventiva del pueblo colombiano.

Los bienes de SAE serán la base de una nueva economía productiva. Solo si producimos seremos ricos y prósperos como sociedad. La riqueza está en el trabajo y este es cada vez más de la inteligencia. Por eso, a partir de hoy, todos los bienes en extinción de dominio o extinguidos de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, pasarán a ser la base de una nueva economía productiva, administrada por las organizaciones campesinas, por las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y por las asociaciones populares femeninas.

La igualdad de género será posible. No podemos seguir permitiendo que las mujeres tengan menos oportunidades laborales y que ganen menos que los hombres, que tengan que dedicar el tripe o el cuádruple de horas a las tareas del cuidado, que estén menos representadas en nuestras instituciones. Ya es hora de combatir todas esas desigualdades y equilibrar la balanza.

Propongo cambiar deuda externa por recursos para salvar la selva, bosques y humedales. El cambio climático es una realidad. Podemos y tenemos que encontrar un modelo que sea sostenible, económica y ambientalmente (…) Estamos dispuestos a transitar a una economía sin carbón y sin petróleo, pero poco ayudamos a la Humanidad con ello. No somos nosotros los que hacemos los gases de efecto invernadero: son los ricos del mundo. Pero nosotros sí tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases, después de los océanos: la selva amazónica. ¿Vamos a dejar que se destruya esa selva? ¿Dónde están los fondos para salvar la selva amazónica? Los discursos no la salvarán. Entonces, le propongo a la Humanidad cambiar deuda externa por recursos para salvar la selva, bosques y humedales. Podemos hacer de la población que hoy habita la Amazonia una población cuidadora de la selva, pero necesitamos los fondos del mundo.

Latinoamérica: juntos somos más fuertes. Entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes. Si somos poder del conocimiento, si somos poder de la economía, si somos el poder de la vida, si actuamos juntos, la voz de América Latina se escuchará en el concierto de los pueblos del mundo.

Buscaremos mayores alianzas con África y el este asiático. Colombia hará su énfasis internacional en alcanzar los acuerdos más ambiciosos posibles. Buscaremos mayores alianzas con África, de donde provenimos. Buscaremos una alianza de pueblos afro en América. Buscaremos que San Andrés sea un centro de salud, cultural y educativo del Caribe. Buscaremos una alianza con el mundo árabe, en el camino de transitar hacia las nuevas economías descarbonizadas. Buscaremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático, rico y productivo.

Los diez compromisos de Petro

  1. Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva. Como nadie, como nunca. Vamos a cumplir el Acuerdo de Paz y a seguir las recomendaciones del Informe de la Comisión de la Verdad. El “gobierno de la vida” es el “gobierno de la paz”.
  2. Cuidaré de nuestros abuelos, de nuestros niños, de las personas con discapacidad, de las personas a las que la historia o la sociedad han marginado. Haremos una “política de cuidados” para que nadie se quede atrás.
  3. Gobernaré con y para las mujeres de Colombia. Hoy, aquí, empieza un gobierno paritario con un Ministerio de Igualdad. Vamos a trabajar para que el género no determine cuánto ganas ni cómo vives.
  4. Dialogaré con todos, sin excepciones ni exclusiones. Este será un gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar sobre los problemas de Colombia. Vamos a construir un Gran Acuerdo Nacional para fijar la hoja de ruta de la Colombia de los próximos años.
  5. Escucharé a los colombianos como lo he venido haciendo en todos estos años.
  6. Defenderé a los colombianos de las violencias y trabajaré para que las familias se sientan seguras y tranquilas. Lo haremos con una estrategia integral de seguridad. Colombia necesita una estrategia que vaya desde los programas de prevención, desde la redención social, desde acabar con el hambre, hasta la persecución de las estructuras criminales y la modernización de las fuerzas de seguridad.
  7. Lucharé contra la corrupción con mano firme y sin miramientos. Un gobierno de “cero tolerancia”. Vamos a recuperar lo que se robaron, vigilar para que no se vuelva a hacer y transformar el sistema para desincentivar este tipo de prácticas. Desde hoy los cuerpos de inteligencia del Estado no perseguirán la oposición política, ni la prensa libre, ni el Poder Judicial, ni el que piensa ni la que piensa diferente. Hoy, el principal objetivo de los cuerpos de inteligencia del Estado es ubicar y combatir la corrupción.
  8. Protegeré nuestro suelo y subsuelo, nuestros mares y ríos. Y, por eso, no voy a permitir que la avaricia de unos pocos ponga en riesgo nuestra biodiversidad. Vamos a enfrentar la deforestación descontrolada de nuestros bosques e impulsar el desarrollo de las energías limpias y renovables.
  9. Desarrollaré la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. Priorizaremos a la mujer campesina, a la mujer de la economía popular, al microempresario y al pequeño y mediano empresario. Vamos a acompañar y a apoyar a todo aquel que se esfuerce por Colombia.
  10. Cumpliré y haré cumplir nuestra Constitución. La que dice en su Artículo 1: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.