Revista Nacional de Agricultura
Edición 1009 – Noviembre 2020

La ambiciosa iniciativa, que busca una sustancial transformación del cultivador, nace para aprovechar todo el potencial que ofrecen dichas frutas en ese departamento.

Que el cultivador de cítricos pase de ser un productor primario a uno capaz de aprovechar los residuos, como las cáscaras, para obtener concentrados y aceites esenciales con destino a los mercados nacional y global, y con ello mejorar el impacto ambiental.

Este es el reto detrás de una joven y ambiciosa idea paisa: la iniciativa Clúster Cítricos, que comenzó a desarrollarse el año pasado, bajo liderazgo de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia y la orientación de la Asociación de Citricultores de Colombia, Citricauca. Este clúster, viene a sumarse al del Café, al Lácteo y al del Turismo, también promovidos por dicha Cámara.

El Clúster Cítricos es una articulación de actores públicos y privados, entre los cuales aparecen, aparte de las dos organizaciones mencionadas, la Gobernación de Antioquia (a través de la Secretaría de la Agricultura y la Dirección de Comercialización y Agroindustria), la Alcaldía de Medellín, Proantioquia, el Ministerio de Agricultura, el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, Upra, las universidades de Antioquia, Nacional y Corporación Lasallista, Comfama, Comfenalco, Colanta y productores y transformadores de cítricos.

El Clúster Cítricos, que deberá estar consolidado en los próximos dos o tres años, ya reúne a treinta y tres productores, entre medianos, grandes y pequeños, cobijados bajo Citricauca, pero está abierto a otras asociaciones y productores individuales, los cuales tienen acceso a las distintas actividades de capacitación, formación y acompañamiento que programamos, dice su presidente ejecutivo, Carlos Humberto Ibarbo Monsalve.

La iniciativa, que nace para aprovechar el potencial que ofrece Antioquia en este campo, tiene entre sus propósitos misionales, contribuir a la mejora de los niveles de productividad y competitividad, y a la mayor agregación de valor en la cadena citrícola, así como a representar los intereses de los productores citrícolas, ante los organismos oficiales, la academia, el sector agroindustrial y la cadena de comercialización.

Según el Anuario Estadístico de la Gobernación de Antioquia, para el 2018 (última actualización), el departamento contaba con 7.842 hectáreas en cítricos, de las cuales 6.541 están en producción. Ese año se produjeron 150.572 toneladas, para un rendimiento por hectárea de 23.017 toneladas. 

Entre las líneas de acción definidas para el 2020-2022, se mencionan: el fortalecimiento gremial y empresarial, la productividad y calidad de la fruta, la innovación y desarrollo de nuevos productos, el desarrollo de mercados y canales de comercialización, y el fortalecimiento del talento humano.

Según Ibarbo Monsalve, los treinta y tres productores que hoy hacen parte de esta iniciativa, se encuentran en el cinturón citrícola del departamento, que lo componen veinte municipios de la Región del Suroeste: Fredonia, Valparaíso, Támesis, Venecia, Santa Bárbara, Tarso, Betulia, Uramita, Ciudad Bolívar, La Pintada, Montebello, Dabeiba, Concordia, Valdivia, Santo Domingo, Puerto Triunfo, Salgar, Yolombó, Cocorná y El Carmen de Viboral.

Al ampliar lo de la conversión del agricultor en un transformador, manifiesta que ese también debería ser el reto del sector agrícola en general porque buena parte del rezago de Colombia se debe a que somos un país de producción primaria, la cual está sujeta a la fluctuación de los precios.

Como negociar en fresco es riesgoso y ofrece bajos márgenes de utilidad para el productor, el camino es la transformación, que, en el caso de los cítricos, tiene que ver con los jugos, los concentrados de fruta, los aceites esenciales (materia prima de las industrias farmacéutica, cosmetológica y de pinturas), el ácido cítrico, la vitamina C, la fibra dietaria para el consumo humano a partir de la cáscara y el bagazo, los concentrados para animales, componentes para plaguicidas y la producción de abonos, entre otros subproductos. Detrás de todo esto está la economía circular, el cero residuos, que es lo que estamos visibilizando desde la Iniciativa”.

En Antioquia son varias las empresas que le están agregando valor a los cítricos, mediante la obtención de jugos naturales, concentrado para animales, aceites esenciales y otros productos. Entra ellas, aparecen: Cítricos Túnez (jugos naturales y concentrado animal), Peña Bonita (jugos naturales, concentrado animal, bioles, vinos), La Clarita (jugos naturales), Rancho Tangelo (jugos naturales).

También se destaca una alianza entre la empresa Agrícolas Unidas y la Cooperativa Lechera de Antioquia, Colanta, para la entrega de la cáscara, que después de pasar por un extrusor y ser enriquecida con algunos minerales requeridos en la alimentación animal, es entregada a esta última para su comercialización, con el nombre de “naransilo”.

Pero hay algo grande que está por venir. Según Ibarbo Monsalve, se le están dando los últimos toques a un ambicioso proyecto liderado por la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia y acompañado por el sector citrícola agremiado y no agremiado: el montaje de una planta agroindustrial en el Agroparque del Suroeste (provincia de Cartama), donde se transformará aquella fruta que por no ser de primera calidad es más difícil de comercializar, lo que será de mucha ayuda para los cultivadores. En la actualidad, se adelantan las gestiones encaminadas a la consecución de los recursos necesarios para hacer los estudios técnicos y financieros de esta obra, que tiene un horizonte de tres años para ser entregada, y cuyo costo se estima en $22.000 millones.

Esta planta va a producir jugos, concentrado para alimentación animal, fibra dietaria para consumo humano, aceites esenciales, bioles o fertilizantes y gas para el autoconsumo de la misma, todo bajo el concepto de economía circular, y algo muy importante, proveerá al departamento de Antioquia de jugos para los programas de alimentación escolar (PAE)”, dice.

Igualmente, se construirá en el municipio de Santa Bárbara una planta piloto de baja escala para la obtención de aceites esenciales, gracias a la gestión que hiciera en el 2018 Citricauca ante representantes de la Organización Internacional Ítalo-Latinoamericana, IILA, que estuvieron de visita en el departamento. En esta planta, expertos italianos enseñarán a citricultores a obtener dichos subproductos, para en un segundo paso y a partir de la experiencia adquirida, montar unas instalaciones de tipo industrial, proyecto que será presentado a organismos internacionales que podrían estar interesados en su financiación y acompañamiento, tal como lo quiere la Alcaldía de Medellín.

Otro esfuerzo en el que está empeñado el Clúster Cítricos, es materializar los acercamientos que ha tenido con empresas españolas para desarrollar alternativas de sistemas de riego, en vista de que el agua es una de las principales necesidades del sector citrícola antioqueño, especialmente entre los medianos y pequeños productores.

En materia de exportaciones, asegura Inarbo Monsalve, lo que se está haciendo es acercar y acompañar tanto a productores como a comercializadores y empresarios en la tarea de identificar mercados estratégicos en otros países para exportar su fruta. En este sentido, ya se han llevado a cabo ruedas de negocios con empresarios internacionales, y se han formado productores en asuntos de exportación, a través de un curso que dictó la Cámara de Comercio de Medellín. “Además, de la mano de la Gobernación de Antioquia y el Ministerio de Agricultura, se hará el acompañamiento a pequeños y medianos productores para que puedan cumplir las normas requeridas por algunos mercados externos, como el GlobalGap. Y recientemente, con Procolombia, se está configurando un acompañamiento a productores del sector citrícola para facilitarles la materialización de sus esfuerzos orientados a exportar”, agrega.

Finalmente, Carlos Humberto Ibarbo, al referirse a las dificultades que tuvo la construcción del Clúster Cítricos, manifestó que en realidad el trabajo no ha terminado, sino que más bien apenas comienza. “Lo más difícil es la asociatividad, en lo cual el sector agrícola colombiano es muy débil, pues tenemos la idea de que  como empresarios nos va mejor solos. Pero además, es un sector muy relegado, con una amplia brecha de desarrollo, sin carreteras y con problemas serios de conectividad, de abastecimiento de agua, de salud y de escolaridad. Por eso, cuando uno le dice a la gente que nos asociemos, no muchos aceptan, entre otras razones, porque lo que quieren son soluciones inmediatas, cuando la asociatividad da frutos a mediano y largo plazos, aunque hay proyectos de corto plazo”.