Revista Nacional de Agricultura
Edición 1009 – Noviembre 2020

Llega diciembre y con él, en un año tan atípico como el que ha vivido el mundo, se empiezan a escuchar diferentes propuestas frente a lo que debería venir para Colombia en el 2021 en diferentes áreas, especialmente en la económica.

Nuestro país debe pensarse en torno a la reactivación económica. Es el reto más grande que tenemos: conservar los puestos de trabajo que hoy existen, generar más empleo y acabar con los vergonzosos índices de informalidad laboral de 47% para el promedio nacional, y de 86% en el campo.

Pese a que desde diferentes sectores han surgido propuestas para llevar al país por la senda de la reactivación, bien vale la pena aclarar que si bien es oportuno proponer, es más clave aterrizar esas propuestas a la realidad que vive Colombia.

A los oídos y al deseo hay propuestas que pueden resultar llamativas: el famoso salario “del millón”, que resulta irreal, por cuanto la inflación causada de noviembre del 2019 a noviembre del 2020 fue de 1.49%; la tasa de desempleo, pese a haber mostrado una recuperación, presentó un valor de 14.7% en octubre del 2020, 4.9 puntos porcentuales por encima de la tasa en octubre del 2019 (9.8%); la tasa de informalidad, en el total nacional, presentó un indicador de 59.2% en el trimestre móvil julio-septiembre del 2020; la Productividad Total Factorial contribuyó negativamente con -0.6% al valor agregado de la economía en el 2020, y los pronósticos de variación en el PIB para el final del 2020 están, según el Ministerio de Hacienda, alrededor de -6.8%, la peor caída anual del producto en la historia reciente de Colombia.

Qué bueno que los colombianos tengan más platica en el bolsillo para que puedan consumir más, pero hay que plantear una cifra racional y acorde con los parámetros de nuestra economía.

En lugar de hacer propuestas que a todas luces para algunos son deseables, pero que resultan irreales en el contexto económico que vive nuestro país como consecuencia del coronavirus, ¿qué tal si esa energía que se invierte en lanzar propuestas como las del salario mínimo o como la de la reducción de la jornada laboral, la enfocamos en dar una discusión seria respecto a la reforma laboral que por tantos años se ha pedido a gritos en Colombia y que es tan necesaria, como lo comprueban los indicadores de informalidad?

¿Qué tal si de una vez por todas Gobierno, Congreso, gremios de la producción, centrales obreras y sociedad civil enfocamos la energía en diseñar herramientas para generar trabajo digno y con todas las garantías y en igualdad de condiciones para las mujeres y los jóvenes, la población más afectada por el desempleo?

Es ahora, más que nunca, cuando debemos coincidir en el diseño e implementación de soluciones estructurales a los problemas que en materia laboral tiene Colombia, vergonzosos índices de informalidad, pérdida de empleo sin antecedentes en nuestra historia, como consecuencia del covid-19, y en la necesidad imperiosa de crear nuevo empleo.

Es ahora, más que nunca, cuando los esfuerzos de la sociedad se deben volcar a recompensar a quienes con su trabajo arduo nunca han dejado de cumplirle a Colombia. De manera que a las propuestas que nos lleven por la senda de la reactivación económica, sí, siempre y cuando sean propuestas “a la colombiana”.