Revista Nacional de Agricultura
Edición 1017 – Agosto 2021
Uno de los grandes desafíos que enfrenta el campo para apoyar a la humanidad en materias de seguridad alimentaria y nutrición saludable es desarrollar el talento de los productores emprendedores, y alimentarlo con preparación técnica y formación en áreas de negocios, que repercutan directamente en la implementación de mejores prácticas agrícolas.
Una forma de lograrlo es sacándole todo el “jugo” a la innovación y al conocimiento, desde lo agronómico hasta lo digital y financiero, para ver el agro como un negocio integral. Bajo esta lógica, la presidenta de Corteva Agriscience para la Región Mesoandina, Ana Claudia Cerasoli, señaló durante la Semana Pioneer, la jornada de actualización que unió a trece países en simultáneo para cultivar el conocimiento, la necesidad de evolucionar, asumir riesgos, romper nuevas fronteras y, como productores emprendedores, ser agentes de cambio a lo largo de toda la cadena.
“La población seguirá creciendo. Hoy somos 7.750 millones de personas, que técnicamente debemos alimentarnos tres veces cada día. Se espera que al 2050 seamos más de 9.500 millones de personas. Así que la productividad alimentaria solo puede incrementarse a través del uso de tecnología, ciencia e innovación”, dijo Cerasoli.
Pero lo más importante será su adopción, según agregó la ejecutiva, pues la tecnología puede estar ahí; sin embargo, existen resistencia al cambio, prácticas arcaicas y mal manejo agronómico. “Mi llamado a los líderes del sector, agentes de cambio, es a que juntos seamos ejemplo de esa transformación y de los resultados que trae consigo”.
“Nos gusta pensar de forma integral, en cómo ayudar a mejorar el negocio, y ponemos todo lo que está a nuestro alcance para hacer realidad ideas como: tener semillas de alto rendimiento, contar con tecnología avanzada y respaldar a los productores con servicios técnicos que les brinden mejores rendimientos y rentabilidad”, indicó Ana Claudia Cerasoli.
Cómo garantizar el éxito
América Latina es responsable de la producción de 14% de los alimentos de todo el mundo. Pero esa productividad alimentaria solo puede incrementarse a través del uso de tecnología, ciencia e innovación.
El ecosistema de agricultura tecnológica en la región actualmente es liderado por Brasil y Argentina. De acuerdo con un mapeo realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, 51% de los emprendimientos de agricultura tecnológica en América Latina están en Brasil, donde el número de empresas de este tipo se triplicó en el 2019, demostrando el crecimiento explosivo de la industria en dicho país. Por otro lado, Argentina cuenta con 23% del total de este tipo de empresas en la región.
El concepto de agricultura tecnológica es cada vez más accesible, desde avances en biotecnología, agricultura de precisión, modelos de agro fintech, automatización del campo con herramientas que van desde drones, tractores autónomos, cosechadoras robóticas, riego automático y robots de siembra, hasta la propia inteligencia artificial, que permite a los productores tomar decisiones más agiles, más asertivas y más rentables.
“El futuro ya está aquí. La buena noticia es que, en todas estas innovaciones, toda la tecnología está disponible. Claro, hay que invertir recursos, entendimiento y tiempo en ellas, pero –como en todo negocio–, son inversiones de valor que, bien manejadas, traerán resultados. Este es mi sueño: un mejor campo, donde hombres y mujeres, productores emprendedores, rompan nuevas fronteras y hagan la diferencia”, concluyó Cerasoli.
Frase: “Quien puede equilibrar la balanza son los mismos agricultores, que han decidido evolucionar la forma en la que manejan sus cultivos y su propio negocio”.