Revista Nacional de Agricultura
Edición 1031 – Noviembre 2022
Aunque el país tiene, según la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, Upra, 5.3 millones de hectáreas con aptitud alta para el cultivo del caucho, solo dedica a esta actividad, 69 mil. En contraste, Tailandia, primer productor mundial y con la mitad del territorio colombiano, tiene sembradas 3.2 millones de hectáreas; Indonesia, 3.6 millones, y Malasia, con apenas 329.840 kilómetros cuadrados, 1.1 millones. En América, Guatemala, primer productor (después de Brasil y México) y tan grande como el departamento del Amazonas, dedica al cultivo de esta materia prima, más de 100 mil hectáreas.
La razón principal del enorme rezago colombiano en el negocio del caucho natural podría explicarse en la falta de visión de gobiernos y empresariado, que no supieron leer los grandes mensajes que comenzaba a enviar el mercado mundial, desde cuando la obtención de esta materia prima era una actividad extractiva, propia de todos los países amazónicos. Se mencionan, por ejemplo, el descubrimiento de la vulcanización del caucho (Charles Good Year, 1839), que permitió la fabricación de llantas, y el invento de las cámaras de aire o neumáticos para estas (John Boyd Dunlop, 1887), que dispararon la demanda mundial.
Un segundo gran mensaje que también pasó inadvertido, fue el hecho de que el sudeste asiático comenzara a producir caucho cultivado, a partir de semillas que, se dice, fueron llevadas de contrabando a Europa en 1876 por Henry Wickham. A partir de ellas, se hicieron los primeros cultivos en Malasia y Ceilán, hoy, Sri Lanka, el comienzo de una poderosa industria, al punto que el sudeste asiático es en la actualidad el primer productor de caucho en el mundo, en cuya construcción participaron ingleses, franceses, alemanes y estadounidenses.
Tampoco vieron nuestros gobiernos y empresarios la importancia que el caucho (imprescindible en muchas industrias), seguía cobrando, cuando en la Segunda Guerra Mundial, los japoneses dejan a Estados Unidos y a los Aliados sin suministro de esta materia prima, al apoderarse de las zonas caucheras del sudeste asiático. De hecho, desde entonces, la demanda mundial de caucho en presentación TSR (100% látex) y látex centrifugado continúa creciendo y este año el mercado global supera los 14 millones de toneladas anuales.
“Ya situados en los albores de la década de los sesenta, por primera vez, el gobierno nacional impulsa este cultivo a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, Incora, durante la administración de Carlos Lleras Restrepo, pero sin mayor visión comercial. Lo peor fue que al disolverse esta institución, en el 2003, las plantaciones que tenía en distintas partes del país, unas 10 mil hectáreas, fueron parceladas en unidades muy pequeñas, de una a tres hectáreas, que en su mayoría fueron abandonadas porque no resultaban rentables”.
La explicación es de Hernán Guillermo Hernández Peñaloza, presidente de la Promotora de Caucho del Magdalena Medio, Procaucho y presidente de la Sociedad de Agricultores de Santander, quien asegura que lo que subsistió de esa experiencia es parte de lo que hoy se tiene el Meta y Santander.
Cuenta que luego, en el segundo gobierno de Álvaro Uribe, en su intención de fomentar el cultivo del caucho, les puso un arancel de 5% a las importaciones, medida que se tradujo, efectivamente, en un aumento del área sembrada, especialmente en Caquetá, Meta y Santander. Y agrega que el cultivo fue apoyado, igualmente, por el Plan Colombia, que estimuló la creación de nuevas empresas, en distintas partes de la geografía nacional
“Pero después, nos estrellamos con el Acuerdo Comercial con Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras), que entró en vigor en el 2009 y que eliminó la citada protección a las importaciones para los tres países citados, dejando a Colombia expuesta a la triangulación de las importaciones. También debo mencionar que Colombia permitió que dos de las más grandes multinacionales, Goodyear y Michelín, cambiaran su forma de operar en Colombia. Goodyer sigue produciendo llantas, pero con caucho importado del sudeste asiático, y Michelín cambió la producción por la distribución de llantas importadas”, asegura.
Vistos estos antecedentes, le preguntamos a Hernández Peñaloza por el estado actual de la industria del caucho en Colombia, y respondió que se encuentra en un buen momento porque podemos colocar en exterior, principalmente en América del Sur, nuestro caucho TCR y PCR, que son las formas como internacionalmente se maneja el commoditiepara llantas y otros usos. “Colombia debería ser hoy una potencia cauchera, pero por la falta de visión de los gobiernos, no disponemos de una mayor producción para exportar ni para atender las necesidades de la industria nacional, agobiada por las importaciones chinas de los más diversos productos elaborados”, asegura.
Ahora –dice–, estamos viendo que Estados Unidos puede convertirse en una gran oportunidad para Colombia, en vista de que China está acaparando la producción del sudeste asiático. Explica Hernán Hernández que las exportaciones colombianas corresponden, básicamente, a dos empresas grandes: Navalle, del Meta, y Compañía Cauchera Colombiana, de Santander. En total, Colombia puede estar exportando 4.500 toneladas, que no es mucho, “pero el crecimiento que viene es grande por la madurez que están alcanzando algunas plantaciones”
El mercado internacional el gigantesco y está en crecimiento. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha llevado a que busquen tomarse los mercados de suministro. Por ejemplo, China les está prestando dinero a los países del sudeste asiático para el mejoramiento de sus plantaciones, a cambio de que les vendan el caucho, incluso a precios preferenciales.
En cuanto a los precios, el caucho tiene históricamente unos ciclos que no son excesivos, salvo en muy pocas ocasiones: por lo general fluctúan entre US$1.20 y US$2. Hoy, la cotización está en US$1.50 el kilogramo, según la Bolsa de Singapur.
Al referirse a las importaciones, comenta que lo que más compra Colombia son autopartes –que eran producidas aquí cuando teníamos las ensambladoras–, llantas y neumáticos para todo tipo de automotores. En menor grado importamos mangueras, tapetes, impermeables y TCR, porque, aunque lo producimos, es de libre importación; en el caso de Goodyear, ellos importan para atender sus necesidades. Frente a esto, los gobiernos deberían volver fomentar la industrialización del caucho, como ocurre en México y Brasil, especialmente gracias a sus industrias automotrices.
Destaca Hernández Peñaloza que Colombia está bien en cuanto se refriere a rendimientos por hectárea, frente a Malasia, Tailandia y otros grandes productores, pero que es necesario mejorar muchas plantaciones, como las que dejó el Plan Colombia, a las cuales se les prestó asistencia técnica durante apenas dos años. En la actualidad, los malayos más avanzados producen, como nosotros, un poco más de 2 toneladas por hectárea; pero el promedio de los campesinos del sudeste asiático también es de una tonelada por hectáreas.
“Debo de decir que, por ejemplo, la industria del caucho en Indonesia, goza de programas de fomento y tasas de interés muy bajas, mientras que aquí de vez en cuando se sacan incentivos para la agricultura. Pero hay algo excepcional: la positiva modificación al Certificado de Incentivo Forestal (CIF), con desembolsos en solo dos años, que equivalen a 50% del valor de la siembra, el cual llega a $18 millones la hectárea, dependiendo de la calidad del suelo y de si necesita drenaje o no. Los costos en la Orinoquia pueden ser muy altos por la acidez del suelo y porque hay que hacer drenajes, mientras que en los valles del río Carare, del Opón o del Lebrija, en Santander, los costos son menores costos por la fertilidad de las tierras”, asegura.
También destaca que, en Santander y Meta, después de un largo cabildeo, los cultivadores de caucho están disfrutando de los bonos de compensación por captura de CO2. “Nos dieron más de veinte bonos por hectárea/año, lo que es interesante desde el punto de vista monetario”, explica. Para Hernán Hernández es importante que los gobiernos entiendan, además, que esta actividad necesita un mínimo de 10 hectáreas para ser rentable. Resulta una equivocación, entonces, fomentar el minicultivo de 3 hectáreas, como dicen algunos estudios, porque cuando el precio del caucho cae a un dólar, la gente se revienta. “Ahora bien, para los propietarios ausentitas, que necesitan contratar administradores, ingenieros agrónomos y contadores, la superficie mínima ideal serían 50 hectáreas. Para nosotros las mejores figuras son la sociedad anónima y las cooperativas, que reducen los costos de administración, pues el manejo de una finca de 50 hectáreas y una de 400 cuesta casi lo mismo”, asegura.
Finalmente, el presidente de Procaucho dice que ahora está planteado el gran desafío de volver a industrializar el látex, lo cual puede demandar la inversión de unos US$25 millones en importación de maquinaria. Pero en estos momentos hay incertidumbre entre los potenciales inversionistas. Dicho paso nos daría una gran capacidad de maniobra, porque las nuevas investigaciones en materia industrial ven en látex algo muy promisorio, por ser biodegradable, entre otras razones.
La Promotora de Caucho del Magdalena Medio, Procaucho, es una sociedad anónima con más de dos décadas de funcionamiento, que se dedicada a la promoción, el diseño y el desarrollo de proyectos de caucho. También produce material vegetal y presta asistencia técnica y empresarial, y es proveedora de materia prima de la Compañía Cauchera Colombiana, una de las dos grandes exportadoras de caucho.
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Planeta caucho
Según la FAO, en el 2019, la producción mundial de caucho natural ascendió a 14.6 millones de toneladas. Asia participa con 88.4% del total mundial (13 millones de toneladas), seguida de África (996.548), América (687.857) y Oceanía (8.049). Los principales países productores son: Tailandia, 4.8 millones de toneladas, Indonesia (3.4 millones) y Vietnam (1.1 millones). Datos del Informe de Mercado Mundial de Caucho y Cacao. Enero, 2021. Fiduciaria central.