Revista Nacional de Agricultura
Edición 1004 – Junio 2020
Con las enseñanzas del primer semestre, la Federación de Cafeteros se alista para enfrentar la cosecha grande de la segunda parte del año.
En medio de esta gran tragedia económica y social que está significando para Colombia y el mundo la pandemia del covid-19, la Federación Nacional de Cafeteros llega a sus noventa y tres años de existencia y se celebra el Día Nacional del Café (junio 27). Roberto Vélez Vallejo, gerente general de dicha institución, se refiere a estos tres hechos.
Revista Nacional de Agricultura: ¿Cómo se podría resumir en pocas palabras lo que ha significado para el país la existencia de la Federación Nacional de Cafeteros?
Roberto Vélez Vallejo: A lo largo de estos noventa y tres años, el papel que ha desempeñado la Federación en el desarrollo del sector cafetero, del campo colombiano, de la economía nacional y del país como un todo, ha sido fundamental. Cuando el café se convirtió en el único producto de exportación, la caficultura pasó a ser la espina dorsal sobre la cual descansó nuestra economía y el desarrollo social del campo. Hoy, aunque la gente haya descontado el café y la caficultura, porque el país tiene otros rumbos y otros productos, la Federación y la caficultura siguen siendo importantísimas.
R.N.A.: ¿Cómo cree que la Federación y los cultivadores de café van a salir de la grave coyuntura que el covid-19 le está planteando al país?
R.V.V.: La existencia de la Federación nos ha permitido que los acontecimientos por complejos que sean no nos atropellen. ¿A qué me refiero? A que nosotros fuimos el primer gremio que tuvo para sí un protocolo de bioseguridad, gracias a que trabajamos hombro a hombro con los ministerios de Salud y Agricultura y con otras entidades del Estado, en la obtención de lo que es la hoja de ruta para la protección de los habitantes de las zonas cafeteras. Así, aunque las zonas cafeteras han sufrido las vicisitudes de la pandemia, de las 16 mil veredas que las componen, en menos de cien se ha reportado la presencia del coronavirus.
En segundo lugar, hay que decir que las circunstancias mismas del covid-19 han traído para Colombia una situación benéfica en materia de precios, los cuales han rondado el millón de pesos la carga. Gracias a esto, el cafetero hoy tiene una posición privilegiada en un mundo en el que la economía está destruida.
Entonces, básicamente, estamos bastante bien desde el punto de vista de salud y hemos podido adelantar la recolección de una buena cosecha. Yo aspiro a que una vez pase este episodio tan triste que está padeciendo la Humanidad, el sector cafetero salga fortalecido, porque las comunidades han tenido la oportunidad de volver a estar más juntas y participar en la recolección del grano, sin la tradicional presencia de la trashumancia de mano de obra.
R.N.A.: Si bien en esta cosecha de mitaca les fue bien a los caficultores en cuanto a mano de obra se refiere, hay preocupaciones por lo que pueda pasar en la próxima, que es la cosecha grande.
R.V.V.: Eso es cierto. Como le decía, la cosecha de mitaca, que es 40-45% de la producción nacional, se recolectó relativamente sin inconvenientes porque fuimos capaces, primero, de involucrar a las comunidades. En efecto, los municipios cafeteros montaron unas bolsas de empleo diseñadas por nosotros, conjuntamente con los alcaldes y los comités municipales de cafeteros, a donde llegó a inscribirse toda la población que se quedó sin trabajo. El cafetero iba a esas bolsas de empleo, recogía a los inscritos, los llevaba a la finca y por la tarde los devolvía al pueblo, sin que se corriera riesgo de contagio porque eran gentes libres del covid-19. Esta fue una idea muy valiosa, un“gana-gana” para los cafeteros y las comunidades.
Otra cosa para destacar en esta coyuntura es la adopción, en mayor escala, de las nuevas tecnologías que ya existen para los cafeteros. De hecho, la Federación no se había quedado quieta en la búsqueda de tecnologías para mejorar la productividad a través de recolección. En tal sentido, habíamos lanzado hace unos dos años unas lonas que se ponen debajo de los árboles de café, para que la recolección sea del árbol al piso y se mejore así la productividad en 20-30%. Igualmente, para la caficultura un poco más grande habíamos lanzado por primera vez una derribadora de café, que, por medio de vibraciones, facilita la caída de los granos maduros a las mencionadas lonas, lo cual permite incrementos de 30-40% en la productividad.
Así las cosas, en el primer semestre del 2020, se trabajó especialmente en el Huila, con el apoyo del gobierno departamental, en la promoción de esta nueva tecnología que va a ayudarnos a no depender tanto de la diáspora de venezolanos en la recolección del café. Es en el sur del país donde se concentra especialmente la cosecha del primer semestre, y fue en el Huila donde tuvimos algunas dificultades en la recolección, pero las pudimos solucionar, gracias al diseño de un protocolo de bioseguridad que nos permitió llevar gente del sur hacia el norte del departamento.
Para la segunda cosecha, que es la más grande (55% de la producción nacional, aunque en algunas partes puede ser de 60-70%), y se concentra en el centro del país, el desafío es igualmente mayor y distinto porque en dicha zona hay fincas más grandes que requieren mucho apoyo de recolectores.
Todas estas enseñanzas del primer semestre las estamos poniendo juntas para enfrentar lo que se viene en la segunda parte del año. Estamos trabajando una idea novedosa: montar unos sitios de atención cerca de los centros de producción de café para que, en el caso de detectarse la presencia de alguien con síntomas de covid-19, pueda ser llevado directamente de la finca donde se encuentre al correspondiente centro de atención para que cumpla allí con su aislamiento. Con este modelo de atención lo que pretendemos es descargarle al cafetero la responsabilidad del manejo de esta situación –que puede implicar poner su finca en aislamiento y hacerse cargo del contagiado–, para que sean la Federación, con las secretarías de Salud y el Ministerio de Salud, la encargada de enfrentar dichos casos.
Igualmente, consideramos que la recolección asistida, con las lonas y las derribadoras de café, va a ser muy importante en la cosecha grande. Por otra parte, vamos a tener que montar, basados en el trabajo que hicimos en el Huila, una estrategia para llevar recolectores a los sitios que más lo requieran.
R.N.A.: ¿Estas nuevas tecnologías para la recolección de café ya muestran algún impacto en la industria? ¿La lona y la derribadora de café ya se consiguen en todo el país? ¿El cafetero las está demandando?
R.V.V.: Sí. Inicialmente, fue lenta la adopción de esta tecnología, en especial por la abundancia de mano de obra venezolana, y por supuesto, por razones culturales. Pero como nos vemos enfrentados a una nueva realidad, debemos aceptar todas estas nuevas herramientas que ofrece la Federación. Esta tecnología nos va a ayudar de manera poderosa, según lo demuestra la experiencia de productores del Huila, quienes lograron reducciones sustanciales en los costos de recolección.
R.N.A.: ¿Hay gente nueva entrando al cultivo del café o los cafeteros existentes lo que están haciendo es buscar mayores eficiencias?
R.V.V.: Diría que se presentan las dos cosas. En primer lugar, hay sustitución de zonas. La zona central cafetera se ha venido achicando, porque la gente busca nuevos horizontes, nuevos cultivos, nuevas actividades, entre ellas el turismo, como se observa en el Quindío, que otrora tuvo 45 mil hectáreas de café y hoy está en 22 mil. Pero así mismo, departamentos como Cauca, Nariño, Huila, Caquetá y Putumayo están surgiendo como los nuevos departamentos cafeteros.
Ahora bien, pero al tiempo que se está dando un cambio en la geografía cafetera, también ha habido un aumento en la productividad, que es en lo que nos hemos centrado en estos últimos cinco años. Así, hemos pasado de 11-12 sacos por hectárea en 2010-2011 a casi 22.
R.N.A.: Hablando de otras cosas, ¿cómo ha venido aumentando el consumo de café en los últimos años? ¿Por qué estamos tan lejos, por ejemplo, de los países escandinavos, cuyo per cápita está por encima de los 10 kilogramos al año, cuando aquí apenas llegamos a 2.2?
R.V.V.: Esa es una de mis grandes frustraciones, aunque he sido testigo durante muchos años del esfuerzo de la Federación por aumentar el consumo de café en Colombia. Pero tengo la confianza de que las cosas van a mejorar, porque aquí nos hemos venido volcando hacia mejores calidades, lo cual está llamando al consumo. Hay que decir que en el pasado, por culpa de la misma Federación, el café que se tomaba no era de la mejor calidad. La Federación, durante la existencia del Acuerdo Internacional del Café, era la que suministraba, totalmente subsidiada, la materia prima a la industria nacional: pasillas y cafés no exportables. Esto, y la forma de prepararlo, impedían que la gente consumiera más café.
Pero en los últimos veinte años hemos visto una revolución, que se expresa en tiendas de café, en restaurantes y hoteles que ofrecen distintas calidades y preparaciones, y en un consumidor distinto. Yo soy un convencido de que tenemos una buena perspectiva para seguir avanzando; pero la tarea es grande porque es necesario superar ese per cápita de 2.2 kilogramos al año, aunque tampoco se trata de llegar a 10, sino de situarnos en 4-5 kilogramos, que es lo que se consume en Brasil. Llegar a ese nivel, significaría el consumo de 2-3 millones de sacos más.
R.N.A.: ¿Cómo ha sido el consumo en esta coyuntura sanitaria?
R.V.V.: El consumo de café por fuera de la casa representa, en Colombia y en todas partes del mundo, un tercio del total. Esto quiere decir que aquí y en el resto del planeta, se apagó un tercio del consumo porque se cerraron las tiendas, las cafeterías, los restaurantes, etc. Sin embargo, los datos que hemos obtenido sobre ventas de café por parte de supermercados, muestran incrementos de 25-30% en los últimos tres meses, lo que nos lleva a pensar que el consumo en los hogares ha crecido. Ahora, bien, hemos comprobado que el café no es un lujo, sino una necesidad.
R.N.A.: ¿En Colombia quiénes son los grandes consumidores de café?
R.V.V.: Hoy, tenemos consumo de café en todos los grupos etarios, aunque es superior en el de mayor de cuarenta años; pero es interesante ese segmento de la población que está entre los treinta y treinta y cinco, que ha estado expuesto a cafés distintos porque en su época de colegio ya había tiendas Juan Valdéz. Los jóvenes básicamente están buscando una nueva experiencia. En Estados Unidos, por ejemplo, en la medida en que las normas sobre el alcohol se vuelven más estrictas, buena parte de la socialización de los muchachos de 15-19 años se está dando en las cafeterías y en las tienda de café.
R.N.A.: ¿Cuáles son los dos grandes desafíos que tiene por delante el sector cafetero colombiano?
R.V.V.: El primero, adaptarse a las nuevas tecnologías de recolección del grano, y el segundo, ser capaces de convencer al gobierno de la necesidad de tener una población rural formalizada, iniciativa que hemos venido trabajando con la SAC.
R.N.A.: ¿Cómo cree que va a quedar Colombia después de esta pandemia?
R.V.V.: Una de las cosas que va quedar es una deuda gigantesca con el campo colombiano, que le ha dado la mano al país, al mantener abastecidos los mercados. Nosotros como sociedad, nos tenemos que dar cuenta de que muchos de los bienes y servicios que creíamos que eran indispensables, en realidad no lo son, como sí lo es la alimentación. El país va a quedar muy golpeado económicamente y con una deuda externa gigantesca, lo que significará recortes en el gasto del Estado para amortizarla. Igualmente, tendremos que definir para dónde queremos ir como país y como sociedad.